México: Producción científica insuficiente: Isaac Leobardo Sánchez Juárez*

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Hace algunas semanas, gracias al apoyo de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, pude reunirme con el presidente del grupo SCIMAGO, empresa española que se dedica a evaluar y clasificar los trabajos de investigación científica realizados por las instituciones de educación superior en Iberoamérica. Como resultado del encuentro pude confirmar, mediante diversos índices, que México tiene una baja producción científica y tecnológica. Dichas actividades que son palancas del desarrollo, avanzan lentamente y de forma concentrada.

 

La empresa arriba mencionada, acaba de publicar un ranking que muestra un perfil detallado de la actividad investigadora de las instituciones de educación superior basándose en datos cuantitativos de publicación y citación. La elaboración se realizó a partir de una base de datos conocida como Scopus, para el periodo 2006-2010. El ranking se construyó con cinco indicadores: 1) producción científica, medida a través del número de publicaciones en revistas científicas; 2) tasa de colaboración internacional, medida a través del número de publicaciones científicas realizadas con participación de instituciones del extranjero; 3) calidad científica promedio de cada institución, medida a través del factor de impacto que tienen las publicaciones; 4) porcentaje de publicaciones en revistas de prestigio o del primer cuartil; y 5) tasa de excelencia, medida a través del porcentaje del producto científico de una institución que se encuentra incluido en el 10% de los trabajos más citados del mundo en sus respectivos campos científicos.

El ranking evaluó el trabajo de los siguientes países (se identifica entre paréntesis el número de universidades): Brasil (370); México (269); Colombia (113); España (93); Argentina (91); Venezuela (61); Chile (59); Perú (55); Portugal (54); Cuba (44); Ecuador (37); Bolivia (19); Costa Rica (18); Puerto Rico (16); Nicaragua (10); República Dominicana (9); Salvador (8); Guatemala (7); Honduras (7); Paraguay (7); Uruguay (7); y otros (48).

Los resultados generales indican que, en el contexto Iberoamericano, el país con el mayor número de universidades en los primeros 100 lugares es España con 43 universidades, le sigue Brasil con 29, Portugal con 8, Argentina con 6, México con 5, Chile con 3, Colombia con 3, Uruguay con 1, Puerto Rico con 1 y el resto cero. Nuestro país tiene pocas universidades de excelencia en investigación y está lejos de los líderes iberoamericanos, ni que decir de europeos, americanos y asiáticos.

Las cinco universidades mexicanas que concentran los mejores trabajos de investigación científica son (entre paréntesis su posición en el ranking Iberoamericano): Universidad Nacional Autónoma de México (2), Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (26), Instituto Politécnico Nacional (36), Universidad Autónoma Metropolitana (58) y Universidad de Guadalajara (92).

En el caso de la UNAM, entre 2006 y 2010, tuvo una producción científica de 18,350 trabajos, situándose en segundo lugar, el primero fue para la Universidad de Sao Paulo que tuvo 44,610 trabajos. La calidad científica de ambas estuvo bastante lejos del óptimo, ya que presentaron un índice de 0.8; es decir, que los trabajos publicados son citados 20% menos que el promedio mundial. De los trabajos publicados por la UNAM, el 44.9% fue en revistas del primer cuartil (revistas de máximo prestigio) y 7.9% de los trabajos se encuentra entre el 10% de los trabajos más citados en el mundo. En cuanto a colaboración internacional, el 38.3 de los trabajos se realizaron con ayuda de colegas extranjeros, lo que en esencia representa un buen indicador.

La UNAM que es nuestra mejor universidad, a la que más recursos se le destinan está lejos del líder Iberoamericano y de las principales universidades de los países desarrollados. Las restantes 268 universidades consideradas en la muestra por el grupo SCIMAGO aportan muy poco al conocimiento científico y tecnológico. Lo anterior significa que debe realizarse un diagnóstico sobre las razones por las que nuestro sistema de universidades está aportando tan poco o nulo conocimiento científico. A partir del diagnóstico debe corregirse el problema.

Le adelanto una explicación, la mayor parte de universidades públicas dedican casi todas sus energías a labores de docencia, la investigación es un rubro que apenas se está desarrollando, el sistema tiene mayores estímulos para la primera actividad. En la mayoría de universidades públicas (e incluso privadas), se repiten las ideas cada semestre, no se innova, y mucho menos se genera conocimiento porque no se investiga. La docencia universitaria mayoritariamente se basa en la repetición y ello provoca que los egresados estén desvinculados del mercado laboral. Por supuesto, ya se están dando cambios en las prácticas docentes y en su conexión con la investigación, pero son demasiado lentos.

Tres ejemplos del lento avance de la investigación en la provincia mexicana: Universidad Veracruzana (UV), Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO). La primera ocupa el lugar 174 del ranking Iberoamericano, la segunda el 277 y la tercera el 635.

En el caso de la UV entre 2006 y 2010 publicó 707 trabajos científicos (compare esto con la cifra de la UNAM), de estos el 32.5% fue con colaboración internacional. Su índice de calidad científica fue 0.6, lo que significa que los trabajos son 40% menos citados que el promedio mundial. 36.2% de los trabajos fueron publicados en revistas del primer cuartil. Sólo 5.1% de los trabajos publicados se encuentra en el 10% de los trabajos más citados en el mundo, con lo que tiene un muy bajo nivel de excelencia.

En el caso de la UACJ tuvo una producción total de 282 trabajos, de estos el 48.9% fue con colaboración internacional. Su índice de calidad científica fue 0.7, lo que significa que los trabajos son 30% menos citados que el promedio mundial. 27.3% de los trabajos fueron presentados en revistas del primer cuartil. Sólo 8.1% de los trabajos publicados se encuentra en el 10% de los trabajos más citados en el mundo, con lo que al igual que la UV tiene un muy bajo nivel de excelencia en investigación. Por cierto, como investigador de la UACJ debo aclarar que en los últimos dos años el número de publicaciones se ha incrementado notoriamente como resultado de una política de contratación transparente de nuevos profesores y la creación de estímulos para realizar investigación científica de calidad.

Finalmente, la UABJO, la principal universidad pública de uno de los estados más marginados y pobres del país, tuvo una producción científica no congruente con los recursos que consume, 35 trabajos entre 2006 y 2010. De estos, 17.1% fueron realizados con colaboración internacional, cifra baja. Su índice de calidad científica fue 0.7, igual que en la UACJ y 31.4% de los trabajos se presentó en revistas del primer cuartil, lo que le permitió tener un índice de excelencia en la investigación de 10.3. Casos como el de ésta universidad se repiten por todo el país, universidades consumidoras de recursos, pero que no contribuyen a incrementar el acervo de conocimientos.  

Los indicadores son claros, en México la investigación científica y tecnológica avanza muy lentamente y ello perpetúa el atraso. Este problema es grave, requiere esfuerzos serios por parte de todos los actores involucrados para solucionarlo. Se necesitan más investigadores, más recursos y valorar las actividades científicos-tecnológicas. Además, aquellos que ostentamos el nombramiento de investigadores tenemos que aportar algo a la construcción de conocimiento para hacer de México un país competitivo y próspero.     

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* Profesor en economía de la UACJ, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)