Resulta realmente aberrante ver la forma en la que los profesores sindicalizados del estado de Oaxaca interrumpen las actividades económicas de la entidad constantemente. La semana que pasó, como desde hace treinta años, se dieron a la tarea de obstaculizar la creación de riqueza y las posibilidades de desarrollo de la entidad. Los profesores con sus actos, dejaron claro que tienen secuestrada a la entidad. Nada puede realizarse sin tener su aprobación, sus acciones ponen de manifiesto la existencia de un Estado fallido.
De hecho, no son los profesores los que controlan la entidad, son sus líderes sindicales [y políticos corruptos asociados], ya que tengo el placer de ser amigo de varios profesores y no están de acuerdo con sus acciones, pero no pueden hacer nada para adoptar otra actitud, al menos así lo manifiestan, ya que ellos viven amenazados por sus líderes. De esta forma, reconozco que la verdadera causa del problema social que vive la entidad, son los grupos de búsqueda de rentas alojados en el sindicato magisterial, los profesores terminan siendo los brazos operativos visibles, pero no los verdaderos responsables.
En el problema también colabora toda la sociedad oaxaqueña, ya que no hemos encontrado un mecanismo apropiado para manifestar nuestro desacuerdo con sus marchas, plantones, inactividad e incapacidad laboral [algunos preferimos irnos de la entidad]. Los ciudadanos somos parte del problema al tolerar esta situación. La alternancia conseguida en 2010 es producto de un cierto hartazgo con quienes creíamos estaban detrás de todo esto, en esencia el Partido Revolucionario Institucional, pero el cambio de gobierno no ha traído los resultados esperados, estamos exactamente igual que antes, no diría peor, ya que el escenario es el mismo que el prevaleciente en anteriores gobiernos. En nuestra joven democracia el voto “libre” parece no conducir a modificaciones en las condiciones de subdesarrollo.
Lo digo sin temor a equivocarme, tomando como referencia el promedio de escolaridad que prevalece en la entidad y los índices de analfabetismo funcional, la mayoría de profesores deberían capacitarse mejor, trabajar con miras a la excelencia. Nadie se molestaría por escuchar sus quejas, si su trabajo fuera uno de los mejores del país, pero lamentablemente no lo es. Aquellos que tuvimos la desgracia de estudiar en una primaria o secundaria pública en el estado de Oaxaca, sabemos de las deficiencias que tenemos como consecuencia de un pobre desempeño profesional de nuestros educadores. Terminamos nuestros estudios básicos con múltiples limitantes cognitivas, lo que nos hace poco competitivos y proclives a vivir en la ignorancia.
Algunas personas, producto de la voluntad personal, logran superar con esfuerzo sus deficiencias y realizar grandes carreras profesionales y/o empresariales, pero otras, la gran mayoría, no son capaces de hacerlo, porque requerían del apoyo de un profesor competente, que les guiara adecuadamente para ser mejores personas. ¿Pero cómo iban a ser ayudados por un profesor(a)? Si estos invierten la mayor parte de su tiempo en reuniones sindicales, congelamiento de sus actividades, marchas en la ciudad de México o la capital del estado, pinta de paredes, toma de carreteras, camiones y tiendas departamentales. Los profesores se han convertido en la antítesis de la buena educación. Han perdido toda credibilidad, el cariño que todos les teníamos por su voluntad y deseo para hacer mejor nuestras vidas al expandir nuestras fronteras de conocimiento.
El impacto de treinta años de “lucha magisterial” es claro, Oaxaca es una de las entidades menos competitivas, pobres, y agregaría, ignorantes del país. La entidad tiene una carencia de talentos y cuadros básicos de capital humano. La ciencia económica, desde hace algunos años, ha demostrado que una región acelera sus tasas de crecimiento económico y se vuelve más competitiva en la medida en que fortalece la formación de capital humano. El trabajo de los profesores del sistema básico en la entidad ha trabajado en contra del anterior principio, al formar una masa ignorante de oaxaqueños, que tienen que integrarse a la sociedad en todas sus áreas y tomar decisiones en el conjunto social. Por si esto escenario no fuera profundamente oscuro, nuestras escuelas públicas de educación media superior y superior también están haciendo poco para formar capital humano de alta calidad y lo digo con la confianza que me da el haberme formado hasta el nivel superior en escuelas públicas del estado.
Recientemente, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) publicó el índice de competitividad urbana de 74 ciudades de México, se incluyeron dos ciudades de Oaxaca: la capital y Tehuantepec. Los resultados son bastante claros, y se entienden en función de las constantes movilizaciones y paros magisteriales. La capital del estado ocupa la posición 57, obteniendo muy malas calificaciones en materia de desarrollo económico y entorno urbano. Por otra parte, la ciudad de Tehuantepec [se incluyó Salina Cruz y San Blas Atempa] ocupó la posición 72, como resultado de un muy pobre desarrollo económico e institucional. De esta forma, dos de las principales áreas metropolitanas de la entidad, están consideradas como poco atractivas para la inversión y por tanto se consolida la prevalencia de bajas tasas de crecimiento económico y generación de empleo.
La pobreza y falta de competitividad en Oaxaca se han reforzado en el tiempo, es necesario crear un nuevo pacto social, en el que participe toda la sociedad, pero especialmente el magisterio. Es momento de crear un mecanismo adecuado para hacerles entender que de continuar con sus acciones, seguiremos profundizando nuestra pobreza material e intelectual. Se necesita de una verdadera política pública, encabezada por el gobierno del estado, que nos conduzca al desarrollo. La tarea no es sencilla, requiere compromiso y disciplina, ya que tomará mucho tiempo reparar los daños de nuestras anteriores acciones y las actuales. Ocupamos que los profesores le den un giro a la historia, que los profesores secuestren a la entidad, pero para privilegiar y alentar la ciencia, la técnica, el humanismo, el arte, el deporte y la innovación. Oaxaca tiene que recuperar y superar su pasado glorioso.
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* Profesor en economía de la UACJ, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)