Migrantes, víctimas de modelos neoliberal y posneoliberal || Carlos Ramírez

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En términos racionales, los migrantes legales e ilegales mexicanos que están en Estados Unidos han sido víctimas propiciatorias del modelo estatista 1970-2024 en sus tres variantes: populista de subsidios, neoliberal de mercado y posneoliberal estabilizador fondomonetarista.

 

Los migrantes que comenzaron a irse del país a partir de mediados de los sesenta y hasta los flujos masivos en los últimos diez años nunca consideraron será asumidos como héroes, porque prácticamente salieron huyendo –el famoso voto con los pies que se popularizó hacia finales del muro de Berlín– de una vida que no era vida y se fueron marcando con claridad las razones: el olvido institucional a partir de mediados de los setenta, la falta de ingresos salarial que el Estado dejó de garantizarles en zonas rurales, semiurbanas y urbanas y la violencia primero caciquil y después criminal que fue permitida por la falta de intermediación de autoridad del Estado y la captura territorial e institucional por parte de bandas delictivas.

 

Hasta la actualidad, las políticas públicas del PRI, el PAN y Morena tampoco consideraron a los migrantes como ciudadanos extraordinarios y las oficinas públicas se llenaron de quejas y denuncias de la corrupción padecida por muchos de ellos que regresaban en temporadas vacacionales y que se convertían en víctimas explotadas en el momento mismo de pisar territorio mexicano.

 

Más que héroes, los migrantes son considerados como un factor de balanza de pagos por el papel que juegan las remesas en las finanzas públicas y también como elemento de política social privada porque el dinero de las remesas aumentó el nivel de vida de las familias que se quedan y muchas veces logran convertirse en programas autosociales de mejoramiento del entorno urbano a sus comunidades. Es decir, las remesas han impedido la violencia social que hubiera estallado en los casos de empobrecimiento crónico y profundización de la miseria en zonas rurales y semiurbanas de donde salieron las oleadas de migrantes hacia Estados Unidos para conseguir ahí los ingresos que el sistema económico mexicano les negaba.

Los migrantes, en efecto, tienen un perfil de heroísmo que no tiene que ver nada con el presunto nacionalismo populista, sino que profundiza su pauperización ya en territorio estadunidense: aceptan trabajos mal pagados, viven huyendo de la policía, sus condiciones de vida a veces son peores que en México pero les permiten ahorrar dólares para enviarlos a sus familias y los consulados son oficinas burocráticas que carecen de instrumentos oficiales para defenderlos y que no se atreven a confrontar a las autoridades locales americanas cuando se violan con toda impunidad sus derechos humanos.

 

No hay cifras solidas sobre los migrantes ilegales de los últimos diez años, pero se puede aventurar la cifra de cinco millones de mexicanos que cruzaron en ese período la frontera de manera ilegal y que viven a salto de mata para obtener dólares salariales que su país y su economía no les proporcionan. Esos migrantes se fueron despotricando contra el PRI y el PAN, fundaron sus esperanzas en Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador y es la hora que nada han obtenido para su beneficio, a sabiendas también de que el regresar o ser deportados volverían otra vez a su miseria cotidiana.

 

El modelo populista 1970-1982, el ciclo neoliberal 1983-2024 y el corto período posneoliberal 2018-2030 carecen de un proyecto de reinserción social y económica de los migrantes, en tanto que la estructura productiva es la misma aunque con diversos discursos demagógicos: 55% de los trabajadores en la informalidad, 80% de la población con una a cinco restricciones sociales, tasa de crecimiento promedio del PIB de 1.5% de 1982 a 2030, el 75% de los trabajadores formales con ingresos de uno a tres salarios mínimos que son insuficientes para cumplir con el mandato constitucional de salario remunerador.

La caracterización de héroes para los migrantes que cruzaron a Estados Unidos sin cumplir con los requisitos migratorios legales y que serán víctimas propiciatorias del racismo selectivo de Donald Trump y su modelo de exclusión social no es más que una coartada inocultable para enviar desde ahora el mensaje de que los deportados regresarán a sus miserias que dejaron antes de irse y que no habrá salarios ni bienestar para ellos, a menos de que se les incorpore con subsidios muy por abajo de lo que ganaban en dólares.

 

El modelo económico posneoliberal cuatroteísta no es más que el mismo modelo neoliberal revolcado o vergonzante, con sus cifras de PIB, bienestar salarial y nivel de vida por abajo de las expectativas.

 

 

 

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Política para dummies: La política nada tiene que hacer frente al drama económico-social de la pobreza.

 

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