La decisión de mantener la elección de dirigencia de Morena por la vía de la encuesta constituirá el asalto al poder partidista por Porfirio Muñoz Ledo y el grupo sobreviviente de la Corriente Democrática del PRI (ya sin Cuauhtémoc Cárdenas) para instaurar un modelo de poder semiparlamentario con la dirección del gobierno desde el partido y sus bancadas legislativas, dejando al presidente fe la república como un florero.
Así lo ha adelantado el propio Muñoz Ledo en sus últimas entrevistas de campaña; de acuerdo con esta nota: ”no somos el partido del presidente, somos el partido en el poder”. Y más: “cuando ganemos el partido” iniciará reformas constitucionales, desaparecerá el Tribunal Electoral y aprobará una nueva Constitución, entre muchas otras reformas que moverían el centro del poder de Palacio Nacional a la sede de Morena.
Los verdaderos aliados de Morena con Porfirio no están en el entorno del presidente López Obrador como el líder del movimiento de masas que ganó la presidencia en una carrera de dieciocho años, sino en los antiguos compañeros que crearon la Corriente Democrática del PRI en 1985 alrededor de la figura de Cuauhtémoc Cárdenas como el representante del proyecto ideológico de la Revolución Mexicana que encarnó su padre, el general Lázaro Cárdenas.
Y aunque López Obrador se forjó en el PRI de las bases sociales en Tabasco, bien pronto se deslindó de la Corriente Democrática para construir su propia opción política y social de gobierno. Muñoz Ledo, en cambio, anduvo de saltimbanqui político pasando por todos los partidos hasta que aterrizó en la 4-T que le dio una diputación plurinominal y un lugar en la historia fotográfica de México al colocarle la banda presidencial a López Obrador el 1 de diciembre de 2018.
Muñoz Ledo, en todos esos años, cuando menos hasta 2006, fue un aliado de gobierno priístas, perredistas y panistas que definieron, consolidaron y avanzaron el modelo económico neoliberal que es el adversario histórico de López Obrador. Ahora vio la oportunidad para apoderarse de Morena y desde ahí asumir una especie de presidencia alternativa de la república para ir marginando al presidente López Obrador, a quien critica por la falta de un proyecto real de gobierno.
La gran oportunidad de Muñoz Ledo para usar a Morena como ariete de su propio proyecto de gobierno ha radicado en el hecho de que Morena no es un partido político real, tampoco es un movimiento de masas, sino que ha derivado en una estructura de controlpolítico de candidaturas y en una agencia de colocaciones. En este contexto, Muñoz Ledo sueña con una refundación de la república, aunque con votos prestados por sus cargos legislativos plurinominales y sin ganar ninguna elección.
Y para ello deja ver que como presidente de Morena “salvaguardará” al partido del control presidencial porque “no puede haber un caciquismo” o dominio del partido por el presidente López Obrador, seguro pensando en 1975-1976 en que dirigió el PRI como títere del presidente Echeverría y del candidato López Portillo.
Si se mantiene delantera de Muñoz Ledo en encuesta de elección, Morena entrará en una zona de conflictos internos, aunque puede darse la sorpresa de que el voto del interior de la república beneficie a Mario Delgado.
27 días para las elecciones de EE. UU. Sea cierto o mentira, el genio estratégico de Donald Trump recuperó posiciones en las encuestas con su hospitalización por una infección del COVID-19. Y esas horas mostraron que el demócrata Joe Biden sólo es un espejo negativo de Trump pues sólo suma repudios y nada agrega por sí mismo. A ello ha contribuido el silencio de Barack Obama, quien en la recta final electoral no ha apoyado de manera decidida a su exvicepresidente y Michelle Obama ya se hizo a un lado. La iniciativa política del proceso electoral regresó a manos de Trump.
Política para dummies: La política es la autobiografía.
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