* COVID y sismo es la coyuntura favorable para que en una evaluación objetiva de los resultados de su trabajo, el Gobernador Alejandro Murat se deshaga de una bola de inútiles incompetentes.
* Pero es, al mismo tiempo, la gran oportunidad histórica y social para pasar a la historia de las desgracias por siniestros recurrentes al éxito de su Gobierno, a través de la firma de un Nuevo Pacto Social.
Sin frivolidad, mucho menos con cursilería, hemos recordado que el Universo todo está regido por la ley máxima de los contrarios. Ley aceptada, con sus asegunes, por la ciencia y las religiones.
No se trata de pontificar. Llamémosle bien y mal, positivo y negativo, yin yang, karma o justicia divina e inmanente. No importa, finalmente, los polos opuestos rigen la vida toda en el Universo.
Dicho está que, históricamente, está demostrado que las crisis son grandes oportunidades de crecimiento personal, familiar, social y nacional. Alemania y Japón son dos ejemplos de ello.
Y en el caso de México y Oaxaca la terrible crisis provocada por la pandemia global del COVID-19 ha puesto de manifiesto el Principio de Peter o nivel de ineptitud en muchos funcionarios.
A ello, se suma la aparente tragedia del grito de dolor de la madre Tierra y que contra muchas opiniones, se puede y debe traducir en oportunidad de crecimiento y desarrollo de Oaxaca.
Es indispensable incluir como actores en la firma de un Nuevo Pacto Social a los rectores de las universidades, cuyas facultades y escuelas de arquitectura deben diseñar viviendas antisísmicas.
Ésta es la coyuntura favorable para que en una evaluación objetiva de los resultados en su trabajo, el Gobernador Alejandro Murat se deshaga de una bola de inútiles incompetentes.
Pero es, al mismo tiempo, la gran oportunidad histórica y social para pasar a la historia, de las desgracias recurrentes al éxito de su Gobierno, a través de la firma de un Nuevo Pacto Social.
Es una tarea titánica de interlocución para hacer entender y convencer a todos los líderes y actores de los sectores económicos, políticos y sociales, la necesidad de trazar la ruta de Oaxaca.
Ciertamente, es un quehacer nada fácil, pero tampoco imposible de realizar. Debió hacerse al principio de la administración. Pero nunca es tarde. Lo peor es no hacerlo, porque el fin se acerca.
El joven mandatario Alejandro Ismael Murat Hinojosa no solo tiene a su favor su innegable fuerza y salud, sino la autoridad política y moral del bono democrático con el que llegó al poder local.
Éste es un enorme activo que hasta ahora el gobernante oaxaqueño no ha querido o no sabido detonar para potenciar su creciente liderazgo nacional. Es uno de sus mayores bienes intangibles.
Por razones filosóficas, científicas, teológicas y espirituales, es nuestra profunda convicción personal que no existe de manera fatalista un destino manifiesto que nos condene al fracaso.
A nuestro juicio las llamadas desgracias, no son más que consecuencia de la concatenación de la dinámica de una serie de yerros que, necesaria y obligadamente, tienen un resultado negativo.
No es casualidad y sí causalidad que el genio científico Albert Einstein y el poeta místico mexicano Amado Nervo, coincidieran en afirmar que “somos arquitectos de nuestro propio destino”.
Al iniciar el declive de la segunda mitad de la actual administración el tiempo juega en su contra. El tiempo avanza a pasos agigantados y se acaba como agua que se escapa entre las manos. Pese a los enemigos de su padre más que de Alejandro, aún se concede a éste el beneficio de la duda.
Es precisamente este activo como valor intangible, insistimos, del que el Gobernador Alejandro Murat tiene que echar mano, hoy más que nunca, con el innegable apoyo de Pepe, su padre.
A la luz de la ley de los contrarios, nada de extraño tiene que todos los acontecimientos en la vida del mundo y de los seres humanos tengan dos o más vertientes, pros y contras, beneficios y perjuicios.
Y en esta cara y cruz de una misma moneda, poco se ha observado que la aterrorizante devastación de la pandemia global del COVID-19, tiene consecuencias altamente positivas.
La ley de los contrarios, consubstancial a la creación del Universo y la aparición de la vida humana, tiene una arista sumamente interesante, una especie de anverso y reverso positivo.
Obligará a algunos, lamentable y dolorosamente, no a muchos, a cobrar conciencia sobre la importancia vital, asunto de vida o muerte, de cuidar su salud integral, empezando por la física.
El nuevo coronavirus SARS-COV2-COVID-19 ha venido a pasar la factura a los excesos en el consumo de comida “chatarra” e ingesta de refrescos, convirtiendo la obesidad en alto riesgo. Lo mismo ocurre con la hipertensión y la diabetes, además de la tendencia genética, detonadas generalmente por la vida sedentaria y el exceso en el consumo de alcohol y tabaco.
Presentar estos tres padecimientos convierte a las personas, hombres y mujeres, de cualquier edad, en integrantes de los grupos vulnerables ante el contagio de la nueva “peste negra”.
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