Tenaz, autodidacta, servicial y solidario son las palabras que definen a Pablo Humberto López Hernández, trabajador del Departamento de Compras de Secretaría de Administración, que durante esta pandemia se integró a las brigadas de desinfección del complejo de edificios.
Pablo Humberto es padre, hermano, esposo, hijo; es amigo y un servidor público dedicado. Su perseverancia ha sido clave para dominar en menos de un mes los protocolos y mecanismos que se utilizan para la sanitización de las oficinas de esta secretaría.
En el mes de abril, las brigadas de desinfección de las que Pablo Humberto forma parte comenzaron a operar con un mecanismo sencillo, pero con el tiempo fue necesario cambiarlo por nebulizadores con un mayor tamaño y una tecnología distinta.
Dos días a la semana se coloca su equipo de protección –traje aislante, lentes, máscara, tapones de oído y guantes– carga el químico en los difusores y comienza su recorrido por las áreas que le hayan sido asignadas. Su paso es constante, pues debe cubrir cada área de manera uniforme, de su habilidad depende la seguridad del personal y la comunidad usuaria.
“Siempre trato de hacer mi trabajo lo mejor posible. Existe un riesgo al exponernos a lugares donde podría haber un contagio, pero lo hacemos con todo el ánimo de ayudar y que todos y todas veamos la pandemia superada”, aseguró.
El trabajo es importante, pero no lo es todo en la vida de Pablo. Disfruta pasar tiempo con su familia, convivir con su esposa, tomarse un momento para cocinar o reflexionar sobre sus metas y sueños cumplidos.
Con emoción recuerda su adolescencia y la pasión que tuvo por el ciclismo de acrobacia, actividad en la cual participó durante poco más de 10 años y donde obtuvo importantes triunfos y satisfacciones.
“La primera vez que vi un acróbata en bicicleta fue en un circo, desde ese día me impresioné y quise aprender a hacer esos trucos y busqué dónde entrenar, me compré una bici, me caí muchas veces, pero al final lo conseguí”.
De su padre aprendió mecánica automotriz, conocimientos que le han permitido ganarse la vida y salir adelante; sin embargo, su curiosidad y ganas de conocer más lo han llevado por muchos oficios y ocupaciones.
A sus 40 años, Pablo Humberto trabajó en una empresa de sonorización, ha recorrido el estado y parte del país como conductor de un tráiler, sabe un poco de plomería y carpintería y ahora maneja equipo de sanitización.
“Me gusta aprender. Creo que los límites están en la mente y hay que romperlos para crecer. Yo quiero crecer, ser una persona que sea siempre mejor y estar feliz conmigo, para entonces ayudar a ser felices a quienes me rodean”, puntualizó.