* Pedir perdón al Papa y a España es una provocación tipo globo sonda para medir la reacción de los mexicanos y católicos. El objetivo es valorar hasta dónde unos y otros permitirán una dictadura populista.
* Dicho objetivo busca, al mismo tiempo, crear el ambiente propicio para seguir dividiendo y enfrentando maniqueamente a los mexicanos, ahora, a través de conflictos étnico-religiosos, que ya vivimos en Oaxaca.
¡Cuidado! Los más de 60 millones de mexicanos que no votaron por Andrés Manuel López Obrador, no deben volverse a equivocar. Llegó para quedarse transexenalmente en la presidencia.
Antes lo intentó otro socialista de corte populista como Luis Echeverría Álvarez, irónicamente al servicio de la CIA, y Carlos Salinas de Gortari. Ambos por consigna del imperialismo yanqui.
Su reciente maniobra perversa, que no la última, le convirtió en trending topic a nivel global. Exigir perdón a España y al Papa por los abusos de la conquista es una jugada genialmente maestra.
Es una provocación tipo globo sonda para medir la reacción de los mexicanos y católicos. El objetivo no es otro que valorar hasta dónde unos y otros permitirán una dictadura populista.
Lo peor de todo es que lo conseguirá después de las elecciones intermedias en 2021. Su estrategia exitosa será aparecer en las boletas electorales, gracias al pretexto de la revocación de mandato.
No hay que pasar por alto razones estratégicas geopolíticas. De los 120 millones de mexicanos alrededor de 85 por ciento se adscriben como católicos, que finalmente se traducen en votos.
El villano favorito de México, Carlos Salinas de Gortari, lo entendió a la perfección. Para legitimarse en el ejercicio del poder otorgó reconocimiento y personalidad jurídica a las iglesias.
Por su ambición de ser cardenal, Girolamo PRIgione, probablemente el Nuncio del Vaticano más corrupto, traicionó la sentencia divina dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
De mala fe, López Obrador olvida, a menos que lo ignore que el 29 de diciembre de 1836 la Reina de España, Isabel II, y la República Mexicana firmaron el Tratado Definitivo de Paz y Amistad.
La letra y espíritu del Tratado olvida “para siempre las pasadas diferencias y disensiones, por las cuales desgraciadamente han estado tanto tiempo interrumpidas las relaciones de amistad y buena armonía entre ambos pueblos”.
Exigir perdón a España no es una provocación nueva. Antes lo hizo el socialista populista presidente de Bolivia, Evo Morales y, posteriormente, Nicolás Maduro, dictador de Venezuela.
Con mayor audacia y temeridad, Evo Morales Ayma, fue más allá del perdón que reclama López Obrador al exigir a España la devolución de 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata.
El Presidente boliviano Evo Morales, alineado con el Foro de Sao Paulo, cobró la deuda a Europa el 30 de junio de 2013, en su discurso ante la reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea.
Dicho objetivo busca, al mismo tiempo, crear el ambiente propicio para seguir dividiendo y enfrentando maniqueamente a los mexicanos, ahora, a través de conflictos étnico-religiosos.
El baño de sangre por este motivo continúa en las comunidades indígenas y campesinas de Oaxaca, sobre todo en las Sierras Norte y Sur, y la Mixteca, agravadas por el narcotráfico.
Nada nuevo en México tras la traición a la Patria de Lázaro Cárdenas al autorizar la entrada del Instituto Lingüístico de Verano (ILV) para alfabetizar traduciendo la Biblia a las lenguas indígenas.
Hoy, a 85 años de la creación del Instituto Lingüístico de Verano, el presidente Andrés Manuel López Obrador da continuidad a las traiciones a la Patria al dinamitar el Estado laico mexicano.
La demanda de perdón al Papa y a España dinamita a la Iglesia Católica y a Hispanoamérica, y fortalece a las iglesias cristianas de las que forma parte, con frecuencias de radio y Televisión.
¡No está loco ni mucho menos es estúpido! Está más cuerdo que miles de personajes de todos los partidos de la vieja y nueva clase política. Es genialmente perverso, verdaderamente diabólico.
Es posible que no le alcance la vida. Pero eso es lo de menos. Al mejor estilo monárquico heredará la silla maldita a su esposa, a uno de sus hijos carnales o a alguno de sus hijos políticos putativos.
Dado su perfil psicoemocional sociopático es altamente peligroso por mesiánico. Conducta que se refuerza y agrava con su formación cristiana pentecostal. Hipócritamente engaña. Peca de cínico.
Está enfermizamente resentido con la vida. Considera que durante muchos años le negaron las oportunidades y posiciones que solo él creía merecer. Se siente predestinado a salvar a México.
Está preñado de odio y sed de venganza contra todo y contra todos. Carlos Pellicer y Enrique González Pedrero dañaron su cuerpo y alma. No le cumplieron con la gobernación de Tabasco.
Sigue siendo un desadaptado social en su fuero interno. No le basta con haber ganado la Presidencia de la República. Siempre querrá más poderes metaconstitucionales en la llamada 4T.
Fiel seguidor de los padres de la mentira y sepulcros blanqueados permanentemente miente y traiciona. Se burla de los demás con sus engaños. Sus contradicciones confunden a todos.
Sin abandonar el espíritu del viejo PRI dictatorial e intolerante por autoritario sustituyó los planes de la Internacional Socialista por los dictados del socialismo indígena del Foro de Sao Paulo.
Este es el aborto de la Teología de la Liberación helderiana y mendezarceísta autóctona de la Teología India, impulsada por los obispos rojos a los que sobrevive el emérito Arturo Lona Reyes.
Amén de su enfermiza obsesión por el poder López Obrador ganó la presidencia, gracias a los comunistas indios, rociados con agua bendita, como Adelfo Regino Montes, asesor del EZLN.
Al estilo de los dictadores socialistas como Fidel Castro, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, es un provocador que a diario suelta globos tipo sonda para medir las reacciones de sus adversarios.
Tiene un equipo inter y multidisciplinario de resentidos y desadaptados sociales llenos de odio y con sed de venganza, como Epigmenio Ibarra, John Ackerman, Martí Batres y Yeidckol Polevnsky.
Son insaciables. Exigen sangre. Buscan destruir a sus adversarios a quienes ven como enemigos.
Ocurre lo mismo con los plutócratas que le usan para seguir haciendo negocios desde el poder.
En encuentro con movimientos populares del mundo, en Santa Cruz, Bolivia, en 2015 el papa Francisco pidió “perdón” por los “crímenes” cometidos “en nombre de Dios” durante la conquista de América.
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