La crisis magisterial de Oaxaca de este año es la misma de la del 2006 y la de años anteriores hasta remitirse a 1979 en que una protesta salarial derivó en la construcción de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Es decir, los gobiernos federal y estatal se han tropezado con la misma piedra a lo largo de treinta y siete años.
El problema no ha sido de agenda sino de la relación dialéctica dominación-resistencia: los gobiernos quieren imponer y los maestros disidentes se resisten. Los tres principales problemas han sido salarios, democracia sindical y orientación de la educación; los dos primeros han sido más o menos resueltos y ahora la disputa es por el tipo de educación: acrítica para la producción o revolucionaria para la liberación.
La crisis del 2006 fue la de siempre: un plantón magisterial en el zócalo de la ciudad e Oaxaca, un intento del gobernador Ulises Ruiz Ortiz para desalojarlos por la fuerza en junio, el fracaso del operativo y la capacidad de reacción en la organización social de una resistencia. Los maestros se asentaron en una zona del centro histórico hasta que en diciembre el gobierno recuperó la plaza a sangre, fuego y arrestos.
En octubre de 2006 el entonces secretario de Gobernación, Carlos Abascal, encontró una salida política: el diseño de un pacto para la gobernabilidad recogiendo las propuestas de todos los protagonistas. Era, según lo declaró a La Jornada, un intento de aplicar los Pactos de la Moncloa de la transición española de 1976-1978: potenciar los cambios en el modelo de desarrollo para adecuar el sistema político local. El acuerdo fue firmado por todas las fuerzas políticas, pero Vicente Fox y Felipe Calderón se negaron a oficializarlo. El gobernador Ruiz Ortiz lo sustituyó por una reforma de Estado procedimental, sin atender la política ni las relaciones sociales.
La salida que tiene el actual secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, para romper el estancamiento con la Sección 22 es ascender los acuerdos a un pacto de reforma institucional general y asumir el perfil de pactos para la transición democrática en Oaxaca. El gobernador saliente Gabino Cué está inutilizado por su incapacidad y el gobernador entrante Alejandro Murat es del PRI. Oaxaca podría ser el ejemplo de una modernización económica, política y social a partir del pacto de 2006.
Si Osorio Chong no abre el abanico hacia la problemática general de Oaxaca, quedará atrapado en las intrincadas redes locales de los asuntos magisteriales y obligado a revertir la reforma educativa o a imponerla por la fuerza. El pacto tendría que incluir las condiciones sociales y étnicas de Oaxaca y la necesidad de una educación para las comunidades indígenas.
Al final de cuentas, la agenda magisterial es reflejo de la situación de marginación y pobreza en el estado de Oaxaca, por lo que el abordamiento del problema debería ser de lo general a lo particular y no caer en la negociación face to face sólo con los maestros porque entonces Gobernación y la SEP tendrían que ceder o no ceder y con ello aplacar o detonar más el conflicto. Oaxaca necesita una salida institucional, no una confrontación de agendas individuales; el problema magisterial es parte del problema estatal y no el problema estatal.
La negociación de un pacto reformador involucraría a otros sectores sociales y políticos y no nada más a los maestros disidentes de la 22.