Las nuevas revelaciones de espionaje de agencias de inteligencias estadounidenses contra la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, mantienen hoy tensos los vínculos de este país con Estados Unidos.
Tras condenar esta actividad violatoria de la soberanía nacional, el canciller brasileño, Luiz Alberto Figueiredo, demandó una respuesta por escrito de Washington sobre las denuncias de espionaje a Rousseff y sus asesores.
Brasil quiere una declaración escrita de la Casa Blanca en una semana, subrayó Figueiredo, quien convocó la víspera al embajador estadounidense, Thomas Shannon, para expresar el malestar del Gobierno y pedir explicaciones sobre estas denuncias.
Puntualizó que la reacción de Brasil dependerá del tipo de contestación que reciba, pues necesitan “una respuesta formal por escrito y, a partir de ahí, veremos cuál será el tipo de reacción que tenemos”.
Medios de prensa nacionales, que citan a asesores cercanos a la mandataria, señalaron que la jefa de Estado analiza cancelar su visita oficial a Estados Unidos, prevista para octubre.
“La gobernante está muy irritada e indignada por el espionaje, y podría suspender el viaje a Estados Unidos en caso de que la Casa Blanca no atienda a la exigencia de ofrecer rápidas explicaciones oficiales y por escrito sobre el caso”, destacaron las fuentes según el diario Folha de Sao Paulo.
Estas revelaciones suceden a las anunciadas en julio por Edward Snowden, exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, siglas en ingles) y difundidas aquí por medios de prensa brasileños.
Los documentos desclasificados por Snowden hace dos meses señalan que la NSA interceptó correos y llamadas telefónicas de empresas y ciudadanos brasileños y está actividad no solo tenía relación con el terrorismo, sino también con el interés de sacar ventajas comerciales.
Ahora, se exhiben otras revelaciones, también de Snowden, las cuales indican que Estados Unidos espió las comunicaciones de la dignataria de Brasil, así como del entonces candidato y ahora presidente mexicano, Enrique Peña Nieto.
Estas denuncias evidencian la existencia de un marcado interés de la NSA por contar con un mayor conocimiento de las vías de comunicación y de los interlocutores de Rousseff y sus más cercanos colaboradores.
Ante esta situación, el secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho, dijo que el gobierno está en una situación de emergencia por esas denuncias.
Además de denunciar este hecho en foros internacionales, Rousseff quiere incluir una legislación que permita suspender a las empresas que cooperen con esquemas de espionaje internacional.
Se examina asimismo un fortalecimiento de la red interna de comunicación del ejecutivo y la utilización de vías alternativas a los programas de mensajerías tradicionales.
PL