Sólo 24 horas después de que lo hiciera Estados Unidos, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) impuso ayer, por unanimidad, sanciones contra el gobierno del dirigente libio Muammar Gaddafi y pidió a la Corte Penal Internacional de La Haya investigarlo por posibles crímenes contra la humanidad.
El Consejo adoptó por 15 votos a favor y ninguno en contra una resolución que invoca el capítulo 7 de la Carta de la ONU, que permite el uso de la fuerza para aplicar las medidas. El capítulo 7 fue usado en el pasado para desplegar misiones de pacificación y realizar operaciones militares en Irak y Somalia.
El Consejo acordó congelar los activos de Gaddafi, de sus cuatro hijos y de su hija, así como prohibir los viajes de toda la familia y de 10 colaboradores cercanos del régimen.
La ONU estima que en la represión orquestada por las fuerzas leales a Gaddafi han muerto más de mil personas desde que comenzaron las manifestaciones a favor de la democracia, el 15 de febrero, tras acontecimientos similares en Túnez y Egipto, que finalizaron con el derrocamiento de sus presidentes, en el poder durante décadas.
El Consejo de Seguridad —incluyendo China y Rusia— demandó un “inmediato fin de la violencia y medidas para cumplir con las demandas legítimas de la población” en Libia. Asimismo llamó a las autoridades libias a actuar “con moderación, respetar los derechos humanos y la ley humanitaria internacional” y a facilitar sin dilaciones el monitoreo internacional de estas medidas.
Se insta a Libia a levantar inmediatamente las restricciones “a todas las formas de medios de información”.
Bajo el embargo de armas, miembros de la ONU tomarán de inmediato las medidas necesarias para “evitar el suministro directo o indirecto, venta o transferencia a Libia… de armas y material relacionado de todo tipo, incluyendo armas y municiones, vehículos militares y equipamiento”.
Horas antes, el presidente estadounidense Barack Obama había dicho que Gaddafi ha perdido la legitimidad para gobernar, por lo que debe abandonar su país “ahora”. Obama hizo el comentario a la canciller alemana Angela Merkel durante una conversación telefónica en la que ambos abordaron el tema de la violencia en Libia.
Francia y el Reino Unido cerraron sus embajadas en Trípoli e interrumpieron temporalmente todas sus actividades diplomáticas en Libia, según informaron ayer los ministerios de Exteriores de ambos países. El gobierno canadiense evacuó al personal de su embajada y suspendió su presencia diplomática en Libia por la violencia generada tras las protestas. El primer ministro italiano Silvio Berlusconi dijo que Gaddafi perdió el control sobre Libia y urgió a “detener el baño de sangre” en ese país.
Régimen arma a simpatizantes
Entretanto, el régimen libio entregó armas a simpatizantes civiles, instaló retenes y ordenó patrullajes de grupos armados en Trípoli, sembrando el temor entre los habitantes.
Los rebeldes, por su parte, consolidaban su control en el resto de la nación norafricana. Residentes del distrito oriental de Tajura improvisaron barricadas con trozos de concreto.
Afuera de la capital, los rebeldes controlaban una gran parte de la costa mediterránea de Libia, de mil 600 kilómetros de longitud, donde reside la mayoría de la población.
Formarán gobierno provisional
Fathi Tarbul, miembro del comité popular que controla Bengasi y uno de los líderes del levantamiento popular, aseguró que las fuerzas leales a Gaddafi controlan únicamente 15% del país. En este contexto, el ex ministro de Justicia, Mustafá Abdeljalil, dijo ayer al diario independiente Quryna que la oposición instalará hoy un gobierno provisional en Bengasi. “Formarán parte (del gobierno interino) exponentes de las ciudades liberadas como Misurata y Zawiyah, además de otros centros”, dijo.
Evacuan a 11 mexicanos
Once mexicanos que fueron evacuados de Libia llegaron el sábado a la ciudad de Catania, en Sicilia y hoy serán trasladados a la capital italiana, de donde retornarán a su país de origen, informó la embajada de México en Italia. La legación diplomática precisó que los 11 mexicanos trabajaban para la empresa italiana Tecnomontaggi.
EFE