El Papa Benedicto XVI negó hoy que, para los cristianos, el “cielo” sea entendido como un lugar concreto en el más allá y aclaró que, en realidad, ese concepto pretende resumir la fe en la salvación del alma después de la muerte.
Así lo afirmó durante la homilía de una misa que presidió, con motivo de la festividad de la Virgen María Asunta, en la parroquia pontificia de “San Tommaso da Villanova” ubicada en Castel Gandolfo, a unos metros de la residencia estiva del Vaticano.
“Todos nosotros somos bien conscientes que con el término ‘cielo’ no nos referimos a algún lugar del universo, a una estrella o algo similar: no. Nos referimos a algo mucho más grande y difícil de definir con nuestros conceptos humanos”, precisó.
“Con este término cielo –agregó- queremos afirmar que Dios se hizo cercano a nosotros, no nos abandona ni siquiera en y más allá de la muerte sino que tiene un lugar para nosotros y nos dona la eternidad”.
Según el Papa para comprender esa realidad se puede pensar en alguna persona muerta la cual, después de fallecida, continúa a subsistir de alguna manera en la memoria y en el corazón de aquellos que la conocieron y amaron.
Es posible decir, consideró, que en ellos continúan viviendo una parte de esta persona, pero es como una sombra porque también esta supervivencia en el corazón de los propios seres queridos está destinada a terminar.
“Al contrario Dios no pasa jamás y nosotros existimos por la fuerza de su amor. Existimos porque él nos ama, porque él nos ha pensado y nos ha llamado a la vida”, explicó.
Apuntó que, por ello, la serenidad, la esperanza y la paz de los cristianos se funda justamente en la seguridad que en Dios, en su pensamiento y en su amor, no sobrevive sólo una sombra de los seres humanos sino todo su ser en la eternidad.
“Su amor vence la muerte y nos dona la eternidad, este amor lo llamamos cielo: Dios es tan grande como para tener espacio también para nosotros”, estableció.
“El cristianismo –añadió- no anuncia sólo una salvación cualquiera del alma en un impreciso más allá, en el cual todo aquello que en este mundo nos ha sido precioso y querido será cancelado, sino que promete la vida eterna”.
Al finalizar la misa el obispo de Roma regresó al Palacio Apostólico de Castel Gandolfo donde, al mediodía de este domingo, presidió la bendición con el Angelus antes varios miles de personas ante las cuales recordó la fiesta de la asunción de la Virgen a los cielos.