La celebración prácticamente universal de la Navidad, máximo hito del cristianismo, y el final del año, un año azaroso y complejo en Oaxaca, México y el mundo, nos convocan a la reflexión, a la reconciliación, y aún a darle una oportunidad al perdón como vía para emerger unidos y más fuertes en la epopeya de la vida, ahora que estamos por iniciar otro tramo del camino, el 2015 con todos sus retos, esperanzas y sueños.
Está por cerrarse un ciclo y abrirse otro, y considero que la actitud que debe prevalecer es la de reconocer aciertos y errores, sin estigmatizaciones mutuas ni torneos de vencidas, sino con la mirada y el corazón puestos en lo que nos une e identifica, sin demérito de lo que nos distingue pero no tiene por qué dividirnos, aquí y en el exterior.
En los esfuerzos por llevar la paz, la equidad y la justicia al mundo, por ejemplo, el 10 de octubre la adolescente paquistaní Malala Yousafzai y el indio Kailash Stayarthi obtuvieron el Premio Nobel de la Paz por su combate contra la explotación infantil. A Malala en especial me tocó el privilegio de conocerla, palpar su sensibilidad humana. La conocí como legislador en la reunión interparlamentaria México-Unión Europea, celebrada en Francia este mismo año.
En el aspecto económico, los mercados internacionales cierran con la inestabilidad y la incertidumbre que inevitablemente genera la drástica caída de los precios del petróleo, cayendo de más de 90 a cerca de los 50 dólares el barril, lo que impacta severamente a las naciones monoexportadoras, como Venezuela y algunos países de la península arábiga.
México resiente los efectos, pero éstos no son devastadores porque la economía nacional se ha diversificado a partir de la puesta en vigor del TLC de América del Norte, lo que sucedió en 1994, y la subsecuente firma de otros nueve acuerdos de libre comercio que han hecho que la mayoría de exportaciones del país sean bienes y servicios ajenos a los hidrocarburos, además de que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto tomó oportunas medidas precautorias como la compra de un seguro que ampara un precio internacional del barril de petróleo compatible con las previsiones de la ley de ingresos y el presupuesto de egresos de la federación para el año próximo.
En el orden político, el 2014 cierra con una gran noticia: el inicio del proceso, apenas hecho público el mes de diciembre, para reanudar relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, lo que pone fin al último vestigio de la guerra fría, el llamado equilibrio del terror entre las dos superpotencias que emergieron triunfantes de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, con sus aliados en los cinco continentes.
Una gran noticia sobre todo para el pueblo cubano, que por cinco décadas sufrió los estragos de un bloqueo económico que se tradujo en subdesarrollo, pobreza, marginación y falta de oportunidades para generaciones de víctimas inocentes de los maximalismos ideológicos y los mapas geopolíticos.
En el área de la salud, el 8 de agosto la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó una movilización internacional contra la epidemia de fiebre hemorrágica del Ébola. Hasta el 15 de diciembre la epidemia había matado a más de seis mil 800 personas, principalmente en Liberia, Sierra Leona y Guinea, según la OMS.
En México por fortuna no se han registrado casos de esta fulminante enfermedad, pero la experiencia obtenida en la rápida contención y el eficaz tratamiento del cólera y del virus H1N1, la influenza atípica, en donde los servicios de salud de Oaxaca jugaron un importante papel la administración anterior, han creado en el país una infraestructura hospitalaria y un know how, un conocimiento acumulado para una respuesta igualmente exitosa.
El 2014 cierra también como uno de los 10 años más calientes del planeta desde 1850, año en que se comenzó a monitorear este indicador de la naturaleza, en gran medida por la emisión de carbono, los gases de invernadero, lo que constituye una llamada de atención al mundo entero sobre la necesidad de reducir las emisiones de este contaminante, no bajando el ritmo de desarrollo económico sino impulsando el uso de energías alternativas.
Lo positivo en el caso es que México en general, y Oaxaca en particular, tiene un gran potencial de generación de energías limpias, como la energía eólica, que en grandes magnitudes se genera hoy en el Istmo de Tehuantepec pero que puede crecer mucho más si se armoniza con el derecho de los pueblos originarios a ser partícipes de los beneficios del desarrollo.
Para México el 2014 fue un año de avances formidables y también de desafíos mayúsculos que ponen a prueba el proyecto nacional. De una parte, concluyó el primer ciclo de reformas estructurales, reformas sentidas que el país demandó por sexenios, con gobiernos priistas y no priistas. Reformas en educación, trabajo, competitividad, telecomunicaciones, hacienda, finanzas, justicia penal, etc.
Para citar un solo dato que califica el acierto de las reformas, a partir del primero de enero los mexicanos dejaremos de pagar un costo adicional por las llamadas de larga distancia, pues todas las llamadas serán estimadas como locales y el abusivo redondeo, en donde segundos se cobraban como minutos, serán eliminados como efecto de las reformas en el sector telecomunicaciones.
Los problemas de inseguridad y los inefables acontecimientos de Ayotzinapa han oscurecido, pero no pueden negar, estos innegables avances en el marco jurídico que nos rige a los mexicanos, en busca de la modernidad, la competitividad y el desarrollo.
En Oaxaca persisten problemas estructurales y de coyuntura, al amparo de la marginación y la pobreza extrema en que viven aún cientos de miles de familias, especialmente en las comunidades indígenas. Los problemas de gobernabilidad también por una dinámica de confrontación y acoso a las instituciones y al estado de derecho de parte de organizaciones radicales.
Sin embargo, Oaxaca es mucho más que sus problemas de ayer y de hoy. Oaxaca es sobre todo su cultura profunda, su historia sin par, su hospitalidad ancestral. Sólo menciono ahora, la magnífica exposición pictórica infantil, en donde fui invitado como miembro de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados.
Ahí pude apreciar una vez más el talento fecundo de nuestro pueblo, las sonrisas de esperanza de las niñas y los niños, y el mensaje de lo mucho que podemos hacer los oaxaqueños si nos mantenemos unidos, enlazados en un gran abrazo sin renunciar a nuestra orgullosa diversidad.