Casi siempre el día-a-día de las crisis suele ser agobiante por las oscilaciones en sus indicadores. De ahí que el arranque político real del año electoral del 2021 será a principios de enero cuando se conozca la cifra del PIB del 2020, se haga la evaluación anual del Covid-19 y se tengan las cifras anuales de seguridad.
Para entonces, dentro de seis meses, el factor Lozoya será una anécdota irrelevante, las cifras del desempleo espantarán a los analistas, las expresiones de pobreza mayor estarán inundando las páginas de los medios y las redes y Morena habrá resuelto de manera negativa la votación de su dirección política. La narrativa de las mañaneras será la misma para un escenario de crisis mucho peor de lo esperado.
La crisis previsible tiene una salida que debiera asumirse desde ahora, pero que al tomarse inclusive en enero pudiera de alguna manera atenuar los costos sociales: la aplicación de una política de Estado para ayudar a los damnificados sociales, económicos, políticos y de salud del coronavirus, pero desde ahora algunos analistas económicos están ciertos que no se aplicará. El presupuesto para 2021 se está diseñando en Hacienda sinningún programa emergente de reactivación económica, ni apoyo a la planta productiva y el empleo y sin recursos para obras contracíclicas.
Por muchos esfuerzos que hagan los presidentes de la república en turno, las elecciones legislativas intermedias sirven para consolidar la fuerza del partido en el poder y para expresar el voto de castigo social y para preparar las presidenciales siguientes.
–En 1997 Zedillo perdió la mayoría en la Cámara y el gobierno del DF por la severa crisis económica de 1995-1996 y la oposición se unió en un bloque que lo arrinconó al grado de hacerle perder la presidencia en el 2000. El voto legislativo por el PRI cayó de 48% en 1994 a 38% en 1997.
–En 2003 Fox buscó la mayoría panista en el Congreso para aumentar su poder, pero el voto de castigo a sus frivolidades y el cogobierno con su esposa le quitaron ese beneficio y estuvo a punto de perder las elecciones del 2006. En la segunda mitad de su sexenio tuvo que pactar con el PRI, porque el voto del PAN bajó de 38% en el 2000 a 30% en el 2003.
–En el 2006 Calderón necesitaba recuperarse el empate técnico con López Obrador en las presidenciales del 2006, pero la votación del PAN se estancó en 33%.
–Peña Nieto tuvo un tropiezo pequeño de pérdida de 2 puntos porcentuales en las legislativas de 2015 sobre las de 2012, pero el golpazo contundente ocurrió en 2016 con la pérdida de siete gubernaturas y la feroz campaña en su contra por los casos de Ayotzinapa, la casa blanca de su esposa y la corrupción escandalosa de los gobernadores, aunado a la campaña permanente de López Obrador.
Ahora Morena enfrenta su propio escenario. Cuando el partido en el poder llega dividido a las legislativas federales intermedias aumentan las posibilidades de pérdida de votos. Y a Morena le esperan cuando menos seis meses de fracturas internas por la falta de dirección presidencial en el partido y sobre todo marcado por la disputa adelantada por la candidatura presidencial del 2024.
En 1997 Zedillo padeció la ruptura con Salinas de Gortari y la desarticulación del PRI, en el 2003 Fox afectó al PAN por el apoyo a su esposa Marta Sahagún para la sucesión de 2006, en el 2009 Calderón perdió el control del PAN por luchas entre jefes intermedios y en el 2015 Peña no supo administrar el relevo de grupos beltronistas por jóvenes priístas ambiciosos y llenos de corrupción.
Las elecciones intermedias de 1991 fueron un ejemplo de éxito operativo, luego del colapso de 1988. Pero hubo tres comandantes al frente del PRI: Salinas de Gortari desde la presidencia, Luis Donaldo Colosio en la presidencia nacional del partido y Manuel Camacho Solís-Marcelo Ebrard en la operación en el DF.
La lección de los éxitos electorales intermedios ha estado en un presidente de la república al mando del partido en el poder, un partido cohesionado y sobre todo una clase política activa. Cuando estos tres elementos fallaron, la derrota fue inminente. Las intermedias de 1997, 2009 y 2015 adelantaron la derrota presidencial del 2000, 2012 y 2018.
Política para dummies: La política es el arte de adelantarse a la victoria.