A México le hace falta trigo para pan, pero le sobre para pastas.
En el ciclo 2014-2015, el País tuvo que importar 4 millones 534 mil toneladas de trigo panificable, frente a una producción que apenas alcanzó un millón 621 mil toneladas, según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).
Por el contrario, del trigo cristalino -el que se utiliza para la elaboración de pastas o sopas-, a nivel nacional la producción alcanzó 2 millones 48 mil toneladas; entre el consumo humano y animal, se demanda un millón 30 mil toneladas, lo cual da la posibilidad de exportar.
De acuerdo con especialistas, una de las soluciones para resolver esta situación es la reconversión de cultivos, pero se requieren apoyos e incentivos gubernamentales.
La reconversión de trigo cristalino a trigo panificable se ha intentado desarrollar en el Valle del Yaqui, Sonora, al ofrecer a los productores un sobreprecio si cambian su cultivo por el segundo.
Pero dicha situación no se ha logrado porque el Gobierno federal tarda demasiado en hacer llegar el recurso, de acuerdo con Ivan Ortiz-Monasterio, del Centro Internacional del Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Aunado a esto, el rendimiento por hectárea es menor en el caso del trigo panificable.
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