México-EUA: ni amigos ni enemigos: Joel Hernández Santiago

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El gobierno de Estados Unidos de América, el del demócrata Joe Biden, ha decidido apretar las tuercas al gobierno de México. De forma subrepticia ha enviado mensajeros con la señal de que no están contentos con lo que ocurre en nuestro país y, por tanto “están preocupados”, que es la manera suave de decir que están enojados con el gobierno de México.

 

Y el gobierno de México está en lo suyo. Y está bien. Está en su derecho de expresarse respecto de la política internacional y su inconformidad con el bloqueo estadounidense hacia Cuba, respecto de la utilidad o no de la Organización de Estados Americanos a la que acusa de estar sometida a intereses ‘imperialistas’, y a apoyar a gobiernos del tipo social en Latinoamérica… y más.

 

Pero las cosas no se arreglan a sombrerazos. Ni con piquetes de ojos y mucho menos con amenazas o discusiones que terminarán en sanciones o en mohines. Ni de una ni de otra parte.

 

Son asuntos de Estado en los que debe predominar, primero que todo, el interés nacional de cada uno, como también la ganancia necesaria. Nunca la imposición. Si la diplomacia. Ser vecino de uno de los países más poderosos de la tierra tiene sus pros, pero también muchos contras. No obstante, visto desde la parte utilitaria esta vecindad debe aprovecharse en beneficio de México.

 

Es histórico que con EUA, los mexicanos mantenemos una relación de desconfianza, de resentimiento y de alerta en todo momento; ellos mientras tanto nos ven con una cierta forma de desprecio, como el vecino del sur que no quisieran tener pero que ahí está, como si fuéramos un problema interminable que quieren solucionar pero que no pueden solucionar. Ni deben solucionar porque no es un problema: es un ser y estar.

 

Lo más reciente pesa en las decisiones recientes. Donald Trump fue un presidente republicano que no se guardaba su desprecio hacia México y los mexicanos. Fustigó siempre que pudo desde su campaña en 2016 cuando decía que los mexicanos somos delincuentes, violadores y abusivos. Y mantuvo sus dichos ya como presidente desde 2017 y 2021. Y cada que podía apretaba tuercas a modo de sanciones o restricciones a México.

 

A la llegada del gobierno mexicano en diciembre de 2018 hubo negociación. De pronto, aquel que maldecía y repudiaba a México y lo mexicano comenzó a declarar en favor del presidente mexicano López Obrador “mi amigo”, decía.

 

¿Qué a cambio? ¿Qué comprometió el gobierno mexicano en ese momento? Trump, hombre de empresa, no da paso sin huarache. ¿La contención de la migración? ¿Saturar las fronteras norte y sur con militares –como el mismo Trump decía–? ¿Asuntos subrepticios por la seguridad nacional de EUA en México?

 

Luego se fue Trump y el gobierno mexicano se resistió a reconocer el triunfo de Joe Biden. Lo que por supuesto anotaron allá…

Hoy la situación es tensa. No al grado de confrontación, pero sí al grado de rigidez. En un lapso breve el gobierno de EUA ha enviado mensajes duros al de México en relación al tema migratorio, de los energéticos, de los indocumentados, de la seguridad, del crimen organizado, narcotráfico…

 

Los mensajes han sido ríspidos y el gobierno mexicano, de pronto ha dejado de hacer declaraciones agrias hacia el gobierno de Estados Unidos. De las acusaciones de intervencionismo se ha pasado al silencio, aunque no a la inacción porque se han tenido que reunir delegaciones estadounidenses ya en México o en Estados Unidos para acordar mecanismos “de colaboración”.

 

Apenas hace unos días hubo una llamada más entre la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en la que –dice el gobierno de México—se acordó el apoyo de vacunas para México y algunos otros asuntos “de agenda”. ¿Cuáles? No hubo precisión mexicana.

 

El muy débil canciller mexicano, Marcelo Ebrard, apenas acierta a salir para declarar que todo está bien, muy bien; que con Estados Unidos estamos “en excelente relación”.

 

Pero resulta que el 8 de julio llegó a México una comitiva encabezada por el jefe del Comando Norte de EUA., general Glen D. VanHerck. Fue una reunión con miembros del Ejército mexicano para tratar asuntos de ‘seguridad común.’ Y hace unos días por quinta ocasión dirigentes militares de México y EUA se reunieron en EUA para acordar una agenda bilateral de trabajo conjunto.

 

Una agenda que contiene temas de planificación logística, educación militar e intercambio de información entre ambos ejércitos. Están en la agenda, además, los temas de cooperación en vigilancia aérea, seguridad fronteriza, amenazas comunes, cooperación en defensa.

 

No hay que olvidar que el general VanHerck dijo el 16 de marzo en el Pentágono que del 30 al 35 por ciento del territorio mexicano es controlado por organizaciones criminales. El gobierno mexicano lo negó.

 

… Pero ahora se reúne con VanHerck para diseñar estrategias de colaboración… Esto es: habrá estadounidenses hasta por debajo de las piedras mexicanas con el pretexto de la cooperación mutua, pero la agenda es la que marcan ellos y sus intereses.

 

En este momento el trato entre México y EUA es complicado. Es tenso. Pero así ha sido por años, ya con republicanos o demócratas: al final de cuentas es lo mismo para nuestro país.

 

La relación entre ambas naciones es compleja y difícil. Es cierto. Pero en todo caso conviene la negociación que beneficie a México, que garantice el cuidado de los mexicanos que trabajan en Estados Unidos, que respeten a los migrantes nacionales y que se mantenga una línea de responsabilidad mutua, beneficio comercial, social y económico para todos. Cero bravatas.