Cada día nuestra entidad oaxaqueña se debilita más y más. Nadie del gobierno, empezando por el gobernador, acepta que vivimos en medio de una guerra.
Sin embargo, cada dos o tres días, encontramos nuevas señales que nos dicen, que Oaxaca se ha convertido en una entidad desencajada, hundida en el desconcierto y la descomposición.
Conforme avanzan los días y se acercan las fiestas más importantes para los oaxaqueños, aumentan las señales de una gobernabilidad descabellada.
Aunque el gobierno del estado contrate bots de Asia para que la ciudadanía oaxaqueña crea que vivimos sobre algodones, etcétera, los que vivimos en estas tierras, sabemos y sentimos el incremento de la violencia.
En medio de muertes violentas, de desmembrados, de desaparecidos, de secuestrados y demás, aquí seguimos los oaxaqueños en el desamparo total, como consecuencia de una política de seguridad desplegada por el ineficiente Secretario de seguridad pública en Oaxaca, Raymundo Tuñón.
Sobre esto, destaca un ingrediente adicional, el más importante y del que nadie habla: la pérdida de soberanía.
El gobernador Alejandro Murat, ha asegurado que los cuerpos embolsados encontrados principalmente en la zona norte del estado, son de otras entidades. De ser así, entonces, es claro, que hemos perdido nuestra soberanía.
Esto significa que las actividades ilícitas del crimen organizado de otras entidades, han infectado todas las esferas de la vida pública, lo que nos ha obligado a modificar nuestros hábitos. Por la pérdida de soberanía, se nos reduce cada día más nuestra libertad.
Lo que más me preocupa de todo, es que nadie del gobierno ha reparado en la importancia que tiene esto para la vida diaria y la integridad del estado.
La pérdida de soberanía, de libertad y de control, va abrazando poco a poco a todo Oaxaca como si fuera una mancha oscura de aceite.
El tema de violencia no aparece en los discursos, ni en la agenda mediática ni en los partidos políticos ni en las dependencias encargadas de la seguridad tanto estatal como municipal. Nadie, absolutamente nadie hace referencia al control que tienen los cárteles sobre la entidad, y no lo hacen porque lo toman como sí se tratara de algo “normal”.
Los oaxaqueños hemos comenzado vivir no sólo como rehenes, sino como prisioneros dentro de nuestra misma entidad. Cada vez tenemos menos espacios para movernos, para trasladarnos de un lugar a otro porque no tenemos seguridad. Si quieren certificar esto, pregúntenle a cualquier empresario oaxaqueño, pues casi todos ellos han sido víctimas de la delincuencia.
No creo que un día lleguemos a acostumbrarnos al miedo, a las amenazas, a la extorsión, aunque diga el gobernador una y otra vez que vivimos en paz.
Es claro que el gobernador no tiene registrada en su agenda la violencia, porque ha de creer que solo es una etapa momentánea y pasajera y que en cualquier momento desaparecerá.
No se llama paz, gobernador, se llama violencia.
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