* No es responsabilidad solo de la delincuencia común, organizada y del narco, sino en mayor medida de las mafias cupulares de la partidocracia, particularmente del PRIAN y PRD-Morena.
* La real y verdadera delincuencia en México es la de “cuello blanco” entronizada en los diversos órdenes de gobierno, en las fuerzas armadas, las corporaciones policíacas y los partidos políticos.
La creciente inseguridad y cada vez más brutal violencia, la escandalosa corrupción e impunidad que persiste en la Cuarta Transformación, no parará a corto plazo, por el contrario, incrementará.
Un dato duro que confirma esta hipótesis es la cifra de asesinatos ocurridos a lo largo y ancho del territorio nacional durante 2019 y que rompió el récord histórico al superar los 30 mil asesinatos.
Diversos expertos en seguridad pública y nacional, mexicanos y extranjeros, coinciden en señalar que 2019 fue el año más violento desde que se lleva un registro de los homicidios en el país.
La realidad se agrava dantescamente por los miles de imparables feminicidios y desapariciones. A nuestro juicio todavía falta que escale aún más la orgía de sangre que padecemos en México.
El baño de sangre continuará porque persiste la impunidad y complicidad, por corrupción con el crimen organizado y el narcotráfico, desde los gobiernos, partidos y empresarios criminales.
Especial responsabilidad recae en el sistema bancario en el país, a cuyos directivos y socios, nacionales y extranjeros, no importa el diluvio de sangre. El dinero jamás tiene Dios ni Patria.
No es responsabilidad solo de la delincuencia común, organizada y del narcotráfico, sino en mayor medida de las mafias cupulares de la partidocracia, particularmente del PRIAN y PRD-Morena.
La real y verdadera delincuencia en México es la de “cuello blanco” entronizada en los diversos órdenes de gobierno, en las fuerzas armadas, las corporaciones policíacas y los partidos políticos.
A riesgo de escandalizar a las hipócritas buenas conciencias y a los políticamente correctos, compartimos una reflexión sobre el futuro sombrío por la cruel y cruda realidad que vivimos.
Optimista en la mejor acepción de realista informado, son los dolores del parto hacia un nuevo México, a la luz de la historia de otros pueblos hermanos de América Latina, como Colombia.
Ciertamente, todavía falta mucho para que logremos tocar fondo y entender todos, pueblo, partidos y gobierno, pobres y ricos, jóvenes y adultos, que o nos unimos o terminaremos muertos.
El riesgo real e inminente es el escalamiento de la espiral de estallidos sociales regionales considerados “focos rojos” en un conflicto nacional, prefabricado por el imperio norteamericano.
Para tener una idea más clara de la dimensión y magnitud del grave riesgo que corremos como nación, baste preguntar: ¿A quién beneficia la creciente inseguridad y brutal violencia en México?
No hay que ir muy lejos por la respuesta: A los socios y cómplices del imperio estadunidense, verdaderos vendepatrias, a los que beneficia la escandalosa corrupción e impunidad nacional.
Son los verdaderos traficantes de drogas y armas, producidas por la industria de la guerra, la sangre y la muerte, en Estados Unidos de América, cuyas ganancias cotizan en Wall Street.
¡Qué lamentable y doloroso resulta reconocer que miles de mexicanos más, hombres y mujeres de todas las edades, tendrán que purificar con su sangre la vida futura de los demás en el país!
América Latina ha sido llamada más de una vez por los Papas y la Iglesia Católica “el Continente de la esperanza”. En principio, por la fuerte presencia de la fe y el gran número de creyentes.
Sin embargo, la frase encierra otro concepto mucho más trascendente que invita a la más profunda reflexión y a la más comprometida acción: de poco o nada sirve la fe sin acción.
Los 22 países de América Latina y el Caribe son la gran reserva natural, cultural y espiritual del mundo global. Les sobra riqueza material y humana, falta detonar su talento para desarrollarse.
Países adolescentes y emergentes frente a los de Asia y Europa, a sus habitantes les deslumbra el placer que da el dinero fácil y rápido, malamente obtenido, a través del crimen y el narcotráfico.
Entendible, jamás justificable, que el manipuleo de la conciencia nos convierta en minusválidos emocionales carentes en su inmensa mayoría de seguridad en sí mismos y sólida autoestima.
Por supervivencia nacional y continental urge recuperar los principios y valores universales de la verdad y la justicia, que nos permitan ser íntegros, es decir, intelectual y materialmente honestos.
A los latinoamericanos en general y de manera particular a los mexicanos y a los oaxaqueños nos corresponde unirnos y organizarnos en la defensa de nuestra vida, libertad y dignidad humanas.
Hoy, más que nunca, tenemos que hacer valer nuestro voto para exigir que el Estado y el gobierno mexicanos cumplan con su obligación primera y primaria: garantizar la seguridad a los mexicanos.
alfredo_daguilar@hotmail.com
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@efektoaguila