Los días 8 y 9 de marzo México se enfrentó al espejo negro de Tezcatlipoca, la maldición que refleja, dicen, todo lo malo, el lado oscuro de la realidad. Centenas de miles de mujeres salieron esos dos días a las calles a protestar contra los dos males de la modernidad inacabada: los feminicidios y delitos sexuales, los delitos de género, sólo por ser mujeres, desde el piropo agresivo y grosero hasta el asesinato por su condición de ser mujer.
Los mexicanos nos hemos enfrentado en estos días a ese espejo de nuestras deficiencias. ¿Cómo es posible que los mexicanos, tan caballerosos, que le cantan baladas a las “mujeres divinas”, que identifican a la mujer como la madrecita a la que se adora sustituyéndola en la práctica por la Madre Virgen de Guadalupe, cómo es posible que salgan tan machos, tan hombres, tan fuertes sostenido sobre la debilidad femenina?
Pues sí, las mujeres tienen razón. Las cifras lo confirman: 2 mil 7032 mujeres asesinadas por su condición de género, 450 al año, de 2015 a 219. Pero con otro dato oficial grave; las mujeres padecen un tercio de la totalidad de los delitos contabilizados. Van unas cifras:
–En el año de 2019 ocurrieron 980 violaciones.
–En 2019 se dieron 57 mil 310 delitos contra la libertad y la seguridad sexual.
–En ese mismo año se dieron 19 mil 60 violaciones.
–En enero de 2020: 72 violaciones, 4 mil 60 delitos contra la seguridad sexual y mil 272 violaciones.
–En 2019 hubo 65 mil 525 mujeres afectadas por lesiones dolosas.
Y en 2019 se registraron 197 mil 693 llamadas de emergencia por incidentes de violencia contra la mujer.
Y a pesar de todo, como se insistió en los días 8 y 9 de marzo, el gobierno actual no ha designado al o a la fiscal de delitos de feminicidio, por lo que todos los asesinatos de mujeres son expedientes que circulan por las zonas desconocidas del sistema judicial-penal.
Las mujeres salieron a protestar con enojo, furia y hasta violencia el domingo 8, generando choques contra la policía. Colectivos de mujeres anarquistas llegaron hasta las puertas de Palacio Nacional a colocar pintas agresivas y alguna mano no muy clara –aunque bajo investigación– lanzó una bomba molotov contra esa puerta y afectó a una fotógrafa y a mujeres policías.
Lo que tiene que aclararse en el sentido de la protesta: la furia en sí misma, la propuesta de largo plazo, la interrelación institucional o…
Los medios analizaron con apoyo las protestas del 8. El 9 ocurrió un paro de labores de mujeres, un día sin mujeres, y la economía se colapsó. La marcha y el paro de labores fueron inéditos.
Se ha llegado a hablar de revolución feminista-femenina, quiebre histórico de las movilizaciones, victoria de las mujeres. Sin embargo, el gobierno del presidente López Obrador no ha respondido a las exigencias de las mujeres y su respuesta institucional ha evitado la diferenciación de género. La tendencia de inseguridad y violencia sigue escalando cifras inéditas en su número.
El martes 10 el tema femenino-feminista salió del radar de los medios. Las mujeres no pudieron diseñar hasta ahora una agenda de exigencias y reformas. Los partidos y sindicatos y las dos cámaras legislativas quedaron al margen de las protestas, las vieron con simpatías, pero nadie se acercó a los colectivos organizadores a preguntar por sugerencias, necesidades y reformas institucionales. Los partidos autodenominados de izquierda –aunque más bien de centro-populismo– abanicaron en sentido de fondo de las protestas: la exigencia de mayores y mejores medidas de seguridad, nuevas leyes contra agresiones a mujeres, reactivación con mayor eficacia de las existentes y sobre todo campañas educativas para atender las quejas de agresiones y presiones sexuales contra las mujeres.
En todo caso, la gran victoria de las protestas femeninas-feministas fue quitar el velo al rostro falso del mexicano caballeroso y mostrar al mexicano machista desde el hogar hasta el trabajo, pasando por las instancias políticas. Asistentes femeninas en la Cámara de Diputados, conocidas como edecanes por la exigencia de figura, rostro y vestimenta atractiva, han denunciado a legisladores que las presionan para obtener favores sexuales. En el futbol hay un entrenador acusado de intento de violación.
Pero conocer el rostro machista no alcanza para responder a las exigencias de las mujeres. Faltan diagnósticos del machismo mexicano, de las exigencias de las mujeres, se necesitan organizaciones no gubernamentales de carácter jurídico que acompañen a las mujeres en las denuncias, en la presión a las autoridades para dar resultados y en el seguimiento de los expedientes. Una mujer saxofonista en Oaxaca fue bañada con ácido en el rostro por su compañero, pero nada se ha hecho porque el agresor es un exdiputado del PRI, Juan Antonio Vera Carrizal, protegido del gobernador priísta de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa.
Así está la situación de la justicia, contra esa estructura salieron a gritar con furia las mujeres, por esas razones algunas usaron la violencia. Y a pesar de todo, sus quejas toparon con el muro infranqueable del Estado, contra su estructura burocrática de seguridad y justicia que no se ha movido un milímetro desde hace muchos años.
La gran victoria de las mujeres el 8 y 9 de marzo se verá después: si regresan a su cotidianeidad, habrán fracasado; si impulsan activismos institucionales y arrinconan al Estado, habrán ganado.