Oaxaca de Juárez, mucho ruido y muy pocas propuestas a favor de la ciudad: Adrián Ortiz

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Estamos a punto de ver el final del periodo de campañas, y dentro de las cuestiones que ya se pueden prever, es que la ciudad de Oaxaca de Juárez seguirá perdida en el limbo de los caprichos y los recelos, y de la falta del proyecto sólido de ciudad que necesita Oaxaca, pero que seguirá sin tener para los próximos años. Las campañas proselitistas de la mayoría de los candidatos fueron de humo y dádivas, que evitaron al máximo posible diseccionar los problemas reales de la ciudad, y plantear soluciones para ello.

En efecto, las campañas para las alcaldías son las más cortas de todo el proceso electoral y, según los hechos, han sido también las más vacías. En el caso de la capital oaxaqueña, los candidatos de las tres principales coaliciones y partidos políticos han sido incapaces de delinear un verdadero proyecto para la ciudad. Lejos de eso, se han dedicado a la guerra sucia, a los ofrecimientos fáciles y la sustitución de las verdaderas propuestas por dádivas y el reparto de dinero, como si con eso buscaran la conquista de un premio y no encabezar las responsabilidades de la ciudad.

Oaxaca de Juárez, queda claro, es una ciudad llena de problemas generados en gran medida por la falta de un proyecto sostenible de ciudad, que en otros momentos le hubiera permitido contener y resolver algunos de los problemas que hoy se encuentran desbordados. Sus gobiernos municipales han sido incapaces de cumplir con las atribuciones que el artículo 115 constitucional establece como de competencia exclusiva de la autoridad municipal.

Por eso, temas como el manejo de los desechos (basura), el control de la vía pública y el ambulantaje, la seguridad pública, las vialidades, el agua potable y varios más, son motivo permanente de crisis y no de atención a la ciudadanía. Aún así, con esos problemas supurando y viéndose a flor de piel, resulta que los candidatos decidieron evadirlos y mejor hablar de propuestas abstractas, o simplemente evadirlos y sustituir la construcción de propuestas con la bruma de una campaña, en la que se impone el eslogan o el jingle sobre el planteamiento preciso frente al problema concreto.

En esa lógica, resulta que la mayoría de los candidatos no tuvieron la claridad de abordar esos problemas planteándole soluciones al ciudadano. Lejos de eso, los abanderados de las principales fuerzas políticas se fueron por el discurso fácil y por los ataques mutuos (ahí está, por ejemplo, la guerra panfletaria de acusaciones personales en la que se encuentran literalmente trenzados los candidatos de la coalición PAN-PRD-MC, el juchiteco Samuel Gurrión Matías, y el Candidato de Morena, Oswaldo García Jarquín), en lugar de hacer planteamientos más concretos con relación a la ciudad que pretenden gobernar.

De hecho, pareciera que en el caso de esos tres candidatos (Manuel de Esesarte del PRI; Samuel Gurrión de la Coalición por México al Frente, y Oswaldo García Jarquín por Morena-PES-PT), la conquista de la alcaldía de la capital oaxaqueña es el fin, y no el mecanismo para trabajar por la ciudad. Eso es verdaderamente lamentable, ya que Oaxaca de Juárez es un espacio que está urgido de las respuestas y los proyectos que hasta el momento no han sido considerados seriamente por ellos. Incluso, pareciera que la lucha por la alcaldía citadina es una especie de capricho, que intenta ser satisfecho con dinero y descalificaciones, pero sin ninguna intención de fondo.

 

¿Y LAS CAMPAÑAS?

Dentro de ese mar de señalamientos, acusaciones mutuas, compra de votos y simpatías, y derroche de recursos económicos, se ha evitado al máximo recurrir al sentido inicial de las campañas proselitistas. Poco se ha hablado de lo que la ciudad necesita, de las soluciones que demanda, y de los proyectos que debiera tener una capital tan importante como la nuestra, que no sólo es el asiento de los poderes públicos de una entidad federativa, sino que en los ámbitos cultural, histórico y turístico, es una de las principales capitales de México y, acaso, del mundo.

A pesar de ello, Oaxaca tiene problemas muy serios con sus vialidades; se encuentra en medio de un conflicto permanente por el manejo de la basura; está asolada por el ambulantaje que sigue creciendo sin control, a pesar de que las autoridades han hecho diversos esfuerzos para tratar de contener esta situación; la seguridad pública sigue siendo un rubro pendiente.

Y ni qué decir respecto a temas como la conservación de su Centro Histórico; de sus zonas de relevancia cultural y social; y de los elementos que le permitieron recibir la distinción de Ciudad Patrimonio Mundial. Sobre eso, no ha habido una sola línea rescatable por parte de los tres candidatos antes citados, que pareciera que pretenden llegar a la Presidencia Municipal de la capital para ejercer una especie de “gerencia”, en la que sólo administrarán los recursos y los beneficios pero sin procurar el avance cualitativo que tanto demanda y necesita la ciudad.

En medio de todo eso, el único candidato que demostró conocer a fondo la ciudad, tenerle amor genuino, y estar preocupado por delinear propuestas con sentido práctico y posibilidades de ser cumplidas, fue el candidato de Nueva Alianza, Raúl Castellanos Hernández. Por mucho, fue el único de los aspirantes a la alcaldía citadina que evitó chapalear en el lodo de las acusaciones y la guerra sucia que predominó en las estrategias de campaña de Morena y la coalición PAN-PRD, para dedicar su tiempo a recorrer las colonias y barrios de la capital con propuestas y planteamientos concretos a favor de la ciudad.

Al final, lo que parece quedar claro es que la ciudad seguirá siendo el espacio de las mezquindades, y no de las oportunidades. Difícilmente habrá forma de ver sinergias constructivas entre el gobierno estatal y el municipal, y lo que se espera es que continúen los recelos y las disputas, que han sido comunes entre las autoridades municipales y estatales en turno. Eso es lo que ha impedido que la ciudad avance y tenga proyectos de relevancia. Y es lo que se espera, cuando lo que vemos es una guerra tóxica entre candidatos, y una lejanía previsible —al grado de la disputa— entre casi cualquiera de los que pudiera ganar la alcaldía, y las autoridades estatales.

Con eso, queda claro que la ciudad deberá esperar a otro momento para conseguir ese gobierno decidido y con posibilidades de trabajar en firme a favor de ella, y no de las mezquindades e intereses políticos.

 

VAN SOLOS

Curiosos casos: Martha Alicia Escamilla como candidata a diputada federal por el distrito 08, y Daniel Constantino como candidato a diputado local por el distrito 14, hicieron campaña solos. En el caso de la diputación federal, Benjamín Robles, el candidato morenista, no hizo ni un intento de proselitismo, y prefirió mantenerse en el tren lopezobradorista para que su destino lo marque la inercia. Gabriela Olvera renunció a su candidatura, y Rocío Melchor sólo llenó el espacio pero sin ganas —ni forma— de hacer campaña. En el caso de Daniel Constantino, aprovechó bien el pasmo de Leslie Jiménez y la disputa por la candidatura entre Luis Alfonso Silva y Heliodoro Caballero. Ambos, a pesar de ir solos en sus distritos, no dejaron un solo día sin hacer proselitismo. Ojalá que la ciudadanía les corresponda en las urnas.

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