Nadie tiene idea de cuándo vaya a terminar esto. Lo cierto es que de tanto grano, la gente ya tiene bien cargado el buche. También, les puedo asegurar que no va a faltar un loco que un día se le caliente el termostato y haga una babosada en contra de los que secuestran la ciudad con cierre de calles o tomas de edificios.
Los manifestantes, sean de la organización que sea, saben y confían en una cantaleta que dice: un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña, como veía que resistía fueron a llamar a otro elefante… Mil elefantes se columpiaban… Y la telaraña es la ciudadanía, quien aguanta y vuelve a aguantar que le cierren la entrada de su casa, que se queden los hijos abandonados en la calle después de que salen de clases, que los enfermos se mueran en el camino… mientras los elefantes nos aplastan y se hacen sobre la telaraña del uno, del dos y a veces hasta del tres.
A principios del 2012, nuestro gobernador Gabino Cué, dijo algo muy en serio: “Oaxaca es un estado vivo por eso hay manifestaciones”. Con estas palabras, Gabino Cué, le abrió la puerta a los desmanes que diariamente se ejercen en la entidad. Traducidas sus palabras, quiso decir que sólo los vivos tienen derechos sobre los demás; y los que aguantan son los muertos, y como los muertos no valen para él ni para ninguno de los de su gabinete, entonces pues, que los elefantes los sigan aplastando.
Al que hace escándalos se le atiende, al que cierra calles se le reconoce, al que toma edificios públicos o privados se le tolera y además se le premia con dinero, mucho dinero.
Parece que en Oaxaca, sólo los vivos pueden vivir sin ley. Y para los muertos, los que no hacen ruido, según Gabino, es la ley.
Hace un año y meses, no recuerdo la fecha, uno de los muertos de esta ciudad de Oaxaca, se le ocurrió salir a amenazar a los manifestantes con una pistola en la mano. En este caso, la policía intervino más fulminante que inmediatamente en contra del agresor para que los vándalos pudieran seguir reventando vidrios de restaurantes, hoteles y bancos. Por fortuna, el arma que recogieron los policías resultó ser de juguete. Pero que tal si hubiera sido de las que matan.
Esto que les platico no es intrascendente, es como para medirle el agua a los camotes. Hay mucha gente que cuando se le atraviesa un cierre, un bloqueo, cualquier cosa que vaya en contra de su libertad, en lo primero que piensa es en una pistola. Esto es en serio. Una señora me decía, “cuando me cierran el camino, me dan ganas de traer una pistola bien cargada de caca para echársela en los ojos y se queden bien ciegos” Y otra persona que estaba por ahí cerca grito: “yo pongo las balas”.
Los pensamientos de la gente de Oaxaca para exterminar a la plaga de manifestantes dizque sociales, ya va en el nivel de armas. Son cientos, si no es que miles de oaxaqueños los que han sacado de entre sus ropas, alguna arma mortal para ponérsela entre ceja y ceja a los secuestradores de la ciudad, cada que se nos atraviesan en el camino.
Estos pensamientos virtuales, si así se les puede llamar, son muy peligrosos porque poco a poco van madurando. Los pensamientos son como la fruta. La fruta no cae de los árboles sino hasta que está madura.
Este hecho, parece olvidarlo el gobernador y todo su gabinete. Ellos han puesto atención y se han preocupado sólo en los vivos, en los que se manifiestan, en los que bloquean, cierran, agreden, violan, secuestran. A los muertos ni los pelan porque están muertos, además, sólo son la telaraña de los elefantes.
Mil elefantes sobre la tela oaxaqueña: Horacio Corro Espinosa
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