Una provocación del diputado Gerardo Fernández Noroña la tarde del 3 de febrero de 2011 originó una bola de nieve que puso en jaque a MVS, a la Presidencia de la República y a la periodista Carmen Aristegui.
Aquella tarde, cerca de las 13:30 horas, Fernandez Noroña y cuatro compañeros de bancada, entre ellos el actual representante de Andrés Manuel López Obrador ante el IFE, Jaime Cárdenas, caminaron hasta el pleno de la Cámara Baja con un mensaje de 17 palabras: “¿Tu (sic) dejarías conducir a un borracho tu auto? ¿No, verdad? ¿Y porqué (sic) lo dejas conducir el país?”, el cual causaría un lío nacional 18 meses después.
La historia, contó el petista a ADNPolítico.com, se remonta tres meses atrás, cuando caminando por la Ciudad de México vio una barda con un mensaje contra la mezcla de alcohol y volante, que le dio una idea para irritar a los diputados panistas.
“Un día vi una frase que decía ‘¿Tú permitirías que un borracho condujera tu auto?’ Y yo dije ¡claro! Si no le permitirías a alguien conducir el auto, ¿cómo le permites conducir el país? A mí se me ocurrió la segunda parte (…) Dije ‘necesito una manta que diga esto y que tenga una foto de Calderón bien chachalaco, que no sea truqueada, que sea una foto real’”, narró Noroña, quien inmediatamente llamó a Omar Sandoval, integrante de su equipo, y le dictó el mensaje que fue impreso en un taller fuera de la capital.
“Yo te puedo confesar ahora lo que no le he confesado nunca a ningún medio: cuando sacamos esa lona, yo lo que iba a hacer –soy un tipo con muchos recursos, dentro de ellos tengo el del sentido del humor– y yo iba a torear a los diputados del PAN ‘¡Ah, su presidente borracho!’ y ya, eso era todo…”, relató el diputado.
Por aquellos días, aseguró, gente de “círculos cercanos” le había contado suficientes historias para esa “broma”, sobre todo las de un supuesto alcoholismo de Calderón desde que coordinó la bancada del PAN en la Cámara de Diputados entre 2000 y 2003, y que se habría extendido hasta su responsabilidad en el Ejecutivo federal.
“Yo tenía mucha información de círculos cercanos de los problemas de alcoholismo, desde hace mucho tiempo atrás. Es conocido que desde que era coordinador de los diputados, Calderón era ‘bohemio’, un eufemismo para decir que tenía problemas con el alcohol.
“Entre 2006 y 2010, llevaba cuatro millones de pesos gastados en alcohol, por el IFAI, documentado, no lo digo yo. Las versiones insistentes de violencia al interior de la Residencia Oficial de Los Pinos han sido permanentes. Ahora que se vaya Calderón van a salir montones de cosas”, pronosticó.
Así que ese jueves arribó de buen humor a sus oficinas en el primer piso del edificio B de San Lázaro, para anudarse una corbata rosada y entrar al Pleno. Pidió a Omar la manta, y hasta entonces notó que tenía dos errores ortográficos, pero era muy tarde para echar para atrás el plan: desplegar un mensaje justo en el momento en el que se discutía la prohibición de mantas en la Cámara de Diputados.
Respiró, llamó a sus compañeros y les explicó la ironía de sacar una manta cuando se debatía la prohibición de esos mensajes. Las cámaras del Congreso enfocaron a Noroña y los petistas desplegar la leyenda con una imagen de Calderón con gesto abotargado y mirada vidriosa. Hubo gritos, abucheos, aplausos ante la insinuación de alcoholismo. Noroña se sorprendió por la respuesta furibunda. El panista Carlos Alberto Pérez Cuevas gritaba “¡Quítenla, quítenla!” y, ante la insistencia, Josefina Vázquez Mota, entonces coordinadora de la bancada blanquiazul, anunció la salida del recinto de todos los panistas y la sesión se reventó. La “broma” se había salido de control.
“Ya nos íbamos a retirar. En realidad, ellos escalaron el tema. Cuando se pusieron como se pusieron, yo dije ‘¡ups! ¿Qué pasó ahí?’ Toqué algo, puse el dedo en la llaga”, mencionó.
