En esta ocasión, por su relevancia, aprovecho el espacio para presentar las conclusiones a las que llega la denominada teoría económica del desarrollo endógeno. Dicha teoría explica con claridad los factores o fuerzas del desarrollo. Las conclusiones de dicha teoría la presento para analizar la realidad oaxaqueña, averiguar qué tan cerca o qué tan lejos se está de los elementos que dicha teoría considera conducen a un mayor bienestar de la población.
Dicha teoría, expuesta por Barquero (2005), concluye, en base a un exhaustivo análisis empírico; es decir, a partir de la revisión de diferentes experiencias a lo largo del mundo, que existen cuatro fuerzas principales del desarrollo: la primera es un modo de producción flexible basado en redes empresariales; la segunda es la difusión de las innovaciones y el conocimiento; la tercera son las ciudades y regiones urbanas y la cuarta las instituciones, entendidas éstas como las reglas tanto formales como informales que regulan nuestro comportamiento.
De acuerdo con dicha teoría, las economías se desarrollan y crecen cuando la organización de los sistemas productivos es más flexible y se forman redes y alianzas para competir, que favorecen las economías internas y externas de escala y mejoran el posicionamiento competitivo de las empresas.
Las economías se desarrollan y crecen cuando se difunden las innovaciones y el conocimiento entre las empresas y los territorios, de tal manera que aumentan y se diferencian los productos, se reducen los costos de producción y mejoran las economías de escala.
Las economías se desarrollan y crecen cuando las empresas realizan sus actividades productivas en ciudades y regiones urbanas emprendedoras y dinámicas que disponen de atractivos, economías e indivisibilidades que contribuyen a la mejora de los resultados de las empresas.
Más aún, las economías se desarrollan y crecen cuando cuentan con instituciones capaces de transformarse y adaptarse a las nuevas condiciones, lo que permite que las empresas y los actores puedan desarrollar acuerdos y contratos y realizar intercambios con bajos costos de transacción.
Para la teoría del desarrollo endógeno, las ciudades, regiones y países deberían tener más éxito en sus procesos de crecimiento y cambio estructural, cuando todas las fuerzas antes mencionadas actúan conjuntamente, creando sinergias entre ellas y reforzando su efecto sobre la productividad y el rendimiento de los factores productivos.
Sobre la base de lo anterior, el subdesarrollo de Oaxaca puede explicarse con esta teoría, y mejor aún, es posible utilizarla para dirigir los esfuerzos, formular políticas públicas que contrarresten los factores que se encuentran generando el atraso.
La realidad oaxaqueña apunta a que no se cuenta con dichas fuerzas del desarrollo. Su ausencia explica el subdesarrollo o bien el subdesarrollo explica su ausencia. En función de esto, todos debemos trabajar para construirlas y fortalecerlas, especialmente nuestras autoridades. De hecho, en el Plan Estatal de Desarrollo 2011-2016 se ha considerado hacerlo. Ahora esperemos que dicho documento trascienda las palabras y pueda convertirse en acciones. Existe poca confianza de que esto suceda, debido a las pifias cometidas en los primeros días de gobierno.
Es fundamental que se entienda que los procesos de acumulación de capital requieren de empresas trabajando en entornos de producción flexible, en ciudades y regiones urbanas donde la cooperación y competencia dentro del mercado son elementos cotidianos, donde se promueve libremente el trabajo en redes. A lo anterior habría que agregar la difusión de innovación y conocimiento, junto a instituciones capaces de transformarse y adaptarse rápidamente.
Las soluciones están sobre la mesa, nos corresponde a todos trabajar para hacerlas realidad. Como ciudadanía debemos ser más exigentes con nuestras autoridades, exigencias que signifiquen mayor productividad y crecimiento, que se traduzcan en competitividad. Oaxaca requiere de la acción ciudadana y del compromiso de las autoridades. Oaxaca puede tener las fuerzas del desarrollo y puede transformarse, pero se necesita de la voluntad de todos.
Referencia:
Vázquez, B. A. (2005). Las nuevas fuerzas del desarrollo. Madrid: Antoni Bosch.
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* Profesor-investigador de la UACJ, doctorado en estudios del desarrollo regional.