Muchas dudas sobre la muerte de modelo en yate de Baillères

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Tres días después de que la modelo australiana Sinead McNamara fue encontrada en estado de coma y con una cuerda en el cuello en un yate del millonario mexicano Alberto Baillères en un puerto de Grecia, ayer continuaban sin quedar claras las circunstancias en que falleció la instagramer de 20 años, informó el diario británico The Independent.

El tercer hombre más acaudalado de México, número 143 en la lista de millonarios de la revista Forbes y poseedor de una fortuna de 10 mil 700 millones de dólares, aún no se ha pronunciado sobre la tragedia.

Ayer, Baillères estuvo presente en el selecto grupo de invitados en Palacio Nacional, donde el presidente Enrique Peña Nieto presentó su sexto Informe de gobierno ante mil asistentes.

Al cierre de esta edición, la Procuraduría General de la República no había recibido ninguna solicitud de Grecia para interrogar al empresario en relación con el caso McNamara.

El yate del millonario, el Mayan Queen IV, zarpó del puerto de Argostoli en la isla griega de Kefalonia el domingo por la tarde. La investigación continúa y aún se esperan los resultados de la autopsia de la modelo, informó la prensa griega.

Tras revisar el pietaje de las cámaras de seguridad del yate, entrevistar a la tripulación y realizar pruebas forenses, los investigadores dieron luz verde para que la embarcación, de seis pisos y 93 metros, abandonara Grecia.

Según la página web MarineTraffic, el yate, valuado en 200 millones de dólares, dejó la costa de Sicilia con dirección al oeste la noche del lunes, al tiempo que un portavoz de las autoridades marítimas griegas informó que no habría comentarios sobre los avances del caso.

Baillères había dejado la nave

McNamara, quien nació en Port Macquire, en Nueva Gales del Sur, fue encontrada alrededor de las 2 de la mañana del viernes pasado por miembros de la tripulación en estado crítico en el Mayan Queen IV.

Tras hallar a la modelo con una cuerda e inconsciente en una de las cubiertas, sin éxito, la tripulación, las autoridades del puerto y un médico trataron de resucitarla, reportó el diario The Australian.

McNamara fue trasladada al hospital más cercano en Argostoli, donde los médicos decidieron que fuera transportada en helicóptero a un nosocomio de Atenas, pero en el camino la modelo falleció.

Fuentes cercanas a la investigación presumen que se trató de un suicidio, informó The Sunday Times; sin embargo, algunos reportes señalan que la policía griega investiga el suceso como un asesinato, informó el medio sensacionalista británico The Sun.

La prensa griega informó que Baillères y su familia abandonaron el yate tres días antes de que ocurriera el incidente y sólo permanecieron a bordo miembros de la tripulación, de la que McNamara formó parte durante cuatro meses.

La muerte fue reportada en medios de comunicación tanto australianos como europeos y estadunidenses. Muchos hicieron énfasis en que el propietario del suntuoso yate es Baillères, quien controla sus negocios mediante Grupo Bal (Grupo Minero Peñoles, el mayor productor mundial de plata refinada; participación en el sector financiero con GNP Seguros, y propietario de El Palacio de Hierro). El portal australiano news.com.au publicó una semblanza de Baillères en https://bit.ly/2PBUbHp.

Un primo de la modelo declaró al Daily Telegraph que su familia no sabía la causa de la muerte, pero creían que podría haber sido un accidente de barco.

El deceso ocurrió mientras la madre de McNamara, Kylie, y su hermana Lauren viajaban para reunirse con ella en Grecia.

¡¡¡Feliz cumpleaños a la hermana mayor más maravillosa que podría haber pedido. Sólo 5 días para verte!!! Emoción es una descripción insuficiente, escribió la modelo en sus redes sociales.

El mensaje contrasta con otro publicado en su cuenta de Instagram dos semanas antes de su deceso: Mi cabeza está por todas partes hoy. Llévenme de vuelta al lugar donde mi única preocupación sea no abrirme el cráneo, junto a emojis de un volcán, un tornado y una aguja con sangre.

McNamara publicaba regularmente fotos de sus viajes en Instagram, donde tenía unos 12 mil seguidores.

Vivir y trabajar en un barco viendo todo lo que el mundo tiene para ofrecer. Sí, creo que estoy bastante bien, escribió en una publicación el mes pasado.

Sus amigos expresaron condolencias en redes sociales y describieron a McNamara como alma de espíritu libre y aventurera; mientras, el Departamento de Asuntos Foráneos y Comercio brindó ayuda consular a la familia de la joven.

Trabajos extenuantes y de poca paga

McNamara fue parte de una creciente lista de muchachos que, atraídos por el glamur de trabajar en altamar, jugosos salarios libres de impuestos, la posibilidad de conocer de primera mano el estilo de vida de los millonarios y viajar por todo el mundo, han tenido finales trágicos.

En años recientes, por lo menos tres británicos han perdido la vida en embarcaciones de lujo que incluyen spas, salas de cine y albercas, entre otras instalaciones. En un sector que emplea a unas 37 mil personas se cree que la cifra de fallecidos podría ser mucho mayor, aseguró en un reportaje The Sun.

Agencias de reclutamiento promueven estos trabajos como oportunidad para experimentar grandes aventuras y ganar al año hasta 110 mil libras esterlinas libres de impuestos, dependiendo del cargo.

Lo que en un principio parece un trabajo de ensueño termina por convertirse en un empleo de 14 hasta 25 horas seguidas, en rudas actividades por un sueldo que no siempre corresponde al prometido.

Mientras algunos capitanes pueden ganar entre 40 mil y 110 mil libras esterlinas anuales y libres de impuestos, un marinero de cubierta percibe de 13 mil a 18 mil libras esterlinas.

Sarah Begbie, una joven que trabajó de camarera en un yate de lujo describe: “Mis tareas diarias incluían atender todos los servicios de comida y bebidas; la limpieza de salas de estar, incluidas las habitaciones de invitados; la lavandería de la tripulación y los invitados; llevar las cuentas y el control del las provisiones de un yate de 164 pies, con 13 habitaciones para la tripulación y los invitados; ocho baños; un salón principal; un comedor y un recibidor.

Dos personas de limpieza y yo éramos responsables de mantener todo pulcro las 24 horas de los siete días de la semana, así como realizar el servicio de comida y bebida de 11 tripulantes y 16 invitados. Fue intenso.

Sarah trabajaba de 16 a 18 horas al día y descansaba en un cuarto más pequeño que una celda, por 2 mil 500 libras mensuales.

Bethany Silicox, otra camarera que trabajó tres años en embarcaciones de millonarios de Medio Oriente y Rusia, afirma haber laborado una vez 25 horas seguidas y haber realizado el viaje más prolongado, durante 40 días, sin tocar tierra.

Fuente: jornada.com