Actualmente, no hay gobernadoras, sólo hay cuatro mujeres en el gabinete presidencial, no hay legisladoras presidiendo el Senado o la Cámara de Diputados, ni coordinadoras parlamentarias. Tampoco presidentas nacionales de partidos políticos.
Ministras, magistradas, senadoras, diputadas federales y locales, alcaldesas y embajadoras son minoría en un país con 57.4 millones de mujeres y 54.8 millones de hombres.
Aunque hay mujeres presidiendo tres de los cinco órganos autónomos a nivel federal (IFAI, INEE y Cofece), las consejeras y comisionadas en estos organismos representan apenas la tercera parte del total.
En 2006, cuando se publicó la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, se establecieron como metas la participación equilibrada entre mujeres y hombres en los cargos de elección popular, la representación equilibrada dentro de las estructuras de los partidos políticos y la participación equitativa en altos cargos públicos.
El compromiso de garantizar a la mujer igualdad de acceso y plena participación en las estructuras de poder y en la toma de decisiones derivaba de la Plataforma de Beijing, un instrumento adoptado a partir de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en aquella ciudad en 1995 y considerada un parteaguas en la lucha por la igualdad entre los géneros.
A punto de cumplirse 20 años de aquel acontecimiento, México está muy lejos del 50-50 en el ejercicio del poder.
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