Lo que siguió en esos días esfumó la sonrisa de Noroña: la periodista Carmen Aristegui retomó la mañana del 4 de febrero la pregunta de la polémica la manta. En su programa de radio en MVS, lanzó un cuestionamiento sobre la salud de Calderón.
Al diputado petista se le veía tenso en los pasillos de San Lázaro. El buen humor se había ido y, en su lugar, se le había instalado un mal genio y una hipersensibilidad inusual, a consecuencia de lo que trajo esa manta que él había exhibido acusando de alcohólico a quien ocupa la presidencia del país.
“Fueron horas muy difíciles porque la verdad es que yo vi que se venía el mundo encima. Dije ‘se te viene el diluvio, Gerardo’ al grupo de diputados que hicimos eso”, recordó.
Según el presidente de MVS, Joaquín Vargas, ese mismo 4 de febrero por la tarde tuvo una reunión con el secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez-Jácome. El funcionario indicó, de acuerdo con la versión del empresario, que tenía instrucciones del presidente de no gestionar a MVS el refrendo de la concesión de la banda 2.5 GHz, hasta que Aristegui no ofreciera una disculpa pública por la interrogante. Dos días después, MVS rescindió la relación laboral con la periodista.
Roberto Gil, entonces secretario particular del presidente, repudió los “rumores ofensivos” difundidos sobre los hábitos del mandatario, al considerar que atentaban contra su dignidad. Negó que el presidente tuviera un estilo de vida nocivo, al enfatizar que mantiene un “buen estado de salud, fortaleza física y entereza”.
“Durante los cuatro años de su administración nunca ha faltado a actividad alguna por motivos de salud. El presidente de la República inicia su jornada a las 6:30 de la mañana; practica diariamente una hora y media de ejercicio; tiene reuniones privadas e inicia actividades públicas a las 8:30 de la mañana, como a muchos de ustedes les consta; y concluye siempre en torno a las 10 de la noche”, afirmó en conferencia de prensa ofrecida en Los Pinos el 9 de febrero.
Pero la presión ciudadana, que señalaba censura, doblegó a Vargas, quien finalmente restituyó a Aristegui sin disculpa de por medio, desobedeciendo las supuestas instrucciones de Calderón. Esa decisión, aseguró, selló el destino de la banda 2.5: el 8 de agosto, el Gobierno Federal informó que la concesión se pondría en subasta.
Así, la manta de 17 palabras de Noroña creció en año y medio hasta convertirse en un cruce de imputaciones entre MVS, señalado por usar a Aristegui como moneda de cambio para retener favores políticos, y Los Pinos, acusado de violar los derechos de libre expresión.
“Fueron días muy tensos, porque además –reitero– el debate era sobre el reglamento. No era sobre otra cosa (…) Hay quien quiere decir que nosotros tuvimos la culpa ¡pues, hombre! Nosotros no tuvimos la culpa del autoritarismo. Desde el momento que corrieron a Carmen Aristegui es que el asunto toca la parte sensible. Hay un nivel de intolerancia porque es verdad”, consideró Noroña.
“Yo nunca imaginé la dimensión. Cuando digo ‘nunca imaginé la dimensión’ es que hay quien me subestima y quien me sobreestima; hay quien piensa que tengo una sagacidad impresionante. Yo no sabía lo que iba a pasar. Nunca me hubiera imaginado que ésa iba a hacer la respuesta, pero (de haber sabido) claro que lo hubiera sacado”, presumió el diputado, quien no bebe una gota de alcohol a causa de un problema gástrico.
¿Y dónde está la manta? Noroña aseguró que está perdida o la tiene algún comité de Noroña Jóvenes, una agrupación juvenil que lo promovía para jefe de Gobierno del DF. “Es una pena. Esa manta debería estar enmarcada… yo creo que es mundialmente famosa”, lamentó Omar, el autor del diseño.
Pese al lío que causó, Noroña no se arrepiente de la manta. Parece alegrarse cuando recuerda el incidente, uno de tantos con los que metió en líos al Gobierno Federal, en especial a los secretarios de Estado.
“Si hubiera sabido que ese impacto hubiera tenido… la habría sacado desde antes”, aseguró.
ADN Político