“Desgraciadamente en México aún existe ese racismo disfrazado. Cuando ven que tienes talento las personas cambian contigo, te dan un trato diferente porque el arte es de gente de mucha capacidad intelectual. Recuerdo que en mis inicios era muy miedoso y tímido, llegaba a las galerías y lo primero que veían era a un indito que se asomaba”, relata el Maestro Tiburcio Ortiz.
El escultor, originario de Santa Catalina Chinango, perteneciente al municipio de San Pedro y San Pablo Tequixtepec, Oaxaca, asegura que en sus inicios no fue muy afortunado a pesar de enviar obra a los Estado Unidos (Nueva York, Los Ángeles California), y Japón. Le decían que el arte de un indígena ya no tenía vigencia en algunos países, “me decían, tu eres de un mercado común, como corriente, por ahí los puedes vender, pero yo necesitaba exhibir mi obra, no tuve esa aceptación tan fácil, ahora me buscan para comprar mi obra”.
Pasó el tiempo, y el escultor oaxaqueño comenzó a exponer cada año de manera individual y colectiva. “Me empezaron a invitar para hacer varias cosas, y eso fue mi ayuda económica, porque uno no puede estar atenido a la venta inmediata de tus obras, eso es soñar”.
Con la sencillez y carisma que caracteriza al maestro Ortiz, expresa que es importante hacer arte y cultura porque sólo nacemos, vivimos y morimos una sola vez, “vivir es una gran oportunidad para ser productivos y creativos, estas son características que he visto en muchas mujeres y hombres gloriosos”.
El Maestro Ortiz, empezó a incursionar sobre la talla en piedra, “en mi pueblo siempre subía al cerro y me sentaba sobre las piedras, era como si alguien las hubieran puesto ahí, eso me gustaba y me atraía”.
Tiburcio Ortiz, ha realizado varias esculturas y murales, uno de ellos está en la capilla “García Conde” ubicada en una escuela primaria en Tlalpan, D.F., que perteneció a un personaje de la época de Porfirio Díaz, que tiempo después fue donada al Monte de Piedad.
“Ahí trabajé 3 años con muchas interrupciones porque es un lugar muy burocrático”, el mural lo denominó “Bóveda Celeste”, se trata del día, la noche y la naturaleza, (el Sol, la luna y la naturaleza).
“Es muy interesante el mural, abajo puse la creación americana, también el mito Teotihuacano donde sale el sol, la luna y la serpiente. Mi tema fue una tortura, porque cuando empecé no sabía qué hacer, porque no tenía mucha práctica en la pintura.
El escultor oaxaqueño, señala que es muy difícil ser pintor, escultor y grabador, “he visto a muchos artistas que dicen que son escultores, pintores, grabadores y artesanos a la vez, pero desde mi punto de vista eso es pura defensa de la orfandad de los artistas. Para hacer arte y cultura, hay que dedicarse a una sola técnica. Ni los grandes como Miguel Ángel, fueron tan universales como los que dicen que hacen de todo, eso es pura arrogancia e ignorancia”.
La primera exposición del maestro Ortiz, fue en 1973 cuando tenía 28 años, “era un artista novel, creo que vendí una obra nada más, y mi primera exposición de piedra la hice en el instituto Mora, de cierta manera fue un éxito porque expuse muchas piezas interesantes y muy diferentes”.
A pesar de que los reconocimientos no le han interesado, galerías de Nueva York y Japón, le han otorgado varios reconocimientos por tu trabajo como escultor.
“Oaxaca es un lugar de artistas pero regionales, no son nacionales, no son tan universales. Crean todo lo que viene del origen del alebrije. No sé quién introdujo ese animalito de figuritas extrañas y raras que son una parte de la creatividad de los oaxaqueños”.
Los temas de las obras de Ortiz, son la belleza, lo cívico y lo religioso, “yo no soy religioso, pero pienso que la gente tiene un sentido de ser católico por su preparación, familia… eso es una necesidad humana, creer en algo, pero hay que saber que eso no es todo”.
Tiburcio Ortiz, considerado como un artista nacionalista, asegura que se pueden crear obras interesantes de los movimientos universales del mundo antiguo y moderno, de la cultura, la belleza y de la política que es atractiva y conflictiva al mismo tiempo.
“Yo no sé por qué se quejan muchos artista de que no hay temas, lo que pasa es que no tienen ideas ni preparación. Muchas cosas se pueden hacer”,
A los 11 años veía las estampas y empezó a dibujarlas, “yo tenía mucho interés por hacer cosas buenas, porque a mí me gusta el refinamiento”.
“Recuerdo que mi primer trabajo grande fue una águila, y es que mi tío en ese entonces era maestro de la escuela de Chinango, y un día me dijo “Tiburcio, tienes que copiarte esto en dos metros en papel manila, yo te daré el material”. Durante varios días se dedicó a hacer el dibujo, y fue la que se ocupó para el telón del teatro del pueblo.
Cuando los padres del escultor oaxaqueño mueren, decide trasladarse a la ciudad de México, “Mi vida cambió. Empecé a estudiar la secundaria, y como no tenía recursos entré al ejército, de esta manera pude sortear mi situación económica”.
Su inscripción a la Escuela de San Idelfonso, fue porque vio que la ventanilla que decía “artes plásticas” era la que estaba vacía; su tiempo era limitado, pues tenía que regresar al Ejército, de lo contrario lo castigarían, “pensé… pues a ver qué pasa y me inscribí”, ahí estuvo estudiando 6 años.
Con una gran sonrisa, el maestro Tiburcio, dice que cometió un gran acierto al casarse con una compañera a la que no conocía bien, “cuando ya nos habíamos casado me dijo “Mira Tiburcio, no quiero que vayas a dar clases, tu tarea es hacer arte, no ir como maestrito con tu libreta bajo de brazo, porque eso me da tristeza”.
“Oaxaca, para mi es significativo, tanto, que tengo una galería chiquita que se ubica por el Jardín el Pañuelito”.
Tiburcio Ortiz, tiene una promesa del Museo de San Luis, para realizar una exposición el año que viene.
Janet Martínez
Vía Viral Noticias