“No hay camino para la paz, la paz es el camino”
-M. Gandhi
Oaxaca. Junio. 2016. Punto de inflexión.
Los acontecimiento ocurridos el fin de semana del 17 al 20 de junio de 2016 serán difíciles de olvidar para quienes vivimos en Oaxaca. Sobre todo en la Ciudad de Oaxaca, el Istmo y en Nochixtlán, en la región de la mixteca. Será un fin de semana que calará muy hondo en la memoria de los oaxaqueños y todos aquellos que aman esta caótica tierra.
El bloqueo a estratégicos cruceros estatales así como a instalaciones de PEMEX por parte de la Sección 22 de la CNTE y sus aliados a este movimiento, en contra principalmente de la reforma educativa impulsada desde el gobierno federal, iniciativa prioritaria para Los Pinos, se había prolongado una semana. Si se ha vivido en Oaxaca por un periodo incluso corto, uno se acostumbra a bloqueos, marchas, manifestaciones, tomas de carreteras, etc. Como algo normal, que sucede. Muchos pensaron que comenzaba el juego “Manifestación-Negociación-Manifestación”, ese ya tan típico “Baile de máscaras” que tienen el magisterio con el gobierno, tan oaxaqueño ya que podría estar en la Guelaguetza.
Pero esta vez no sería así. El gobierno federal y estatal tenía una estrategia diferente. Desalojar. Algo que muchos, incluso dentro del magisterio, no previeron o creían. Pero esta vez fue diferente. Primero en el Istmo de Tehuantepec, luego en Nochixtlán y después en diferentes sitios de la entrada norte de la Ciudad de Oaxaca, Viguera, Etla, Hacienda Blanca, etc. Los disturbios continuaron. La violencia y el caos se adueñaron de la situación, en donde unos desalojaban, otros resistían, otros disparaban, mientras muchos más manipulaban la información.
Ese fin se semana rojo para Oaxaca dejo al día de hoy 8 muertos. Cientos de heridos. Bandos cada vez más encontrados. Una tensísima calma en todo el estado. El triunfo del miedo y la violencia. Del Oaxaca dividido. De aquel que regresa de vez en vez para recordarnos quienes somos y de dónde venimos. Esa parte de Oaxaca que no mostramos en las fiestas del cerro y nadie se lleva en una botella de mezcal o un alebrije. El Oaxaca de la injusticia, del hambre, la corrupción y el olvido. De la represión, del bloqueo, del chantaje político, de la manipulación. El Oaxaca de la tragedia.
Hoy después de la barbarie, quedan más preguntas que respuestas ¿Qué sucederá con un movimiento que se radicaliza? ¿Por qué esto sucede hasta después de la elección, mientras que en se suscitó un proceso electoral bastante tranquilo? ¿Qué sigue en un gobierno que planea operativos y siempre se salen de control? ¿Realmente sabremos que sucedió? ¿O este suceso está destinado a la historia reciente de nuestro país? ¿Otro 2006, otro Ayotzinapa, otro fosa, otra nota en el periódico internacional, etc, sin que nadie sepa realmente lo que paso? ¿Hasta que se olvida? Es innegable que lo más lamentable de todo son las personas que murieron en los enfrentamientos. La búsqueda de la justicia ante estos sucesos debe de ser prioridad.
Oaxaca es convulsa por naturaleza. Hemos presenciado enfrentamientos y disturbios violentos con tanta frecuencia que ya es algo muy nuestro. Pero tampoco hay que olvidar que la violencia y la confrontación no es la solución. Entendamos que aunque muchos promueven la violencia y la sinrazón, desde el gobierno y desde otros bandos, con información alterada, con agendas personales que nada tienen que ver con Oaxaca, la violencia no resuelve nada.
Hemos vivido mucho tiempo (parece que siempre) en un Oaxaca de violencia y nada ha cambiado. Estamos peor. Comencemos a buscar soluciones reales. La gran mayoría de habitantes de Oaxaca estamos hartos de conflictos. Lo más sensato es ahora construir la paz. Es hora de decidir si construimos soluciones reales o seguimos viviendo en la cultura de la violencia y el miedo
Lo mejor que podemos hacer es abogar por la estrategia más efectiva en la resolución de conflictos, la construcción de acuerdos a través del dialogo. Solo si imaginamos, si soñamos y trabajamos en soluciones como que las negociaciones sean públicas y abiertas, que existan investigaciones reales para dar justicia aquellos que ahora lloran a sus muertos, que se genere un dialogo con voluntad de construir. Si no, ¿Cuánto puede soportar Oaxaca y su gente? ¿Violencia, bloqueos, desinformación, muerte, represión, división, miedo y todo para qué? ¿En verdad no hay otra alternativa?
La historia nos pone ante una gran responsabilidad. Nos pregunta si este proyecto que se llama Oaxaca ya fracaso. O si toda esta situación de dolor, miedo, violencia y enfrentamiento es solo la gran oportunidad de construir algo mejor, y si estamos a la altura de quienes todos aquellos que hicieron y nos heredaron esta increíble tierra. Si nos atrevemos a cambiar, o elegimos la división y el conflicto
Sé que somos muchos los que recordamos al gobierno federal, al gobierno estatal, al magisterio oaxaqueño, a todo aquel que participa en estos conflictos, que el único camino para encontrar solución a esto es el de la voluntad, del dialogo y la razón. Un camino que no se construye con dolor, violencia, represión, chantaje político y todos los vicios que hemos visto, donde todos pierden. Se forja en un Oaxaca en paz.
Hoy no es día incentivar más divisiones. Es hora de encontrar nuevas soluciones, basadas en el dialogo y el entendimiento. Poniendo la razón y el sentido común por delante.
#Nomas Violencia
#Oaxaca en paz.
@pachecoperal