Víctor Trujillo lo dijo ya alguna vez hace algunos años: Ese payaso que ostenta como “un personaje que interpreta” es sólo el reflejo de cualquier protagonista de la televisión.
Alguien me contó, también ya hace algún tiempo, que una actriz cómica de Televisa había comenzado sus pininos como payasita de crucero, y que había sido otra actriz de malabares divertidos quien le había dado su primer oportunidad, una tal Consuelo Duval. Ahora que el éxito le sonrió, aseguran, adquirió con la fama y el dinero también mucha clase, y de aquella payasita simpática ya poco queda. Otro ejemplo célebre lo podemos encontrar en Verónica Castro, que a pesar del maquillaje y de las joyas, seguía pareciéndose a la Rosa Salvaje que “interpretó magistralmente”, según los críticos más estúpidos que alguna vez escuché hablar.
Ejemplos sobran, muchos, y de Pedro Infante ni hablar mucho pero, por no dejar y para no herir tanto a alguna fan, sólo me limito a asegurar que ni era actor y mucho menos ostentaba “clase” alguna; siempre se me hizo superior Cantinflas, y decir eso es ya mucho decir.
A mi parecer había muchos actores y actrices con más clase, con estilos más esquistos, que aquellos a los que la “popularidad” les dio todo, absolutamente todo lo que fueron. Después de la fama, de los “personajes interpretados”, si bien un avionazo, una sobredosis o cualquier final fatal fue “inesperado”, desde un punto de vista más “actual”, no nos sorprende ya que los excesos, las extravagancias y demás cosas raras los hicieron, finalmente, bajar de las nubes en que se encontraban.
Víctor Trujillo se vistió alguna vez de tehuana y, según me contaron también, interpretaba un personaje fabuloso que, de poco en poco, se fue convirtiendo en la güera aquella que se volvió más vulgar y pelada que Paquita La Del Barrio y Carmen Salinas, pero para Trujillo interpretar una mujer no le daría las comodidades de explotar el cuerpo femenino a través de la agresión machista de un payasote mexicano, alburero y sinvergüenza, que pusiera ocupar mejor para ir subiendo las escalinatas que le llevaron hasta donde ha llegado.
Ese payasito agresivo, que dentro de una caja de cristal nos parece inofensivo, ha amenazado con salir de esa jaula que siempre ha limitado una relación o interacción entre el payaso (el que sea) que aparece en TV y quienes miramos ese aparato ya más domesticado que cualquier mascota y al que le tenemos más confianza que al doctor y a la muchacha que nos hace el aseo. Esa aterradora imagen puede ser más familiar para quienes vieron alguna vez las películas de “Juegos diabólicos” y “El Aro”: un espectro peligroso, diabólico hasta los dientes, atraviesa la televisión (de adentro hacia afuera) y comienza a hacer daño real, tangible, y si bien eso no ha ocurrido aún con el mentado Víctor Trujillo, ese primer paso de amenazar en plena televisión a un “tuitero” debe ser atendido muy de cerca, pues nadie, nadie de la TV, la prensa escrita o yo, invaluable lector, está por encima de usted.
Au revoir.
Mario Osiris Benavides Morin (Benmorin)
Catedrático de la Universalidad de Oaxacalifornia
Contacto: benmorin30@gmail.com
TWITTER: @benmorin30
Nota: Las Caricaturas las podrás ver en la sección “Parodias”