Cada vez que la oposición quiere asustar al PRI saca a colación un frente opositor como el petate del muerto. El último priísta que hubiera podido encabezar una alianza bipartidista para la presidencia de la república fue Cuauhtémoc Cárdenas en el 2000, pero la ambición de Vicente Fox impidió un Frente de Reconstrucción Nacional.
Y la única figura con dimensión para una alianza bipartidista con intenciones de transición de régimen fue Manuel Camacho Solís, pero desde 1988 el PRD se mueve bajo el dominio del caudillismo y el PAN carece de alguna propuesta cohesionadora.
Por lo demás, el problema no radica en hablar de un frente opositor y suponer que todo estaría resuelto. En Francia el Partido Socialista y el Partido Comunista definieron un “programa común” en 1973 pero perdieron las elecciones; en 1981 el socialista Mitterrand ganó las elecciones con el apoyo del Partido Comunista pero su programa fue neoliberal.
En Italia, el Partido Comunista de Enrico Berlinguer tuvo un tope de 30% de votos y en 1973 propuso un “compromiso histórico” con la Democracia Cristiana de Aldo Moro para rehacer el régimen, pero en 1978 Moro fue asesinado por las brigadas rojas justo cuando se dirigía a firmar formalmente el acuerdo. La muerte de Moro liquidó el sistema político italiano y prohijó el nacimiento político de Silvio Berlusconi en 1995.
El compromiso histórico italiano sería lo más parecido a lo que quisieran el PRD y el PAN en su frente opositor; sin embargo, las alianzas requieren de estructuras de poder funcionales.
El PAN y el PRD (desde 1978 como PCM legalizado) han carecido de una reflexión teórica sobre el escenario nacional y no han logrado un debate político sobre la caracterización del régimen priísta; en diferentes ocasiones el PAN y el PRD han llegado a instancias ejecutivas y han evitado la reconstrucción del régimen para poder aprovechar las estructuras priístas de poder.
Las alianzas PAN-PRD que ganaron gubernaturas en el 2010 fueron coyunturales, de mero oportunismo político, sin ningún programa de reformas estructurales del sistema/régimen/Estado; peor aún, los candidatos aliancistas ganadores gobernaron como priístas y cuando menos los gobernadores de Sinaloa y Oaxaca acabaron hundidos en la corrupción tipo PRI.
Lo que va a liquidar las posibilidades de la alianza PAN-PRD para el 2018 estará en tres puntos: la ausencia de un programa común, las diferencias polarizadas sobre la caracterización de régimen priísta y los egos de posibles candidatos. El frente opositor va a naufragar repitiendo la falta de entendimiento Fox-Cárdenas en el 2000 para una candidatura opositora común.
El panista Ricardo Anaya quiere ser el candidato frentista y el gobernante perredista-no perredista Miguel Angel Mancera busca serlo como propuesta del PRD. Desde ahora es posible prever una disputaelitista que impedirá un frente opositor.
De todos modos, la oportunidad está presente de nuevo. En 1994, por el alzamiento zapatista, el Grupo San Angel quiso un candidato de unidad; luego del asesinato de Colosio volvió a revivirse el tema. En el 2000 Cárdenas y Fox comentaron la declinación de uno a favor del otro, pero el problema fue de personalismos porque no hubo un proyecto común de reforma del régimen.
Así que el frente opositor PAN-PRD es otro palo de ciego de la oposición, pero ya dejó claro que esos partidos no ganarán la presidencia en el 2018 si no llegan aliados.
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