Oaxaca vive tiempos difíciles para el periodismo, de ahí el interés de muchos trabajadores de la pluma, por sacar adelante una ley que proteja a la actividad periodística.
Ha sido tanto el interés de este gremio por tener un escudo, que desde el 2009 se han presentado iniciativas de ley para la atención y protección del periodismo en el Estado de Oaxaca.
En total, a la fecha, han sido presentadas 18 de éstas, y ninguna ha sido tomada en cuenta. En la LX legislatura se exhibieron 3; en la LXI: 4; en la LXII: 6; y la LXIII, la actual, lleva 5.
Algunas de estas han sido presentadas por partidos políticos, diputados, clubes, organizaciones, consejos directivos, asociaciones, estudiantes, sindicatos y ciudadanos.
En estas propuestas se habla del fomento a la actividad periodística, de los usos indebidos de los medios, de la protección integral, de la libertad de expresión, de salvaguardar la integridad, y de la seguridad a los periodistas.
Hace años a los periodistas se les conocía como un “cuarto poder”, el que casi siempre pactaba con las “fuerzas vivas”, pero también tenía caducado su camino junto al del gobierno en turno.
En unos cuantos años los tiempos se hicieron otros. Hoy estamos sumidos en la violencia, en escándalos de corrupción, de amores, en miedos, en dispendio de nuestros recursos naturales y económicos…
Todo esto ha provocado grandes enfados: políticos corruptos, sindicatos y burócratas en exigencia de más dinero, empresarios voraces, líderes venales, etcétera.
Y esta gente por tapar su doble vida o su doble moral, amenaza, ofende e intimida a los trabajadores de la pluma.
En ocasiones, el redactor tiene que dejar a un lado el tema que tenía pensado escribir, o cuando no, tiene que bajar de su página o de su portal, algunas plumas que incomodan al servidor público.
Otras veces, el editor tiene que ceder a las peticiones del que paga un espacio, o de lo contrario, se tendrá que enfrentar a una reducción alarmante en el flujo económico. Esta es una nueva forma de censura contra los medios.
Ante el temor de no recibir la lana prometida, prefieren desaparecer todo lo que le parece incómodo al “jefe”.
Cerrarle el paso a las ideas, es violentar la libertad, es ocultarle a la gente lo que le pasa a la gente. Es atrancar la realidad para que el lector o el oidor no se enteren. Así, el escudo por el que tantos años ha luchado el periodista oaxaqueño, se viene abajo a un tronido de dedos.
Sin información, la ciudadanía no podrá tener decisiones para seguir atento o para votar con conocimiento de causa.
Cuando al editor se le exige que desaparezca lo que le molesta al que “paga”, el periodista deja de ser el testigo del público que lo envía a la vida. En la vida se toman apuntes y se trasladan al papel, a la radio, a la televisión, a las páginas web, al tuiter, a las distintas redes sociales. En sí, es un enviado especial a la realidad.
Mi columna del lunes, las que me hacen favor de publicar mis amigos editores de distintas páginas, o blogs, o portales o estaciones de radio, solo apareció arriba unas dos o tres horas, y después de eso, desapareció de algunos de ellos, pero no solo fue esa, sino la del viernes, y la del jueves, y la del martes, y todas aquellas que incomodaron al Coordinador de Comunicación Social del Gobierno del Estado, Alfonso Martínez Córdoba, quien —lo dije en mi pasado comentario— es el acosador más importante sobre muchos medios en Oaxaca.
A ese paso, la obligación del periodista será la mentira, la deslealtad a los ciudadanos, la dependencia a los poderosos, la investigación ligera y la no verificación de hechos.
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