En días pasados recibí un extraordinario obsequio: el libro de las crónicas de campaña de Gabino Cué Monteagudo, hoy Gobernador Constitucional de nuestro estado, titulado “Oaxaca: la transición anunciada; una ruta de esperanza. Al comenzarlo a leer, no pude evitar volver la mente atrás y recordar, gracias a la imagen que aparece en la página 15 y que estampa el momento en que Gabino Cué sale –hace casi 6 años– de la Procuraduría General de Justicia del Estado momentos después de irse a entregar voluntariamente al Ministerio Público, esto acompañado de miles de personas que sabíamos que su inocencia; qué este cambio que hoy comenzamos a vivir, costó persecuciones, denostaciones y amenazas; para al final obtener como todo propósito en el que no se deja de trabajar: satisfacciones y como su título lo indica, la gran oportunidad de sentar las bases para la transición democrática en nuestro estado.
La introducción del mismo, escrita por Gabino Cué dice así: “Oaxaca es un territorio mágico que orgulloso muestra al mundo su diversidad cultural y étnica. Es espejo que refleja una nueva raza, donde el mestizaje es principio para la construcción de un nuevo y mejor futuro. Aquí, su importancia histórica, cultural y étnica son tesoros universales que hablan claro y fuerte del espíritu de un pueblo que les da origen, posibilidad y resguardo. Por sus pastizales, Juárez aprendió a amar a México y fue creando los ideales que lo harían un baluarte de toda la tierra. Lugar de barro y chocolate, de Lunes en el Cerro y del color de sus telares, encuentro donde lo mágico es cotidiano y su alma extraordinaria.
Fue la expresión de su pueblo la que con su voto nos demanda retomar el rumbo que por justicia histórica nos corresponde, y así construir nuevas opciones de desarrollo en donde todos seamos copartícipes del Oaxaca que tanto deseamos. Consciente del inmenso privilegio y responsabilidad que la voz del pueblo me otorgó, hoy inicio junto con todo Oaxaca la construcción de un mejor futuro, en donde la paz y el progreso sirvan de ejes de gobierno; paz que genere condiciones de bienestar, fomentando así un progreso constante que nos permita recuperar la dignidad del pueblo oaxaqueño. Debemos aprender de nuestro pasado, pero no permanecer en él. Nuestra mirada está fija en una nueva ruta hacia el futuro; una ruta de desarrollo, de reconciliación y de equidad entre su pueblo… Una ruta de esperanza”.
Enseguida, en forma magistral, el prestigiado periodista Ernesto Reyes presenta una reseña de lo que denomina “La Transición anunciada”. Inicia con la crónica del 2004 y la defensa del voto, recuerda la resistencia civil pacífica donde sostiene: “Un ejemplo de ello lo significó el intento, después de la toma de posesión de Ulises Ruiz, de liberar órdenes de aprehensión en contra del candidato opositor, Gabino Cué, considerado desde el día de los comicios el gobernador moral de Oaxaca. Fue un desafortunado episodio en el cual participaron jueces de consigna validando acusaciones falsas en contra de Gabino Cué durante su ejercicio como presidente municipal de Oaxaca de Juárez (2002-2004). El objetivo era claro: atemorizar y castigar a sus críticos y opositores como en efecto sucedió desde el inicio de gobierno de Ulises Ruiz con autoridades municipales, líderes y activistas. La fallida aprehensión de Gabino Cué agrandó el abismo entre la sociedad oaxaqueña y el gobierno, cristalizada al inicio del sexenio por el ataque en contra del periódico Noticias, más las obras de remodelación del zócalo capitalino y del centro histórico de Oaxaca de Juárez, cuyos efectos dominaron la atención durante todo el año 2005”.
Enseguida Ernesto Reyes repasa aquélla etapa que los oaxaqueños nunca más deseamos se repita, “2006: crisis y recomposición política” y recuerda: “El conflicto político y social del año 2006, estuvo caracterizado por un acendrado divorcio entre el Estado y la sociedad, además de una fuerte represión y convulsión política que dejó hondas secuelas en el tejido social y efectos nocivos en la estructura económica, comercial y turística del estado”. Más adelante califica “El triunfo de Gabino: una revolución pacífica”, para enseguida preguntarse: “Cuatro de julio: ¿cambio o continuidad?, es ahí donde hace referencia a la virtud de la alianza, la que además de su unificación en torno a una plataforma común, “tuvo el atractivo de ofrecer la conformación, después del triunfo, de un gobierno de coalición, pluripartidista e incluyente que venga a demostrar, durante este ejercicio inédito, la aplicación de nuevas formas de hacer política, teniendo como divisa un gobierno honesto y eficiente del poder público”. En forma clara y sencilla, se alude a que con la fuerza del voto se le pone fin a la regresión autoritaria, para enseguida reconocer “El paso de una época a otra” donde explica detalladamente la serie de eventos que fueron dándole forma a lo que ahora es toda una realidad; por lo que antes de concluir Ernesto Reyes escribe: “Pero toda esta explicación no basta para reconocer que independientemente a las causas intrínsecas y muy particulares que llevaron a la gente a sufragar, la voz del elector se impuso porque quiere establecer una nueva relación con sus gobernantes, que su palabra se escuche y se haga sentir a través de un gobierno que deje de considerarlo ciudadano de segunda, y que tenga la sensibilidad de incluirlo en la toma de las decisiones fundamentales para su vida cotidiana. Quiere que el poder del Estado, reservado a una clase política que ve sólo por sus intereses, sea compartido en un trato de iguales para que nunca más haya familias que lloren a sus muertos por causa del gobierno, que se sientan vulnerados en sus derechos más elementales y contrario a lo que ha sucedido, el ejercicio del poder público sea transparente, haya una verdadera rendición de cuentas y se termine de una vez por todas con la corrupción, la impunidad y los abusos”.
Enseguida viene una generosa reseña fotográfica de la precampaña, de las manos de la democracia, notas de viaje de la campaña, de la gabinomanía y de la bitácora. En lo personal un obsequio que valoro y aprecio por todo el contenido histórico que con la confianza de mucha gente se fue dibujando a través de varios años de lucha. Gracias a Gabino Cué, a Fernando Franco Sevilla, Oscar Estrada de la Rosa, Luis de Velasco, Ernesto Reyes, Jorge Magariño, Erika Juárez, Edwin Martínez, Darío Nolasco, Félix Reyes, Daniel Robles, Erick Torres y Verónica Villalvazo por éste libro tan lleno de recuerdos y de alegrías. ¡Gracias!