Lejos, muy lejos de las percepciones erradas y prejuiciadas del multimillonario derechista Donald Trump sobre los migrantes mexicanos, su trabajo y su papel económico y social han sido determinantes para la prosperidad de Estados Unidos, a lo largo del siglo XX y Lo que va del siglo XXI la primera potencia económica, y no una carga onerosa para esa nación, forjada justamente a partir de las migraciones de todos los puntos cardinales.
Quienes tenemos la responsabilidad formal y el imperativo ético de defender los intereses y los derechos de México y de los mexicanos en el exterior, quien suscribe estas líneas miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, no podemos pasar por alto los conceptos injuriosos e infundados de este aspirante a la candidatura del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos, vertidos el miércoles 17 de junio, en el prolongado mensaje con que hizo públicas sus aspiraciones políticas.
Donald Trump dijo que habría que levantar un gran muro en la frontera entre Estados Unidos y México y que, además, debería ser pagado por los vecinos del sur, pues “México no es nuestro amigo… México manda a su gente, pero no manda lo mejor. Está enviando a gente con un montón de problemas (…). Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores.”
No se trata de un fuerte aspirante a la candidatura republicana: una encuesta de Reuters/Ipsos sitúa a Trump en penúltimo lugar entre los doce aspirantes republicanos que hasta ahora han oficializado sus intenciones de aspirar a la Casa Blanca, superando tan sólo al exgobernador de Nueva York, George Pataki.
Pero no por eso se pueden ignorar las declaraciones del multimillonario del sector inmobiliario, pues las evidencias, los datos duros, refutan sus apreciaciones: los trabajadores migrantes de origen mexicano son una influencia benigna, no perjudicial, del país que los recibe después de múltiples penalidades.
Dos estudios demuestran lo contrario a lo sostenido por Trump: la documentada investigación de Raúl Delgado, de la Unidad Académica Estudios de Desarrollo de la Universidad de Zacatecas, titulada “¿quién subsidia a quién?, publicada en el 2011, y un análisis de la unidad de investigación del BBVA, “Situación Migración México, de julio del 2012.
El primer estudio revela que la contribución del trabajo de los migrantes al PIB de Estados Unidos casi se cuadruplicó de 1994 al 2007, hasta llegar a 586 mil millones de dólares, el 4 por ciento del Producto Interno Bruto de ese país y equivalente al 38 por ciento del PIB de México.
Tan requerida y apreciada ha sido la oferta de trabajo de los migrantes mexicanos que su ocupación creció 99 por ciento frente a un crecimiento de sólo el 15.1 por ciento del empleo total de Estados Unidos durante ese periodo. A partir de la crisis económica del 2007, la crisis de las hipotecas inmobiliarias, ese porcentaje se redujo como lo hizo la planta productiva total.
Lo más impactante es que, contra el mito tan extendido entre la comunidad derechista de Estados Unidos, los trabajadores migrantes mexicanos no son una carga fiscal y social para Estados Unidos, pues en el 2008 aportaron al fondo fiscal 58 mil millones de dólares, de los cuales 14.4 mil millones de dólares fueron por concepto de impuestos directos al trabajo y 44.3 mil millones de dólares por impuestos indirectos vía consumo. Desde entonces esa cifra multimillonaria no ha hecho más que crecer.
Al contrario, los ingresos vía beneficios sociales son ostensiblemente menores, sumados los conceptos de educación, asistencia pública, asistencia infantil, seguridad social, seguro del desempleo, ingreso por vejez y discapacidad, los cuales ascienden apenas a 297 millones de dólares, el 2.1 por ciento de las contribuciones fiscales de los trabajadores migrantes.
Esta ecuación superavitaria de las contribuciones sobre los ingresos de los migrantes es ratificada por otro estudio, publicado un año después, el artículo Situación Migración México, de julio 2012, de BBVA, que nos muestra un análisis integral de la migración. Destaca los efectos en los países de origen de migrantes y la contribución tan importante que los migrantes realizan en los países de destino, es decir, identifica los beneficios que la migración tiene para ambos países.
Entre los efectos positivos y contribuciones que los migrantes realizan a la economía de Estados Unidos destaca el estudio:
Entre 2003 y 2011 la contribución de los migrantes mexicanos fue del 3.6 por ciento a 4.1 por ciento del PIB total de Estados Unidos (coincidente con las cifras de la Universidad de Zacatecas). Si se considera a los mexicanos de segunda y tercera generación la contribución es de alrededor del 8 por ciento.
En algunos sectores como agricultura, construcción, y servicios de alimentos y alojamiento como restaurantes, bebidas, hoteles, entre otros; la contribución económica de los migrantes mexicanos es superior a 10% del PIB de Estados Unidos.
Los migrantes mexicanos contribuyen de 9% a 12% del total del PIB estatal en estados como California, Nevada, Arizona y Texas.
Es claro pues que lo que aportan nuestros hermanos migrantes es mucho más que lo que reciben de la economía y la sociedad estadounidense. Nada que ver con el legado de drogas, delincuencia y violación, a que se refirió en su atropellado mensaje el precandidato republicano.
Como diputado federal y como ciudadano mi voz seguirá siendo parte de los esfuerzos de los sectores que exigen la dignificación de las condiciones laborales, la estancia legal y el reconocimiento de la invaluable contribución de los trabajadores migrantes a la grandeza de la economía que hoy se nutre de su talento, mística y esfuerzo.