México-EUA: Acuerdos forzados: Joel Hernández Santiago

Print Friendly, PDF & Email

El tema no es lo que se festeja en público. El asunto central es ¿cuál es la letra chiquita de los acuerdos entre los representantes de seguridad de México y de los Estados Unidos en el encuentro del 8 de octubre de 2021 en la capital mexicana? ¿Qué es lo que no se nos informa a los mexicanos por considerarse asuntos de interés nacional y de seguridad nacional?

El viernes se reunieron en la Secretaría de Relaciones Exteriores el secretario de Estado de EUA Anthony Blinken; el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas; el fiscal general, Merrick Garland, como también Brian Nichols, subsecretario para asuntos del Hemisferio Occidental y Juan González, director del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental. Lo que evidencia la agenda estadounidense con México.

Por la parte mexicana: el canciller Marcelo Ebrard; los secretarios de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, de Marina, José Rafael Ojeda Durán y Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez; también el Fiscal General, Alejandro Gertz Manero; el titular de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio; y el titular del Centro Nacional de Inteligencia, Audomaro Martínez Zapata.

Llegar a acuerdos equilibrados entre ambos gobiernos es difícil. Las agendas de cada uno parecen tener sentidos distintos y con sus propias soluciones y decisiones.  

Hoy la situación de México es grave: se incrementa de forma extraordinaria el crimen organizado, la violencia, la confronta entre ciudadanos, el narcotráfico y la muerte que parece no tener fin.

El gobierno de la 4-T dice que no es tan así y que, en todo caso, su política ha sido la de “abrazos, no balazos”. Lo que en términos reales significa “dejar hacer, dejar pasar” y no asume la responsabilidad de gobierno para la seguridad pública que le exigen las leyes.

En las elecciones pasadas la muerte de muchos candidatos de distintos partidos fue un síntoma de que grupos violentos con intereses por gobierno se filtraron y decidieron quién sí y quién no en algunos municipios del país.

Esto, sumado a la cauda de homicidios dolosos por crimen organizado pone de punta a los estadounidenses que ven en esto un riesgo de estabilidad para México y, por tanto, para su propio país. Tener a un vecino convulso les pone nerviosos. Aunque el tema no es lo que piensen los estadounidenses, sí qué pensamos nosotros y que en efecto nos urge que esto termine ya, en ley.

Los acuerdos finales de la reunión del 8 de octubre contienen la exigencia de que el gobierno mexicano asuma la responsabilidad de controlar al crimen organizado, el consumo de estupefacientes y que las instituciones de justicia operen de forma eficiente.

Esto es: El gobierno de la 4-T se comprometió a intensificar el intercambio de información, cooperar en materia de extradiciones, desmantelar las estructuras financieras de cárteles, así como los laboratorios clandestinos (sobre todo los de fentanilo), y ampliar su capacidad en ciberseguridad. Blinken lo anunció así:

1.-Proteger la salud y seguridad de las naciones para ir más allá de las de seguridad, con inversiones. (Introducen la exigencia de garantías para la inversión extranjera en México); 2.- Se debe apoyar una lucha contra las adicciones de drogas para reducir su demanda.

Apostar por un sistema de justicia más efectivo. (En vista de la holgura del sistema de justicia nacional en materia de seguridad pública y nacional. Introducen el tema de las extradiciones).

3.- Buscar la reducción del contrabando de armas y colaborar en el combate a la trata de personas. Luchar contra “las redes criminales transnacionales” y “perseguir a las redes delictivas transnacionales” y el lavado de dinero. (Perseguir y dejar atrás los “abrazos, no balazos”. Aquí se define más acción operativa y una cooperación conjunta más estrecha). (Aparte –aunque ya están aquí de forma subrepticia– reclaman el acceso permitido de agentes de la DEA en México.)

La Iniciativa Mérida se redefine como Entendimiento Bicentenario (por cumplirse 200 años de la relación entre México y EUA), con el que –de acuerdo con el gobierno mexicano- ‘se pasa de una cooperación asistencialista a una integral entre iguales’, afirmó el canciller mexicano. Esto es: se anuncia como más integral y expansivo.

Y pues eso: el gobierno mexicano celebra que se haya dado el encuentro y los resultados de éste. Ya se sabe que al gobierno de México le encanta anunciar triunfos, aun aquello de lo que no se puede sentir orgulloso. En tanto el gobierno de EUA tiene su propia agenda y quiere obtener resultados prácticos en beneficio de su país sin gritarlo a los cuatro vientos.

El portafolios de los estadounidenses venía cargado de reclamos y de evidencias de falta de soluciones, falta de entendimiento y de colaboración en lo que a seguridad se refiere. Traían encima el enojo por la manera como el presidente mexicano ha lanzado mensajes nada diplomáticos.

El portafolios de la 4-T está cargado de soberanía, de ideología y de reclamos de intervencionismo.  

Al final el gobierno de la 4-T tuvo que ceder. Se llega a un acuerdo de colaboración mutua en el que el gobierno de México asume responsabilidades que dejó pendientes y que hoy, con este acuerdo, deberá realizar de forma coordinada. Casi obligada. Pero los estadounidenses no sólo se llevan esto.

También llevan consigo acuerdos que no se hacen públicos y que obligan a ambos a acciones a tono forzado. ¿Cuáles son estas acciones? ¿Y a qué está obligado el gobierno de México? ¿A qué EUA? Lo sabremos poco a poco, porque como ocurre en estos casos, los hechos van marcando las actitudes. Ya veremos. En todo caso nos importa México y los intereses de México. ¿Se pensó en esto en la relación que la 4-T tuvo con Trump? Lo sabremos, de todos modos.