Si alguna vez has aparecido en la portada de una revista de liderazgo, es probable que no seas un verdadero líder. Si ocupas un cargo público y tuviste que posar fotográficamente para una campaña y llegar a ese lugar, eso tampoco te convierte en líder.
Puede parecer extraño, pero los verdaderos líderes están más enfocados en impulsar un cambio cultural en sus organizaciones o en promover sus ideas, que en preocuparse por el concepto de “liderazgo”. Estos individuos rara vez se preocupan por si son líderes o no. Muchos de ellos pasan por la vida sin saberlo, y mucho menos sin presumirlo, publicitarlo, anunciarlo o exhibirlo. Los verdaderos líderes se dedican a causas sociales como la familia, la educación, la organización, las ideas, entre otros.
En ningún momento se aprovechan de su posición para obtener beneficios personales, como una reelección o un ascenso político. Estos líderes suelen mantener un perfil bajo y no buscan aplausos, reconocimientos, adulaciones o servilismos. Los verdaderos líderes se mueven en los pasillos del servicio y la humildad, se mezclan con la gente y se ponen a su nivel.
Los verdaderos líderes no dan órdenes, sirven; no dirigen, orientan; no acumulan, comparten; no ocultan, despliegan; son accesibles, saben a dónde van; no negocian con los principios, porque cuando lo hacen, desvían sus fines y todo termina.
Un líder que intenta ser líder, como Luis Martínez Sánchez, presidente de Huajuapan, no es un líder. Este falso líder, durante su periodo municipal se ha sumergido en la oscuridad de la transparencia. Ha preferido la adulación y navega en las fantasías, en las farsas, en la arrogancia, en la soberbia y la frivolidad. No es un líder.
Luis Martínez Sánchez quiere repetir otros tres años en el cargo que hoy ostenta. Los verdaderos líderes no se aferran a lo que tienen. Los falsos líderes son los primeros en pensar que son líderes y los últimos en darse cuenta de que en realidad no lo son.
La semana pasada circuló excesivamente un video en las redes sociales, donde este mal nombrado presidente de Huajuapan, se chupa una botella para congraciarse chistosamente con sus amigos.
Luis Martínez, cree que porque sus “amigos”, sus aduladores, sus arrastrados, sus aplaudidores, sus ignorantes, sus convenencieros, sus ambiciosos le gritaban que bebiera hasta el fondo la botella, y aceptarlo, eso lo hacía ser un líder. Luis Martínez no se da cuenta que es un líder falso, cínico, infantil en edad adulta y subdesarrollado en la función ejecutiva cerebral.
Si Luis Martínez Sánchez se hubiera negado a hacer lo que le dictaban sus falsos cuates, tal vez hubiera demostrado ante sus ciudadanos que tiene fuerza de voluntad, pero él pensó que complaciéndolos estaba elevando su liderazgo y su popularidad.
Es probable que Luis Martínez, a estas alturas todavía no se dé cuenta de que los que lo rodean no son sus amigos, son, analfabetas porque viven en los abismos culturales y educativos más profundos, igual que él. Pero invitar a chuparse la botella a un tonto y éste responder positivamente, es avergonzar a su pueblo.
El líder controla, domina, vence los desafíos con determinación y creatividad. El líder fomenta el compañerismo y el respeto entre sus integrantes a través de la palabra y las actitudes. Sin embargo, éste se dejó arrastrar públicamente por su debilidad: el alcoholismo.
Definitivamente no es un líder, no es un presidente municipal a la altura de los huajuapeños. Es un payaso. Como anillo al dedo le viene eso de: “chuponcito”. Es la vergüenza del pueblo.