PAN: que se vayan Calderón y Anaya: Raúl Castellanos

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Recién el Día del Trabajo, tuve la oportunidad de degustar una muy buena comida y conversación con uno de los analistas políticos que más respeto por la agudeza lapidaria con que percibe la necia realidad política nacional y del mundo. Después de pasarle revista a los temas internacionales, el conflicto retórico de Trump con Corea del Norte, el nuevo apretón de tuercas de Nicolás Maduro, que, en su óptica, conducirá más temprano que tarde a un golpe militar alentado por los EEUU y reconocido de facto por la OEA (aquí nos detuvimos a comentar cómo la izquierda mexicana, fiel a su tradición de “somos pocos –o muchos- pero bien confrontados” mantiene visiones extremas), me mostró un tuit de Fernando Belaunzarán dedicado a sus alguna vez compañeros de partido “La Secretaria General de Morena defendiendo al gobierno autoritario, represivo y corrupto de Maduro. Cierto, no toda la izquierda es igual”. La respuesta estaba ligada en otro tuit “Esta es la “izquierda” del PRD que se alía con el PAN y pacta con el PRI”; ya entrados en gastos, repasamos –decir analizamos sería pretencioso- el regreso de Mateo Renzi en Italia al liderazgo de su partido; la Segunda Vuelta en Francia de las elecciones presidenciales en las que, en la óptica de ambos, no hay ni a quien irle entre Le Pen y Macron; y ya en el postre –con sabor a Latinoamérica- lamentamos el rompimiento de los Socialistas y Radicales con la Democracia Cristiana, que irán con candidatos propios en las presidenciales que vienen. Finalmente, aterrizamos en el “lavadero nacional”.

Aquí el tema central lo fue el Partido Acción Nacional; en particular el agarrón del chongo que se traen, por definir el “método” para elegir a su candidato presidencial. Leales a sus orígenes, se están dando con todo; desde intentando ahorcarse con el escapulario hasta incinerarse con el incensario. Batalla campal, que a diferencia del pasado en que todo quedaba en el confesionario, hoy, muy al estilo de sus acólitos de izquierda, las dirimen públicamente y a todo color; confrontaciones que siempre han marcado la vida de este partido fundado en la sede del Banco de Londres y México. Cabe recordar que la mayor parte de sus creadores eran banqueros o estaban ligados a la actividad financiera; Manuel Gómez Morín, su ideólogo y líder fundador, formaba parte de los Consejos de Administración del capital; el resto de su militancia se conformó por católicos.

Abraham Nuncio en su libro “EL PAN. Alternativa de poder o instrumento de la oligarquía empresarial”, refiere “Donald J. Mabry, a quien se debe el estudio más importante que hasta hoy se haya hecho sobre el PAN, ve en los orígenes de este partido una coalición de fuerzas unidas por el rechazo al régimen de Cárdenas y el carácter reformista que éste había impreso. Unidas igualmente por el temor al socialismo y al cambio radical, en esa coalición identifica Mabry tres corrientes fundamentales: la católica, motivada por la sobrevivencia de los valores religiosos; la corriente laica que incorpora profesionales y capas medias y de intelectuales vinculadas a Gómez Morín a partir de su actuación como Rector de la UNAM; así como la corriente de los dirigentes empresariales y financieros que buscan la defensa de sus intereses, amenazados desde su óptica”.

Con la campaña presidencial de González Morfín se inició un cambio a posiciones democráticas, inspiradas en “Los Principios de Doctrina” plasmados por Christlieb Ibarrola en 1965 y las tesis de la Democracia Cristiana. En la Convención Nacional de agosto de 1971 se dio un viraje, al imponerse el ala progresista del partido, con González Morfín a la cabeza, Eugenio Ortiz Walls, Luis Calderón Vega, Enrique Creel Lujan y Salvador Rosas Magallón. Sin embargo, un nuevo retroceso se da al llegar a la presidencia del partido en febrero de 1972 José Ángel Conchello, publicista, empleado de la Concamim, vinculado a los grandes empresarios regiomontanos. Vendrían nuevas pugnas, el partido se partió. Pablo Emilio Madero es candidato presidencial en 76 y 82; en 1988 el PAN cierra un ciclo; no por haber ganado –la presidencia- sino porque el PRI ganando había perdido.

Con la supuesta transición llegaron nuevas figuras que tomaron la estafeta. Destacan Castillo Peraza y Diego Fernández de Cevallos –mejor conocido como “El Jefe Diego”-. Con este personaje, el PAN vive uno de sus momentos más vergonzosos al avalar desde la tribuna de la Cámara de Diputados la quema de los paquetes del fraude electoral, como parte de los acuerdos en lo oscurito para legitimar a Carlos Salinas. Sus alianzas cupulares rindieron frutos. En el 2000 “ganaron la presidencia y perdieron el partido”; el afrodisiaco del poder envuelve a los “nuevos” gobernantes, que salen –se dice- peores que sus antecesores; el tráfico de influencias, los negocios sucios, los conflictos de interés causan estado en las “cabañitas de los Pinos”. En el 2006, Felipe Calderón “se roba la presidencia” en definición de Humberto Moreira y para legitimarse declara “su guerra” de la que hasta hoy el país sufre las consecuencias y paga los costos. En el escenario interno partidista –Calderón- se comporta como rey bananero. Corre a Manuel Espino, impone como dirigentes a Germán Martínez y a Cesar Nava, un frívolo corrupto, al que se le “suicida” su operador lanzándose desde el doceavo piso de la Torre de Pemex. Al llegar su sucesión, Calderón manipula perversamente, elimina a Creel, engaña y traiciona a Alonso Lujambio (lo mejor que ha tenido Acción Nacional en décadas. Honesto, intelectual, progresista, leal a sus convicciones y afectos) para tratar de imponer a Ernesto Cordero. Al no conseguirlo, orquesta una guerra sucia contra Josefina Vázquez Mota, imponiéndole el marcaje personal de su esposa Margarita Zavala, a quien ya desde entonces la traía como proyecto reeleccionista.

Así llegamos al momento actual; tal vez el peor del PAN en toda su historia. Un Felipe Calderón transmutado en demócrata exigiendo “piso parejo” en la definición del candidato presidencial, que pretende alcanzar por interposita esposa; de quien a propósito de un fallido evento en Piedras Negras, Álvaro Delgado Gómez tuiteo “A @Mzavalagc le pasó algo peor que a @JosefinaVM en el estadio Azul: No se fue la gente, porque no llegó”; un Ricardo Anaya “El niño Fidencio” de la mafia azul, montado en la soberbia, la corrupción y el protagonismo mesiánico, pensando que ya la “hizo” porque controla el “cash” –las prerrogativas- y la estructura; y un Moreno Valle, de quien Jesús Robles Maloof escribió en redes sociales “La ventaja de Moreno Valle es que puede ser candidato presidencial por el PAN, PRI, PRD, Verde, el crimen organizado o todos los anteriores”.

Ya al despedirnos, mi interlocutor reflexionó “Lo mejor que le puede pasar al PAN es que se vayan Calderón y Anaya. Lo peor, que Moreno Valle sea su candidato presidencial”.

Apreciación que suscribo y agregaría: ¿Qué papel jugarán Miguel Ángel Yunes y Javier Corral en esta guerra azul?

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh