‘México es lo más parecido a Turquía’

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DEMIRALPOguz Demiralp tiene apenas seis meses en México. Dice que está aprendiendo español y que no se pierde la columna de “Los 60” de Guadalupe Loaeza en Revista R. Que, por su edad, esa es su época.

Oguz Demiralp es alto, afable y el Embajador de Turquía en México.

Demiralp recibe a REFORMA unos días antes de una atinada coincidencia electoral: mexicanos y turcos acuden hoy a las urnas para elegir a sus respectivos diputados.

En Turquía– un sistema parlamentario– los resultados de esta elección general podrían hacer que el país cambiara al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de la silla de Gobierno.

El AKP del Presidente (y Primer Ministro durante 11 años) Recep Tayyip Erdogan ha ganado las últimas tres elecciones generales por mayoría, y las encuestas turcas pronostican otro triunfo en esta jornada.

Pero en la entrevista, el Embajador Demiralp advierte pronto que la naturaleza de su cargo le impide hacer comentarios políticos.

Hasta que uno menciona Expreso de Medianoche.

“Ese fue un insulto muy feo a Turquía”, señala el Embajador al referirse a la película de 1978 de Alan Parker.

En ella se cuenta la historia de Billy Hayes, un turista estadounidense detenido en el aeropuerto de Estambul por contrabandear unos paquetes de hachís .

Lo que sigue para Billy son años de tortura en una cárcel turca que parece una mezcla de todas las pesadillas Occidentales: nadie habla su idioma, todos tienen bigote y no existe el concepto del derecho.

“No tenemos cárceles así”, dice el Embajador. “No podemos tenerlas porque somos parte del sistema europeo de justicia; estamos bajo constante supervisión del Consejo Europeo”, asegura Demiralp.

“Años después de esa película, Oliver Stone (guionista) se disculpó, por no reflejar la verdad”, apunta el Embajador turco. “No tiene nada que ver con la Turquía verdadera”, dice a REFORMA.

Quizá el problema de Billy era ser estadounidense.

El Embajador anterior (Ahmet Acet), dijo alguna vez que cuando los mexicanos van a Turquía, se sienten en casa.

¡Sí, en efecto!

¿Y eso?
La manera en la que actuamos en la vida diaria es muy similar. Ustedes son un pueblo latino, nosotros somos un pueblo mediterráneo; la manera en que interactuamos unos con otros es muy similar y hasta nos parecemos, físicamente.

La hospitalidad de nuestra gente, la calidez en las relaciones… no es el caso de otros países. (En México y Turquía) hay mucho dinamismo: la gente se mueve, habla, canta… somos pueblos sentimentales.

¿Y los turcos también se sienten en casa en México?
El mejor ejemplo soy yo mismo. No he tenido dificultad alguna para adaptarme a la vida diaria en México. No extraño el tráfico de Estambul. Estoy muy satisfecho con la comida mexicana.

¿No ha encontrado un restaurante turco?
No. Pero si los turcos abrieran un restaurante aquí, podría ser muy popular. Tenemos gustos similares. Nos gusta la comida picante. El kebab podría ser muy popular en México. La cultura culinaria es una base para la cooperación.

No hay otro país en el mundo, aparte de Grecia, Italia o España, que se parezca tanto a Turquía. Es increíble.

Ahora tenemos elecciones el mismo día. ¿Ve algún parecido en eso también?
En ambos países, la democracia es muy vocal; hay una vida política muy animada. Ambos pueblos están muy interesados en la política: les gusta hablar de política, hacer política… a ambos les gusta la democracia, las elecciones.

Pero aquí usted debió sentir que la gente no está muy emocionada con las elecciones…
¡Al contrario! Veo las noticias, leo los periódicos y pienso que hay mucha emoción, mucho debate.

(Pero) hay una diferencia entre nuestras elecciones: aquí, el resultado de las elecciones (intermedias) no cambia al Gobierno. En nuestras elecciones parlamentarias, el Gobierno o cambia, o continúa.

¿Los turcos sí están emocionados?
Las campañas, como siempre, son muy coloridas en Turquía. Como en México, la gente está muy interesada en la política. En distintas ciudades de Turquía uno puede ver grandes multitudes en los mítines electorales. Veremos qué pasa.

Aunque el Presidente (Recep Tayyip) Erdogan no está en la boleta, es una parte importante de esta elección.

Sí, porque es una figura muy carismática en Turquía.

Medios como el New York Times o The Guardian han dicho que hay mucho en juego en esta elección para el Presidente Erdogan, que quiere cambiar la constitución…

Por supuesto, como un servidor público, se supone que no puedo hacer comentarios políticos sobre estos temas. Pero cada elección tiene sus propias cosas en juego. Veremos, la gente decidirá. Pero no estamos eligiendo Presidente.

¿Y podría decirnos algo sobre esa intención de cambiar la constitución?

Como México, Turquía es una democracia. Cada quien tiene sus propias ideas. Si el Presidente quiere cambiar la constitución, puede hacerlo. Si la gente no lo quiere, lo impugnará. Es un debate democrático normal.

¿Hay un choque entre los medios de información occidentales y Turquía?

Los medios, en Turquía y en Occidente, son muy plurales. Turquía es un país importante a nivel global (y) atrae mucha atención. Todos esos comentarios son subjetivos, en los medios Occidentales también.

¿Y por qué el interés de esos medios en esta elección?

No es la primera vez. Pero es porque Turquía es parte de Occidente. Lo que pasa en Turquía es seguido de cerca por Estados Unidos y países de Europa. Yo he estado en el servicio diplomático por 40 años y he visto la misma atención.

¿No ha cambiado el tono, digamos, de los primeros años de Erdogan como Primer Ministro para acá?

Cambia. De acuerdo a muchas circunstancias.

Dígame una.

Hoy el Gobierno tiene partidarios y opositores, y eso es lo normal (…) La gente tomará su decisión y continuaremos nuestro desarrollo hacia un mejor futuro.

En ese futuro, ¿está más cerca la membresía de la Unión Europea?

Ese tema no tiene nada que ver con las elecciones en Turquía. Digámoslo francamente. Yo lidié con este tema muchos años. Fui Embajador en Bruselas. Para ser parte de la Unión Europea, uno debe cumplir ciertos criterios.

Para Turquía, cumplirlos no representa ningún problema. Puede que nos tome un tiempo, pero podemos hacerlo. ¡Económicamente, estamos mucho mejor que varios países de la Unión Europea! No es un tema de criterios.

Una vez, fuimos a ver a un importante ministro europeo para discutir la membresía (de Turquía a la UE). No mencionaré su nombre, ni el país, pero nos dijo: “Miren: la economía, los derechos humanos, sin problema; ustedes pueden con ello.

El problema es que la Unión Europea significa Alemania más Francia. Así que no queremos compartir este poder con un tercer país. Si entran (a la UE), serán el tercer país más importante; no estamos listos para ello”.

Ese es el tema. No es un tema de elecciones en Turquía, economía o derechos humanos.

¿Está Europa lista para tener en Turquía a un miembro importante, un poder importante? El balón está en su cancha. Será un gran error estratégico si no incluyen a Turquía en la Unión Europea.

¿Y Turquía sigue interesada?

La gente ha perdido el interés. Pero puede volver. Depende de la Unión Europea. Por el momento no estamos corriendo detrás de nadie en Europa para ser miembros. Continuamos con nuestro camino.

En 2014, el Presidente de la Comisión Europea (José Manuel Durao) Barroso dijo, en una visita del entonces Primer Ministro Erdogan a Bruselas, que estaba “preocupado” por lo que sucedía en Turquía, en términos de las manifestaciones, de…

Eso es normal. Si tienen alguna crítica sobre Turquía, deberían decirla. Ese es el nombre del juego. Estoy seguro que le contestaron debidamente.

Sí, después (el entonces Primer Ministro) Erdogan dijo que la Unión Europea no debería dar lecciones de democracia.

¡Algunas veces escucho a amigos mexicanos decir lo mismo! Tenemos un diálogo que continuará con la Unión Europea. El tipo de respuesta que necesitan depende de lo que digan.

Un tipo de respuesta

Cuando Alan Parker, Oliver Stone, Billy Hayes y compañía le dijeron al mundo que Turquía era un infierno, la respuesta fue tan enérgica que se escucha todavía, 37 años luego.

“Turquía sufrió mucho por la imagen distorsionada de esa película”, cuenta el Embajador Demiralp con un tono que permite dudar de la precisión del tiempo verbal en pasado.

¿Será eso lo que pasa hoy en día con Erdogan, el New York Times o The Guardian?, se le pregunta.

“Es más bien político. Ellos tienen aproximaciones diferentes. Estamos en un mundo libre. Las discusiones son parte de la vida”, dice el Embajador. Y no dice nada más.

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