Columna publicada originalmente el 23 de julio de 1990. La reproducimos dada la importancia del tema a la luz de algunas notas y columnas que han abordado el tema.
La relación parece ser lógica: el asesinato de Enrique Camarena Salazar a llevado a revelar la pugna entre la CIA y la DEA, y ésta comienza a mostrar algunas hebras que llevan a la operación Iran-contras en la que estuvieron metidos funcionarios del gobierno de Ronald Reagan que ahora están en la administración de Bush.
El fondo del asunto radica en el hecho de que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos se alió con narcotraficantes para crear canales de comunicación y suministro de armas y dinero para la contra nicaragüense. En este operativo dos países jugaron un papel clave: Honduras y México.
Un documento del Senado de Estados Unidos que incluye la investigación de congresistas en el asunto de terrorismo y narcotráfico está en poder de Indicador Político. Además de revelarse en él muchos pormenores del caso Irán-contras, hay algunos datos que podrían ilustrar las razones -y sin razones- que envuelven el juicio sobre el asesinato de Camarena que está a punto de resolverse en los Angeles, California.
El aspecto central del asunto es que la CIA y evidentemente el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca -en operativos que no pueden realizarse por la libre, sino en función de directivas de seguridad nacional aprobadas por el presidente o el vicepresidente- usaron las redes de transporte, comunicación y transferencia de dinero de algunos cárteles del narcotráfico para suministrarle » ayuda humanitaria » del gobierno de Reagan a la contra nicaragüense: dinero, armas, entrenamiento, operaciones de terrorismo y aliento.
Este contexto es que el envuelve el »juicio Camarena» en los Angeles. Las vinculaciones negras entre organismos de inteligencia y seguridad nacional de Estados Unidos y organizaciones criminales de América Latina son el punto débil de la fiscalía, porque al final de cuentas la DEA estaría acusando no sólo a narcotraficantes, sino agentes de la CIA. Y por tanto, las revelaciones que aún faltan por hacerse no son sino juicios de Estados Unidos contra sí mismo.
Por ejemplo, el documento senatorial en poder de Indicador Político señala en sus páginas 42 y 43 dos hechos de suma importancia:
Primero, que el Departamento de Estado que comandaba George Shultz en la administración Reagan estuvo involucrado en la búsqueda de canales la de apoyo para la contra dentro del operativo de guerra secreta del Consejo de Seguridad Nacional contra la Nicaragua sandinista y por encima de las prohibiciones del propio Congreso Estadounidence.
Segundo, que entre algunas empresas seleccionadas como canales clandestinos de apoyo a la contra estaba la empresa aérea SETCO -Services Ejectutives Turistas Commander- de la cual era presidente del consejo de administración y dueño un hondureño llamado Juan Ramón Matta Ballesteros.
Dos detalles saltan a primera vista: uno, que Matta Ballesteros era conocido ya como un hombre clave del tráfico de drogas en Centroamérica; otro, que fue reclutado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos en Honduras, que estaban controlados por el entonces embajador estadounidense allí, John Dimitri Negroponte.
De acuerdo con el documento del Senado de Estados Unidos, el operativo que envolvió a Matta Ballesteros fue importante. De 1985 a mediados de 1986, SETCO fue una tapadera de la contra en Honduras, país que el gobierno y la embajada estadounidense convirtieron en cuartel general de la contra .Adolfo Calera, importante líder contra que sirvió a Violeta Chamorro, confesó que SETCO fue utilizada por el teniente coronel Olivier North en nombre del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
El asunto es que Matta Ballesteros sirvió a la CIA para el operativo Iran-contras en 1985, cuando reportes secretos indicaban que ese narcotraficante hondureño estaba en clasificación I de los delincuentes más buscados por la DEA. Este reporte de la DEA, incluso, indicaba que hombres de negocios de Estados Unidos . Pero por servicios prestados al Departamento de Estado y a la CIA en el tranporte de ayuda a la contra, el Senado estadounidense encontró pagos hechos por Estados Unidos a Matta Ballesteros a mediados de 1986 por 185 mil 924 dólares con 25 centavos.
En 1988, Matta Ballesteros fue secuestrado por la DEA para ser llevado a Estados Unidos. Acusado de narcotraficante, ahora se le juzga en los Angeles por haber participado en la preparación y ejecución del secuestro del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, en Guadalajara a principios de 1985.
Expertos en asuntos de inteligencia y seguridad nacional consultados por el columnista indican que la DEA sabía de las vinculaciones de los cárteles del narcotráfico en Centroamérica y Sudamérica con la CIA y con el CSN de la Casa Blanca, pero nunca hubo la justificación suficiente para comenzar detenciones y juicios. El crimen de Camarena Salazar dio la oportunidad.
La investigación del comité selecto para asuntos de narcotráfico y terrorismo del Senado, dirigido por John Kerry, Brock Adams y Daniel Patrick Moyniham, ha encontrado esa pista que llevan a demostrar que algunas mafias del narcotráfico en América Latina -incluyendo México- pudieron fortalecerse debido a los servicios prestados a los organismos de inteligencia y seguridad nacional de Estados Unidos que obedecen consignas y directrices de la misma Casa Blanca.
El problema es que en los Angeles sólo han aparecido condenas a México por el narcotráfico y revelaciones de cómo la CIA coptó a los servicios mexicanos de inteligencia para que le hiciera los trabajos sucios, pero no se ha dicho nada de cómo la CIA, el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional reclutaron a narcotraficantes para la operación Nicaragua. Los servicios al gobierno estadounidense por parte de Matta Ballesteros son apenas la punta de la hebra de un droga-gate que pondría en aprietos a funcionarios y diplomáticos de la administración del presidente George Bush.