¡No más dinero a líderes de 800 OS; que lo haga MALO!: Alfredo Martínez de Aguilar

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El colapso político y financiero es una herencia maldita de Gabino Cué en Oaxaca y su probable mafia de rateros. A un año y siete meses de gobierno de Alejandro Murat las cosas se agravan.

No hay ni siquiera hojas de papel para copias en las secretarías del Gobierno del Estado, ni tóner para las impresoras, menos viáticos, vehículos y gasolina para las corporaciones policíacas.

Sonó la hora que el gobernador Alejandro Murat ponga fin a la próspera industria de los grupos de presión y chantaje. Los oaxaqueños no aguantan más el inveterado saqueo sin llenadera alguna.

¡Ya basta! ¡Gobernador ya no dé más dinero a los dirigentes de las 800 organizaciones sociales que se enriquecen a manos llenas con dinero del pueblo utilizando las demandas de los pobres!

¡Imagínese, querido lector, si en un ejercicio aritmético partiéramos del hecho que el Gobierno de Oaxaca dé un millón de pesos a cada organización social, suman 800 millones de pesos anuales!

Es un creciente reclamo que la Fiscalía General del Estado y la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción confisquen las fortunas mal habidas del ex gobernador y Jorge Castillo, entre otros.

Con el multimillonario ahorro que significa dejar de dar carretadas de dinero a los dirigentes de las organizaciones sociales, el gobernador Alejandro Murat puede reiniciar las dos supercarreteras.

Los pseudo líderes Miguel Cruz de la organización CIPO, Adán Mejía y Lenin Pérez de UACOL, reiniciaron su embestida de presiones y chantajes con movilizaciones y plantón frente a Palacio de Gobierno.

Como acostumbran estos vividores, en vísperas de la fiesta más esperada por los oaxaqueños, La Guelaguetza, siguen dañando el patrimonio y exigiendo dinero al Gobierno. ¡Basta de chantajes!

Activistas de la Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), protestaron por la agresión a Emeterio Marino Cruz en el enfrentamiento con la policía en 2007.

Durante la marcha, los trabajadores de la educación insistieron en reclamar castigo para el ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz, así como para los ex titulares de las corporaciones policíacas.

A estas movilizaciones, se sumó el plantón del Bloque de Organizaciones Sociales Anticapitalistas frente a Palacio de Gobierno. Los pretextos de los numerosos membretes es lo de menos.

Alejandro Murat debe apoyarse en la decisión de Manuel Andrés López Obrador, virtual Presidente electo de México, quien decidió no otorgar más dinero a los gobernadores del país.

Prometió no utilizar el reparto de las participaciones para tomar represalias políticas. Tampoco impulsará, en el corto plazo, una reforma fiscal que permita dar más dinero a los estados.

Cuestionado después de la reunión en la Conago sobre las exigencias planteadas por los gobernadores, López Obrador reconoció abiertamente que le solicitaron más presupuesto.

“En honor a la verdad, los gobernadores quieren recibir más presupuesto de la federación, de lo recaudado, que las transferencias de recursos aumenten para estados y municipios”, indicó.

En conferencia conjunta con el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, el futuro Presidente advirtió que dejó en claro a los mandatarios que la prioridad de su Administración será el combate a la corrupción.

“No fue advertencia, les informé que era la prioridad del próximo Gobierno, porque era el mandato de los ciudadanos, que en las elecciones habían votado por nosotros por el compromiso de que vamos a acabar con la corrupción”, señaló.

“Políticamente vamos a estar insistiendo en no tolerar la corrupción y la impunidad, cero corrupción y cero impunidad, va más allá de lo legal”.

Pero la debacle resultante de la escandalosa corrupción y anarquía a la que nos han condenado los desgobiernos desde los 60 no es nueva ni tampoco es reciente, por el contrario, es de vieja data.

La abominación inició hace medio siglo con el arribo de Víctor Bravo Ahuja al Gobierno de Oaxaca. El 1 de diciembre de 1968 inició la pudrición de Oaxaca y de los oaxaqueños. Son ya 50 años.

A partir del 1 de diciembre de 1970 la corrupción creció con Fernando Gómez Sandoval. Refugiado en el tabaquismo y alcoholismo por su resentimiento social, éste corrompió a los universitarios.

Capitalizó a su favor el caldo de cultivo socialista preparado por don Víctor y la Iglesia Católica. El sacerdote Esteban Sánchez ideologizó en el marxismo a los juniors de la vallistocracia, en el Club Palestra.

Con genial perversidad el “maestro” Gómez Sandoval corrompió, envició y pervirtió a los nietos de ex gobernadores venidos a menos como Rafael Gasga Iturribarría y Heliodoro Díaz Escárraga.

Don Víctor trajo normalistas guerrilleros de Ayotzinapa, Guerrero, y de la ya desaparecida de El Mexe, Hidalgo. Erangelio Mendoza González y Eloy Hernández retornaron a incendiar Oaxaca.

Para acelerar el proceso de castellanización doña Gloria Ruiz, esposa de Bravo Ahuja, creó el Centro de Integración Social (CIS). La distinguida lingüista desarrolló el programa Proyecto Oaxaca.

El modelo con enfoque marxista se exportó a las normales rurales y ha servido para la formación de las generaciones de profesores que han ejercido el magisterio con clara misión castellanizante.

La escuela de Ayotzinapa se ha caracterizado por la tendencia política de izquierda marxista-leninista. Pertenece a la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FESCSM).

La normal rural de Ayotzinapa sigue siendo considerada como un auténtico «semillero» de guerrilleros. Los estudiantes de la normal han seguido organizados, manteniendo viva a la FESCSM.

En la Escuela Normal de Ayotzinapa se formaron Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas, que encabezaron dos importantes movimientos guerrilleros en México durante el siglo XX.

Cabañas Barrientos fue líder del Partido de los Pobres, organización guerrillera con una notable presencia en el sureste de Guerrero, donde contaba con una base social importante.

Lucio Cabañas, fue además secretario general de la FESCSM (Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México), la organización estudiantil más antigua de ese país.

La actividad política de Genaro Vázquez Rojas se intensificó hacia el final de la década de 1950, como dirigente de la opositora Asociación Cívica Guerrerense para formar cuadros de milicianos.

Dada su oposición al régimen, fue encarcelado en 1960 bajo los cargos de injurias y asociación delictuosa, y estuvo en la penitenciaría del DF llamado Palacio Negro de Lecumberri hasta 1968.

Después de su liberación, pasó a la clandestinidad dirigiendo a la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR). Vázquez Rojas murió en un accidente en el estado de Jalisco.

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