Nació Kiwi a la eternidad y deja una gran lección de vida y amor || Alfredo Martínez de Aguilar

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* Partió en paz al Arcoiris para no separarse jamás de sus hermanos, Charly, Tito y de su hermana Moesha. Convertido en estrella, les acompaña su hermano Alejandro Rommel, mi niño guerrero.

 

* Gracias Kiwi por tus grandes enseñanzas de amor, respeto, tolerancia y paciencia. Gracias por elegirnos como tu familia humana. Pide al Dios del Universo que salve a Oaxaca y a México.

 

 

 

A menudo afirmo a mi familia, a mis amigos y a mis alumnos que todos los problemas en este mundo tienen solución incluyendo la muerte, porque esta es su propia solución.

 

En defensa de mi dicho, sostengo que para un enfermo terminal sin curación, totalmente desahuciado, la muerte es la solución final a su padecimiento, a su dolor y el de su familia.

 

Es una de mis profundas convicciones personales, abrevadas de mis viejos abuelos indígenas zapoteco-mixtecos. Amo a la muerte, no la busco, la respeto, no le temo.

 

A diferencia de millones de personas en el mundo sé cómo moriré. Lo haré en paz, con una sonrisa en los labios y haciendo caracolitos a la muerte, muy poca, para mucha vida.

 

La espero pacientemente, sin prisa alguna. Sé que algún día o noche llegará silenciosa o ruidosa, pacífica o violenta. En el tiempo y lugar perfecto de Dios. Ni antes ni después.

 

Soy un convencido que morir es nacer a la eternidad, es vencer a la muerte terrenal. Es la mayor enseñanza de la vida y obra de Jesús. El amor derrota a la muerte con vida eterna.

 

Es la más grande lección de vida de la sabiduría milenaria de la Iglesia Católica. Vivo infinitamente agradecido a la orden religiosa de los escolapios y jesuitas. Benditos sean.

 

Cruz, libros y espada. Piedad y Letras. Monje y soldado. Liberal demócrata convencido de luchar por Dios y por la Patria, por el Estado de derecho, la Democracia y la Libertad.

 

Creyente racional, no fanático fundamentalista, ratifico mi fe en Jesús y la Cruz «Iesus Hominum Salvatore», Jesús Salvador de los Hombres. «In Hoc Signo vinces», Con este Signo vencerás.

 

Lloro la muerte de mi perronieto, amigo fiel y leal compañero Kiwi. Silenciosa, sin tocar la puerta entró la muerte a su hogar por la tarde-noche. Un infarto puso fin a su vida feliz.

 

Yorkshire terrier, cuya menuda figura se agigantaba con incansable energía. Siempre valiente y juguetón, a mañana, tarde y noche, noble y sonriente como perro de compañía.

 

Partió en paz al Arcoiris para no separarse jamás de sus hermanos, Charly, Tito y de su hermana Moesha. Convertido en estrella, les acompaña su hermano Alejandro Rommel, mi niño guerrero.

 

Todos desde el Universo infinito iluminan nuestras vidas, día y noche, con el sol, la lluvia y las estrellas. Nació Kiwi a la eternidad. Deja una gran lección de vida y amor incondicional.

 

Amó a más no poder a su abuela Jose y a sus mamitas Alexa y Karla. Él sabiamente decidió el horario diurno y nocturno con quien convivir. Compartió su tiempo de vida con todos.

 

Su partida, después de diez años, me obligó a compartir con ustedes, queridos lectores, algunas reflexiones sobre lo fugaz que es la vida y lo vulnerable que somos ante la muerte.

 

Su última actividad fue ir feliz por sus mamitas al gimnasio. Falleció al llegar al hogar. Su médico, Luis Alberto Mariscal, intentó reanimarlo. No fue posible. Se apagó la luz de su vida.

 

Gracias Kiwi por tus grandes enseñanzas de amor, respeto, tolerancia y paciencia. Gracias por elegirnos como tu familia humana. Pide al Dios del Universo que salve a Oaxaca y a México.

 

alfredo_daguilar@hotmail.com

director@revista-mujeres.com

@efektoaguila