‘No nos merecemos un gobierno tan malo

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aggiDe política y cosas mejores como la amistad, la felicidad, la envidia y, claro, el sexo. De eso se puede platicar durante horas con Armando Fuentes Aguirre, el célebre columnista conocido como Catón.

En el Patio de los Cipreses del Claustro de Sor Juana, el escritor, periodista e historiador cuenta por qué no reniega de Humberto Moreira, por qué le gustaría ser Sancho Panza y por qué le habría gustado conocer a Francisco I. Madero.

Entre Carlos Marx y Groucho Marx, ¿con quién se queda?
Con Groucho. Es el Marx bueno, es el que puso alegría en el mundo. El otro puso guerra, división, pedantería intelectual y ese espantosísimo bodrio que es El Capital. No pasé de la página 10. El verdadero capital es la risa.

A propósito de Groucho. él decía que la felicidad está hecha de pequeñas cosas: una pequeña mansión, un pequeño yate
¡Una pequeña amante! Jajaja.

¿Qué es la felicidad?
Son momentos. Es el camino más que la posada. No es un estado permanente, no podría serlo porque aburriría. Y no debe haber nada peor que aburrirse de la felicidad.

Usted ha contado que de niño no tenía dinero, pero que se consideraba rico porque tenía muchos libros. ¿Hoy cuál es su fortuna?
Seguir viviendo la vida, disfrutarla inmensamente. Tengo 76 años de edad, no sé si bien vividos, pero sí bien gozados.

Complete la frase: un pobre periodista es…
La pobreza del periodista no consiste en la falta de dinero, sino en la falta de integridad, en la falta de lectores y en la falta de una visión que le permita ser generoso con su prójimo. No tiene nada que ver con dinero, ni con poder. El periodista poderoso se vuelve vanidoso, soberbio.

¿Usted es un periodista poderoso?
No lo creo, me gustaría serlo sobre todo en la noche. Pero no hablemos de cuestiones maritales. Jajaja.

¿Cuál es su relación con el poder?
Procuro mantenerme, en lo posible, alejado de él.

¿Y de qué depende eso de “en lo posible”?
Depende muchas veces del respeto humano. El político es un prójimo y no podemos rechazarlo o despreciarlo por el hecho de ser político. Eso sería soberbia.

¿No se arrepiente de haber apoyado a Humberto Moreira?
¡Desde luego que no! Nunca me he arrepentido por una razón: es y ha sido mi amigo. Y antes preferiría cortarme la mano que hablar mal de un amigo.

¿De dónde viene esa relación?
Su padre fue mi amigo. Humberto, a quien conozco desde jovencito, ha estado cerca de mi afecto. Pero, sobre todo, siento que hizo bien a Coahuila, independientemente de los errores que haya cometido.

El “Moreirazo” no fue un error
Fue un error por haber confiado en colaboradores que le fallaron. Curiosamente los dos gobernadores que han transformado a Coahuila han sido acosados y perseguidos: Oscar Flores Tapia y Humberto Moreira.

¿No se siente a veces el Dr. Jekyll y Mr. Hyde al escribir de temas tan distintos como Catón y como Armando Fuentes Aguirre?
Cuando había cartas, formé una buena colección, sobre todo de damas, que se quejaban por los chistes de Catón y me decían: “debería usted aprender a su vecino de página, don Armando Fuentes Aguirre, él sí es un hombre espiritual”. Algunos pensarían que es un caso de esquizofrenia, no hay tal.

¿Cómo se define a sí mismo?
Más que un hombre de letras, soy un hombre de palabras. Soy un palabrero o un palabrista.

¿Cuántas veces le han ofrecido un cargo público?
Cargos públicos no, pero sí cargos de elección popular. Me han ofrecido candidaturas el PAN y el PRD. Nunca el PRI.

¿Y por qué no ha aceptado?
Porque dejaría de ser periodista.

Retomo su frase sobre Marx: ¿no se siente a veces víctima de la pedantería intelectual de sus colegas?
No me siento marginado porque veo las encuestas que se hacen sobre articulistas y generalmente aparezco en primer lugar.

Hay algunos a los que les cae mal su éxito.
Los compadezco. A mí me cae muy bien el éxito de los demás.

¿Cuál es su mayor éxito?
Coleccionar fallas.

¿Cuál es su mejor falla?
El amor, y al mismo tiempo es mi mayor virtud.

