La crónica de “El Universal” da cuenta: “El partido Movimiento de Regeneración Nacional –Morena- eligió al senador Miguel Barbosa Huerta como coordinador de organización estatal para la elección federal y local de 2018 en Puebla”. Ello, de acuerdo con los resultados de la encuesta correspondiente, aplicada bajo las “estrictas” reglas metodológicas que acostumbra dicho partido. El resultado de la medición, cuyos detalles en cuanto a universo, rangos de edad, militancia, ubicación se guardan bajo llave, coloca al hasta hace algunos meses del pasado reciente Coordinador de la bancada perredista en el senado de la república, en la antesala de aspirar a la candidatura al gobierno del estado donde el camote sigue siendo un referente.
La coyuntura sin duda lo favorece. Puebla es uno de los estados donde el actual titular del Poder Ejecutivo, Antonio Gali Fayad, sólo despachará en el Palacio de Gobierno durante dos años. Se trata de una especie de interinato, promovido –se dice- por el anterior gobernador huachicolero Rafael Moreno Valle para manipular la candidatura del relevo que viene a favor de alguna personalidad de su entorno cercano; intención que muy posiblemente termine operando a favor de Don Miguel, si como es de esperarse se sube en la “cresta de la ola” que todo indica –aunque está por verse- arrojará a López Obrador a las playas del chivatito; aunque cabe la posibilidad de que la elección en Puebla se parta en tercios y la definición se vaya a los tribunales.
De cualquier forma, por lo que se advierte, la estrategia aplicada por Miguel Barbosa “haiga sido como haiga sido” en versión Felipe Calderón le funcionó. “El fin justifica los medios” reza otra conseja popular; Integrante destacado de la corriente Nueva Izquierda liderada por los Chuchos –Ortega y Zambrano- fueron estos los que lo impulsaron a la coordinación de los senadores perredistas; partido donde los grupos –tribus, corrientes- se reparten las posiciones en función de sus “pesos específicos”; sin el aval de los Chuchos, no hubiera habido otra forma por la que hubiera llegado a tal posición.
Pero como en política, la lealtad es un árbol que da “lichys”; al cambiar las tendencias nacionales, ya constituido Morena y perfilado AMLO; el senador poblano tuvo un ataque visionario y descubrió que el malvado PRI aliado con el PAN “han resuelto soltar a sus gobernadores para combatir a López Obrador, desafortunadamente para ellos no tienen la altura y la autoridad moral y pública para dañarlo”; y por ello y varias cosas más, a finales de febrero –el 27- de este año, le retiró su apoyo a Miguel Ángel Mancera por “haber caído y quedado atrapado por las corrientes del PRD” y anunció su respaldo al líder del Movimiento de Regeneración Nacional rumbo a las elecciones presidenciales.
Así, imbuido de nuevo fervor por la causa, con gran orgullo y congruencia declaró en conferencia de prensa: “Soy perredista, no me voy a Morena, pero apoyo a AMLO. Tomé la decisión de apoyarlo rumbo al 2018 y hago un llamado a apoyarlo también. El partido de la Revolución Democrática se está vaciando y su dirigencia debe reconocer que eso es una realidad”. Luego, como debe de ser en todo “estadista” que se respete y por si alguien lo dudara, acotó “no soy oportunista ante la creciente popularidad de Morena”.
Ya entrado en gastos y frente al reclamo de sus en ese tiempo aún compañeros; y en particular en respuesta a Silvano Aureoles que lo llamó “ingrato” respondió “entiendo que asume que soy senador desde una corriente interna del PRD –los Chuchos-. Yo contribuí en ella, pero no debe tener dueños como él –Aureoles- lo ve. Yo a él le digo que es el agradecido, el muchacho agradecido. ¿Con quién?, con Peña y los Chuchos, porque es gobernador porque hubo un acuerdo entre Peña y los Chuchos”; ya entrado en gastos, vinieron luego las broncas por la coordinación y el “cash” y su plena incorporación de facto a Morena. Hasta el momento actual.
Hoy Miguel Barbosa está perfilado a competir por un gobierno al que como perredista no tendría “posibilidades”. Lejano está aquel día que le dijo a López Doriga “Cuando yo tomó esta definición –de apoyar a AMLO-, la tomo a sabiendas que Morena ya tiene una conformación ya hecha. Por eso yo no aspiro a alterar nada de lo que está estructurado. Haré operación política por López Obrador a nivel nacional y en Puebla, pero sin pensar en ninguna candidatura”. Como se advierte en Barbosa aplica aquella otra conseja popular “es de sabios cambiar de opinión”.
Ya para concluir, vale la pena apuntar a lo ya comentado; quien tenga una memoria medianamente calibrada, recordará que no hace mucho tiempo, Miguel Barbosa era una de las voces más críticas al movimiento de Andrés Manuel López Obrador. Desde la comodidad de su curul en el senado vociferaba la incapacidad de AMLO para encabezar a la izquierda y aseguraba que nadie le iba a rogar para afiliarse a las filas de Morena. Bastaron las elecciones intermedias de 2015, la derrota del PRD en la Ciudad de México y las conversiones en el senado a las filas de Morena, para que el prócer poblano sufriera amnesia y se sumara al combate de la mafia del poder.
Aplicada la encuesta, Barbosa ya es el hombre fuerte de Morena en Puebla; habrá que ver si al final del camino la táctica de jurar lealtad por conveniencia y renegar de los aliados que lo impulsaron a llegar a donde está, alcanzará para recuperar credibilidad y esgrimir la congruencia como bandera electoral.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh