Como en ninguna otra plaza que va a cambiar gobernador este año, Oaxaca representa un enorme desafío político para el PRI: la selección del candidato a gobernador se moverá en el dilema de optar por una figura que extienda cacicazgos locales o limpiar la política con una nominación que rompa con los grupos dominantes de poder.
La crisis que tiene a Oaxaca sumida en la crisis desde 1977 es responsabilidad del PRI, por lo que la designación de gobernador sería buena oportunidad para pagar esas facturas.
El problema de Oaxaca es que prácticamente todos los precandidatos de todos los partidos son o han sido priístas, y detrás de casi todos se encuentra la disputa por el poder entre tres exgobernadores y el gobernador saliente: el expriísta y ahora panista Diódoro Carrasco Altamirano y los priístas José Murat y Ulises Ruiz y el expriísta Gabino Cué Monteagudo.
Lo significativo de la lucha por la gubernatura de Oaxaca radica en que la alianza PAN-PRD carece de posibilidades de triunfo por los resultados desastrosos del gobierno aliancista de Cué, por lo que la pelea se da en la candidatura del PRI. Y ahí se asiste a un juego de caciques:
–Alejandro Murat representa los intereses de su padre, el exgobernador José Murat.
–Eviel Pérez Magaña representa los del exgobernador Ulises Ruiz, aunque es el mejor posicionado en encuestas.
–El empresario Samuel Gurrión fue señalado como beneficiario de Murat.
–El exgobernador priísta y ahora panista Diódoro Carrasco Altamirano coló en el PRI como precandidato al empresario Gerardo Gutiérrez Candiani, quien de ninguna manera es aspirante ciudadano, no es del PRI, se forjó en el PAN pero quiere ser candidato del PRI.
–El gobernador expriísta Cué le puso su marca a su secretario general de gobierno Alfonso Gómez Sandoval y lo metió en la lista de aspirantes del PRI como una forma de protegerse si el PRI gana la gubernatura.
–Sólo la diputada Mariana Benítez Tiburcio, la única mujer en una clase política oaxaqueña bastante machista, aparece bien posicionada y sin representar a ninguno de los grupos políticos dominantes que han convertido a Oaxaca en un juego de tronos versión pirata.
Si el PRI quiere pagar los destrozos priístas en Oaxaca, la única posibilidad se encuentra en la diputada Benítez, que hizo un buen papel como subprocuradora de la república. Pero el problema mayor es que necesitaría de todo el apoyo del PRI y del gobierno federal para reconstruir la viabilidad de Oaxaca como entidad federativa destruida por la lucha de caciques desde 1977 en que cayó el gobernador Manuel Zárate Aquino.
La alianza PAN-PRD perdió su encanto por el fracaso de Cué en impulsar la transición y porque quedó atrapado en su ineficiencia y los intereses del PRI, del PAN, del PRD y de los grupos sociales. Los dos principales precandidatos del PRD para la alianza tienen dueño político: el senador Benjamín Robles Montoya fue jefe de la oficina de la gubernatura de Cué y el diputado José Antonio Estefan Garfias es pieza del expriísta-panista Carrasco Altamirano.
Y por si fuera poco, Morena iría con Salomón Jara, un desprestigiado dirigente social que formó parte del gabinete de Cué.
De ahí que la única posibilidad de cambiar el destino político de Oaxaca sea una mujer, ajena a los cacicazgos de los exgobernadores. Pero falta que el PRI quiera hacerlo. Y parece que no quiere.
Sólo para sus ojos:
- En medio de la feria de candidaturas y de guerras sucias electorales y en la feria mediática por El Chapo debe destacarse la advertencia del gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, de que viene una grave fase de la crisis y que los políticos debieran estar alertas. A ver quién le hace caso.
- Ahora resulta que Kate del Castillo es una víctima de la venganza del gobierno por sus críticas, cuando todo indica que sí recibió dinero de El Chapo y podría ser procesada por ello. A ver qué pretexto inventa Sean Penn cuando la justicia estadunidense también le finque cargos penales.
- Por cierto, en la novela La reina del Sur la jefa del narco pactó y huyo a España.
- Muy interesante la guerra AMLO–Mancera, promovida por el tabasqueño pero con reacciones fuertes del jefe de gobierno. La disputa es por el 2018 capitalino.
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