Después de 40 años de escribir diario su columna, ¿todavía siente esa incertidumbre de enfrentarse a la página en blanco?
Siempre cuesta trabajo, pero tengo colegas que escriben un artículo por semana y me dicen que tienen problemas para encontrar un tema del cuál escribir. Mi problema es al revés: tengo diez temas y sólo puedo escribir de uno.

¿Cómo es que tiene tantos temas en la cabeza?
Porque tengo mucha vida en la cabeza y, más que todo, en el corazón.

¿Qué se siente saber que Octavio Paz no tuvo tantos lectores como usted?
¡Y quizá no tan buenos, eh! Hay escritores de élite, escritores que escriben para que los lean otros escritores. Yo nunca he sido de esos; soy un escritor de la gente. Si no estuviera tan sobado el término, diría que soy un escritor del pueblo.

¿Para quién escribe?
No aspiro a que me lean los intelectuales, aunque sé que me leen; ni que me lean los poderosos, aunque sé que lo hacen. Aspiro a que me lean Pedro, Juan y varios: Pedro Pérez, Juan Pérez, varios Pérez, la gente de todos los días, la que va por la calle, la que va a la Plaza de almas.

¿Qué personaje de novela le hubiera gustado ser?
La respuesta obvia sería el Quijote, pero se llevó tantos chingadazos que no me viene el ánimo quijotesco. Quizá me hubiera gustado ser Sancho Panza, la pasaba mejor. Desde luego comía y dormía mejor, seguramente hacía mejor el amor. Era un espíritu vital.

¿Algún personaje histórico que le habría gustado conocer?
Quizá a Francisco I. Madero porque estaba un poco tocado. Era espiritista, era homeópata, tenía la divina locura del querer el bien para los demás. Eso es estar un poco tocado.

Pero entonces ese “tocado” no es de loco.
No, es tocado de Dios.

¿Hay algo que le quite el sueño?
El insomnio.

¿No se cansa a veces de contar los mismos chistes?
Sólo hay un chiste del que salen todos. Hay una sola forma de hacer reír: romper la lógica. El romper esa esclavitud de la racionalidad a la que estamos atados es lo que provoca la risa.

¿Cómo ve la muerte?
Con los mismos ojos con los que veo la vida: sin tenerle miedo. Es tan natural como el nacimiento. Sentir temor de morir es tan absurdo como sentir temor de nacer. A lo mejor vamos a nacer a otra vida con la muerte.

¿A quién no quiere en su funeral?
A nadie que vaya por compromiso.

¿Cuál quiere que sea su epitafio?
Vivió mucho y amó mucho.

¿El sexo lo obsesiona, le encanta, lo extraña?
Me encanta, no lo extraño porque está presente, se extraña lo que ya se fue.

¿De todos los pecados, cuál es su favorito?
La lujuria.

De haber podido ¿con quién le habría gustado ser infiel a su esposa?
Con mi esposa.

Descríbame sus 76 años en un tuit.
Gozosos, gloriosos, luminosos. Los cuatro misterios del rosario son gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos. Así han sido mis años con excepción de dolorosos.

¿No ha conocido el sufrimiento?
El sufrimiento y el dolor son parte de la vida. Les doy la bienvenida porque me hermanan con mi prójimo.

¿Cree en la vida después de la muerte?
Raras veces pienso en eso, pero la llamaría vida después de la vida.

A propósito de almas, ¿le vendió la suya al diablo?
Traté, pero no me la quiso comprar.

¿Qué pasa con un Presidente que no lee?
Va a tener problemas. La principal consecuencia de no leer, no es la ignorancia. Es la falta de bondad. Los libros enseñan a la gente a ser buena gente.

¿Y necesitamos políticos más bondadosos que eficientes?
¡Por supuesto! Eso quiere decir pensar más en los demás que en ellos mismos.

La pregunta de moda: ¿tenemos el gobierno que nos merecemos?
Quizá nos mereceríamos un gobierno malo, pero no nos merecemos un gobierno tan malo.

CINCO DATOS


1. El primer texto que escribió está fechado el 8 de julio de 1948. Tenía 10 años.
2. A los 15 años obtuvo la licencia de locutor. Entonces era el más joven en lograrlo.
3. El seudónimo Catón no lo escogió él, sino que se lo impuso su primer director.
4. Si hubiera sabido antes lo qué es ser abuelo, habría tenido primero a sus nietos y después a sus hijos.
5. Ha publicado más de 15 libros. El más reciente es Plaza de almas (Editorial Diana).

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