Né!: “¿Sirven de algo?”

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A los funcionarios se les ha olvidado lo que son. Se pasean custodiados por guaruras que cuestan millones al año al erario y sobre autos o camionetas de lujo blindados que tampoco son una baratija y, encima, se sienten “la mamá de Tarzán”, como calificó magistralmente el ciudadano Vichente Fox los actos de esos guangos a los que los aires de grandeza los elevan por encima de cualquier mortal común.

 

“¿Son tan enanos de pensamiento que no tienen idea de lo que son o de plano son tan listos que se hacen los que no saben?”, me preguntaba ayer mientras tomaba un café barato acompañado de unas galletas de a peso.

 

Un FUN-CIO-NA-RIO o SER-VIDOR PÚ-BLI-CO es precisamente eso, “un funcionario”, un “servidor”, un “funcionador”, alguien que debe “servir al público”, “al pueblo”, que debe “funcionar” pero, es una pena, muchos “no funcionan ni sirven pa’ na’a”, como decía un señor que terminó tragándose sus palabras.

 

Los servidores públicos, pagados por nosotros, por los que pagamos impuestos en medicamentos, alimentos o directamente en La Casa del Terror, nos deben respeto, tienen la obligación de servirnos. No es casualidad ni es nomás metáfora eso de ser “servidores públicos”; es un concepto real, válido y completamente “literal”. Es decir, que constitucionalmente quienes ostentan o “tienen a cargo” una función pública, que “funcionan, fungen en un cargo público”, son “nuestros servidores,” nuestros “sirvientes”, y por tanto están obligados a servirnos, no a jod… lastimar nuestros intereses y nuestro bienestar social.

 

Los servidores públicos deberían ser obligados a hacer sendas planas del TÍTULO CUARTO de Nuestra Constitución y la LEY FEDERAL DE RESPONSABILIDADES DE LOS SERVIDORES PÚBLICOS hasta que se las aprendan de memoria, para que les quede claro a qué obligaciones (más que derechos) están sujetos.

 

Pero si tienen flojera de leerse toda la Constitución y la Ley de Responsabilidades, todo se resume a lo siguiente: “Estarán sujetos a juicio por violaciones graves a la Constitución General de la República, a las Leyes Federales que de ella emanen, así como por el manejo indebido de fondos y recursos federales (…) Es procedente el juicio político cuando los actos u omisiones de los servidores públicos a que se refiere el artículo anterior, redunden en perjuicio de los intereses públicos fundamentales o DE SU BUEN DESPACHO”.

 

Entonces, si tienen tantas obligaciones como servidores públicos, ¿por qué piensan ellos que tienen más derecho a tantos privilegios y, sobre todo, a creer —y creérsela— que están por encima de nosotros, El Pueblo?

 

“La memoria del monje termina en donde encuentra comodidad, no cuando envejece”, decía un amigo sabio que pudo ser muy buen presidente si no hubiera sido tan desobligado inclusive de su propia salud.

 

Los funcionarios públicos nos deben respeto, cuentas claras, bajarse de sus autos lujosos y poner el pellejo de la espalda para que no pisemos el suelo helado con los pies descalzos. Ellos nos deben todo; es nuestra obligación no permitir que se les olvide.

 

Au revoir.

 

Mario Osiris Benavides Morin (Benmorin)

Catedrático de la Universalidad de Oaxacalifornia

Contacto: benmorin30@gmail.com

www.benmorin30.blogspot.com

TWITTER: @benmorin30 

Nota: Las Caricaturas las podrás ver en la sección “Parodias”