En los últimos días he escuchado magníficos discursos alusivos al CCII Aniversario del inicio de la lucha por nuestra independencia nacional. Recordar e imaginar los actos de heroísmo de diversas personalidades que a la postre nos dieron “Patria y Libertad” produce un sentimiento indescriptible, más cuando se tiene en lo alto nuestro bellísimo lábaro patrio ondeando con majestuosidad, o se entona con voz firme nuestro glorioso Himno Nacional Mexicano. Más allá de lo que las páginas de nuestra historia nos puedan mostrar, lo cierto es que todos como buenos mexicanos nos sentimos orgullosos de festejar nuestra Independencia; de ahí que muchos coloquemos algo tricolor en nuestra oficina, automóvil o casa habitación, lo que evidentemente muestra públicamente nuestro acendrado nacionalismo, el que por cierto nos distingue de otros países y nos hace sentirnos más mexicanos y hasta nos lleva a festejar con tequila y hartas cervezas nuestra valiosísima independencia proclamada hasta el 27 de septiembre de 1821.
Hace poco sostenía que los hechos heroicos del presente, distan mucho de ser similares a los de antaño; esto es, ya no es el fragor de las batallas, el estruendor de los cañones o las arengas libertarias las que nos convocan a construir un México más independiente, ahora son otros los mecanismos que se requieren para ir consolidando esa independencia que con sangre y vida nos heredaron nuestros antepasados: educación, igualdad, inclusión, paz social, producción y democracia harán posible que ese sueño que tuvieron algún día José María Morelos y Pavón, el Cura Miguel Hidalgo, Vicente Guerrero, entre otros héroes más, sea posible. Gestas heroicas como la de los Niños Héroes o de la Batalla del Molino del Rey nos deben motivar a descubrir su símil al tiempo que nos ha tocado vivir. Hoy la lucha por nuestra independencia nos exige otras acciones que sin ser tan impactantes como las anteriormente señaladas, nos llevarán a rescatar a este México al que tanto decimos amar, pero que con frecuencia tanto dañamos con nuestra apatía, indiferencia y “valemadrismo”.
Más que ponernos el sombrero, pintarnos la cara de verde, blanco y rojo, colocarnos un falso mostacho o cantar con voz destemplada acompañados de un buen mariachi, lo que nuestro país necesita es mexicanos comprometidos con nosotros mismos, con hacer bien con lo que nos está tocando hacer: el estudiante, estudiando; el funcionario público, funcionando; el profesor, educando; el policía, vigilando, el gobernador, gobernando, el ciudadano, participando; el campesino, produciendo y el obrero, trabajando. Pues será sólo haciendo lo que nos comprometimos hacer como lograremos independizar a nuestro país de esas cadenas que hoy nos limitan a ser soberanos e independientes. Desafortunadamente nos hemos acostumbrado a exigirle al otro que haga bien las cosas y hemos descuidado lo que nosotros mismos deberíamos hacer. Para lo que sale mal siempre hay un culpable, un responsable, pero nunca lo somos nosotros. Nuestra indiferencia y apatía nos ha llevado a un extremo en donde resulta más fácil agachar la cabeza y aceptar lo que nos sucede, que a salir a demandar lo que sabemos nos merecemos. Y pensar que es esto último lo que nos identifica como mexicanos, pues muchos ya saben que somos “aguantadores” a más no poder.
Nos aumentan el precio de la gasolina a sabiendas que somos unos de los productores de petróleo más importantes a nivel mundial, pero como somos “aguantadores” nadie dice o hace nada para evitarlo. Nos aumentan indiscriminadamente el precio del huevo, pero como nos faltan argumentos para impedirlo, tampoco pasa nada, pues somos aguantadores. Que el salario mínimo ya no alcanza ni para un kilo de carne, lo mismo… ya Dios proveerá. Que cada día miles de familias en el campo se desintegran por la emigración, ya no hacia donde los Estados Unidos, sino a donde hay a una remota posibilidad de subsistencia ¡ni modos! esa es su culpa por no trabajar el campo y otros hasta les dicen que por flojos y seguimos sin hacer nada. En verdad que entre la Independencia de la que hablamos en el discurso y entre la que vivimos actualmente, existe una abismal diferencia. Razón por la que algunos deben estar felices que seamos esclavos de nuestra propia desidia, conformismo e indolencia.
Es por ello que sostengo que nuestra otra independencia, la actual; nos demanda acciones que por lo arraigado de nuestros hábitos vigentes, pudieran considerarse como heroicos, pero que necesariamente tenemos que ejecutarlas si queremos que en verdad dejemos huella por nuestro tránsito por este mundo. Es tiempo de vislumbrar el futuro e imaginar cómo pudiera ser el discurso en el año 2112: “Hoy honramos a esos profesores que nos dieron Independencia y libertad, ya que con su feroz batalla por enseñarnos los pensamientos universales entregaron su tiempo completo a compartir con verdadera vocación su conocimiento, no importando el día y la hora para ello”. O este otro: “Un laurel de victoria en honor de aquéllos servidores públicos que hicieron posible con su ejemplo transformar el ejercicio de la política; dignificándola, rescatándola de la podredumbre en la que estaba inmersa y poniéndola al servicio del pueblo”. O quizá esta: “Una guirnalda al campesino que con su esfuerzo y sus carencias logró que nuestro campo se reactivara y hoy tengamos los alimentos sin necesidad de importarlos como lo hacíamos hace unos años”. Son proyecciones de las intervenciones oratorias que pudieran darse en el futuro, porque en verdad que me preocupa que sigamos con los mismos discursos y una independencia que cada día se reduce únicamente a ser libres y ya. Por cierto, con frecuencia una libertad mal entendida y peor ejercida.
Es tiempo de que reflexionemos sobre el simbolismo de nuestra Independencia, pues México es un país grande, con todos los elementos para seguir siendo independiente; sólo que nuestras actitudes e insensibilidad la han llevado a un extremo en donde es necesario comenzar a revertir muchas cosas antes de que descubramos que ya es demasiado tarde y sea tal nuestra dependencia que nos lamentemos el no haber hecho algo oportunamente. Estamos a tiempo.
¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!
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