Con frecuencia los actores políticos sufren de amnesia, pierden la memoria y peor aún, asumen que la sociedad en su conjunto perdona, olvida y no recuerda las decisiones que se tomaron en el ejercicio del poder. Recién Felipe Calderón (que aspira a la reelección por interposita esposa) declaró en voz de la señora Margarita Zavala que “México necesita que el PAN sea fuerte en la medida que encuentre su propia identidad y en la medida que se esté definiendo, porque cada día que pasa por la indefinición la aprovechan otros para fortalecerse. El PAN es un instrumento de los ciudadanos como cualquier partido político, no es propiedad ni del jefe, ni de las familias, ni de grupo, es propiedad de los ciudadanos y se recibe mucho dinero y financiamiento público. La encrucijada más allá de partidos políticos, es de un pasado populista, clientelista, un pasado que tiene que ver con el espionaje del que estamos hablando, con inequidades electorales”.
La declaración anterior, revela –dicho con todo respeto- un alto grado de cinismo y de alzheimer político. Si en algún momento de su historia el partido acción nacional fue rehén, secuestrado, utilizado de la peor manera para satisfacer ambiciones y visiones personales, con una pérdida total de su “identidad”, lo fue en la “docena trágica” de la Mafia Azul y en especial durante el gobierno de Felipe Calderón. Él hizo del PAN un ente al servicio de sus necesidades –político- personales y de su grupo de interés; desde el primer día de su “mandato”, lo coptó, corrió a quienes no contemporizaban con sus decisiones, empezando por su dirigente nacional que lo condujo –“haiga sido como haiga sido”- al cuestionado triunfo, Manuel Espino; renegó de sus mentores, en particular de Carlos Castillo Peraza; para legitimarse declaró una guerra que provocó miles de “daños colaterales” de la que aún la sociedad en su conjunto paga las consecuencias; degradó a niveles nunca vistos la calidad de la política; utilizó los recursos públicos a discreción para un clientelismo populista trasnochado; con Calderón se consolidó el “sistema” de espionaje político, para muestra ahí están “los saludos a García Luna” y la “pinche Sota” de Josefina Vázquez Mota, en plena campaña presidencial; la imposición de Cesar Nava y Germán Martínez como “administradores” de “su” partido, fue una burla a la militancia.
Aplicando la sabia conseja de “dime de qué presumes y te diré de qué careces”; Carlos Castillo Peraza le escribió –a Felipe Calderón- varias cartas, destaca la publicada por la Revista “Etcétera” el 22 de julio de 2009 (redactada en 1996); en ella se refiere a una reunión en la que le cuenta participaron “Adrián, Jordi, Gerardo, Juan Ignacio, Raúl, Luis y Salvador” y sus impresiones al concluir, aquí un fragmento “Llamó empero mi atención que, individualmente o en grupos menores que el reunido, campea un sentimiento de frustración, de hastío y hartazgo en relación con tu modo de encabezarlos. Las quejas generalizadas son que, al parecer, nadie puede darte gusto, que das órdenes y las cambias, que pides trabajos intempestivamente –lo que frena las tareas en curso- que invades las competencias de todos y cada uno de ellos, que los maltratas verbalmente en público y que mudas constantemente de opinión, tardas en tomar decisiones, das marcha atrás, no escuchas puntos de vista de tus colaboradores y haces más caso a ‘asesores de fuera’ que a los miembros del equipo que quisiste fuese el tuyo. Se refirieron a contrataciones hechas por ti sin siquiera avisar al responsable del área afectada y de saltos de autoridad de tu parte y de parte de Cocoa, que producen desorden, inseguridad y disgustos en tu estructura, Luego, en Cocoyoc, llamó asimismo mi atención un tema reiterado de conversación: el de las aventuras más que frecuentes etílicas y demás”.
Como se advertirá, si bien el intercambio epistolar entre Castillo Peraza podría inscribirse en la frontera de lo personal, es ilustrativo y revelador de la personalidad de Felipe Calderón y de los riesgos que implica su pretensión de volver a los “Pinos” envuelto, no en la Bandera Nacional, o en una historia de aciertos, de buenas decisiones, de respeto a los Derechos Humanos, sino en el ropaje de “Primer Damo” del país.
Incontables son los testimonios que revelan las formas de hacer política de los Calderón; Anabel Hernández en su libro “México en Llamas” –El Legado de Calderón- refiere “Dejó sola a Josefina Vázquez Mota, pero se encargó de dejar bien protegidos con fuero y recursos a sus incondicionales y a sus propios familiares. Ernesto Cordero fue designado Coordinador de la Fracción Parlamentaria del PAN en el Senado, que será la guarida de los calderonistas los próximos seis años. Además del escaño para Cordero, Calderón consiguió escaños para su hermana Luisa María Calderón, candidata perdedora del PAN en la elección de 2012 para gobernador de Michoacán; para Mariana Gómez del Campo, sobrina de Margarita Zavala y quien fuera comparsa de la debacle electoral en el Distrito Federal y para Roberto Gil Zuarth; también consiguió fuero y curul para quien fue su Secretario de Trabajo, Javier Lozano, quien fue acusado directamente por el empresario chino- mexicano Zhenli Ye Gon, de haberlo obligado a guardar más de doscientos millones de dólares que eran parte del financiamiento de la campaña de Felipe Calderón en 2006 y cuyo origen se desconoce”. En el Libro, Anabel Hernández revela en seis capítulos la forma como Calderón condujo su relación con la Sedena y los carteles de la droga.
Abierto el debate, para la conformación del “Frente Amplio Opositor”, el partido Acción Nacional y los Calderón tienen la obligación política, histórica y moral de debatir cómo condujeron los asuntos del Estado durante la “Docena Trágica”, sus decisiones sobre su guerra, los acuerdos con los carteles –si los hubo- el manejo de las instituciones nacionales para servirse de ellas. La República no acepta ni resiste más simulación.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh