México, la gran Esperanza. El Desafío de Oaxaca: Martín Vásquez Villanueva

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La visita de Enrique Peña Nieto a Oaxaca, este miércoles 11, es una buena oportunidad para ratificar la necesidad de elevar el tono de las campañas, de privilegiar las ideas, de encomiar las propuestas. México y Oaxaca requieren proyectos que  perfilen el  futuro y no descalificaciones que nos mantengan en el pasado. La democracia requiere de sustantivos, no de adjetivos.

 

“México, la gran esperanza”, ensayo político del candidato presidencial del PRI, es un compendio de ideas sobre cómo edificar un Estado eficaz que auspicie una democracia de resultados. Vaya que el país entero lo necesita. Los mexicanos tenemos hoy una democracia que permite la rotación puntual de las élites dirigentes, un sistema de partidos razonablemente operativo, pero no una democracia que satisfaga las necesidades de la gente.

Para Peña Nieto, “en estos años, un Estado disfuncional  nos ha arrastrado por una pendiente al ser incapaz de crear las condiciones mínimas de seguridad pública, crecimiento económico, empleo digno, educación y seguridad social de calidad”.

Ese es el diagnóstico, el retrato crudo de una transición democrática frustrada, o si se quiere de una transición interrumpida, ante lo que plantea “un nuevo pacto social que construya un Estado eficaz que, en los hechos, nos permita a todos  los mexicanos gozar de la libertad para realizar el proyecto de vida que nos propongamos sin que la violencia, el origen familiar, regional, de género o étnico sean barreras para alcanzarlo”.

El país no tiene pues un Estado capaz de conducir al país a la modernización y el desarrollo y ni siquiera un andamiaje institucional, provisto de un liderazgo efectivo, para mantener un activo que ya tenía antes del voto de la alternancia: la seguridad de las familias para transitar por las calles,  una seguridad pública que se evaporó en los últimos dos sexenios, pero sobre todo en el último.

El país no creció, no se modernizó y mucho menos atacó los desequilibrios que han marcado el rostro  de la nación.  Para romper el estancamiento y reanudar el crecimiento, Peña Nieto propone ocho acciones: 1) mantener la estabilidad macroeconómica, que viene ya de los gobiernos priistas, antes del 2000; 2) profundizar la competencia económica; 3) impulsar una reforma energética que dinamice el sector; 4) aumentar el nivel de crédito para financiar áreas estratégicas de desarrollo;  5) construir más y mejor infraestructura en el país; 6) reducir la economía  informal; 7) aumentar la productividad; 8) nueva estrategia de comercio exterior para poder competir con China y la India.

El país no se modernizó ni creció con la alternancia. Menos del 2 por ciento, cuando México requiere crecer por lo menos al 6 por ciento para crear los empleos que demandan millones de mexicanos, año tras año.

Modernización y crecimiento es lo que nosotros también planteamos a nivel local, en el ensayo “El desafío de Oaxaca, reflexiones para el 2012”, el libro que presentamos a inicios de año, ante un público plural, en las instalaciones que generosamente nos facilitó la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Ha habido, en el mejor de los casos, decimos en el ensayo,  “buena voluntad, disposición de los gobiernos, lo que ha faltado es aplicar políticas de Estado, que trasciendan los sexenios,  para dar a Oaxaca desarrollo sustentable, empleos productivos y estables, educación vinculada al aparato productivo, futuro cierto que no deje a la juventud sólo la opción de la emigración a Estados Unidos o la delincuencia organizada, que por fortuna no se ha desbordado en el estado”.

Observamos la paradoja de  que con el federalismo fiscal hayan llegado cada vez mayores montos presupuestales al estado, sexenio tras sexenio, sin que este incremento se traduzca en una economía estatal más fuerte y en una sociedad más desarrollada y justa.

Los datos duros, no las apreciaciones subjetivas están ahí, consigna el texto, “Oaxaca se mantiene en los últimos lugares en indicadores tan importantes como: PIB per cápita, es decir el ingreso promedio por persona; en recaudación fiscal, es decir, lo que contribuimos localmente, por lo que la mayoría de recursos públicos son de origen federal; en empleos estables, infraestructura carretera; en desarrollo humano y en general en calidad de vida”.

Un hecho doloroso y contundente, es que la  mayoría de los municipios de Oaxaca, más del 80 por ciento según INEGI, se encuentran clasificados como de alta o de muy alta marginación.

La alternancia ya se dio en los tres niveles de gobierno y las soluciones no llegaron: “El problema es el fracaso del modelo, la prevalencia de políticas asistencialistas agotadas en el corto plazo. Son ya dos administraciones federales panistas y los indicadores principales no se mueven”.

Por eso en el libro planteamos la necesidad de impulsar políticas sustentables en el estado para erradicar y no sólo mitigar o administrar el flagelo de la pobreza. Ahí exponemos que no basta el incremento de los presupuestos públicos, en ascenso sostenido los últimos gobiernos, si no hay un plan rector, transexenal que detone las potencialidades productivas de Oaxaca.    

Ese plan rector, sustentado en políticas de Estado y no sólo en políticas sexenales de gobierno, debe contemplar megaproyectos que generen desarrollo, empleo y valor agregado.  Pongo el acento en lo último, valor agregado, que es la riqueza creada con trabajo, con talento, con conocimiento aplicado a la planta productiva, un concepto que destaca Peña Nieto en el proyecto de nación contenido en su libro comentado.

Oaxaca requiere actualizar sus inmensas riquezas pasivas, inertes, con políticas nacionales, no sólo estatales que impulsen el desarrollo del sureste de México, cada vez más rezagado frente a la marcha de la nación.

Ningún presupuesto e iniciativa estatal será suficiente si Oaxaca no cuenta con el sólido apoyo del gobierno federal y de las cámaras del Congreso de la Unión. De ahí la importancia de concatenar los esfuerzos estatales con una visión nacional innovadora y moderna, de cara al futuro,  como la Enrique Peña Nieto.

* Candidato plurinominal a la diputación federal por el PRI