La lucha por la mayoría calificada en el próximo congreso federal no tiene que ver con una confrontación entre demócratas puros contra populistas en modo de dictadura-autoritarismo-golpe de Estado. Se trata de una confrontación por la dirección política del Estado entre el populismo constitucional contra el neoliberalismo constitucional.
A lo largo de 101 años de política constitucional en México 1917-2018, la élite gobernante en sus tres fases –militar, priista y prianredista– usó el mecanismo de la mayoría calificada en el Congreso para mantener el modelo político de dictadura de la “presidencia imperial” constitucional, como analizó por el historiador Enrique Krauze.
Desde su fundación en 1929 como PNR, el PRI mantuvo el absolutismo de partido presidencialista a través del control de la mayoría calificada en el Legislativo. En la contabilidad procesada de cifras, el PRI mantuvo el control de entre 93% y 100% de la Cámara de Diputados de 1940 a 1961; de 1964 a 1976, se vio obligado a ceder curules pero mantuvo una cómoda mayoría de 82%; en la lógica de las reformas políticas que se dieron poder a la oposición de 1979 a 1994, de todos modos el PRI mantuvo la mayoría calificada mínima.
El PRI entró en zona de debacle en 1997 cuando perdió la mayoría absoluta frente a la oposición unida en Diputados, en el 2006 la bancada cayó a 24%, pero se recuperó a 48% en 2009 y en 2012 encaró una de las reformas estructurales más profundas desde el en neoliberalismo 1982 con el 42% de la bancada, pero alcanzó la cifra mágica de mayoría calificada con la alianza estratégica con el PAN de Ricardo Anaya Cortés y el PRD neoliberal de Los Chuchos y Guadalupe Acosta Naranjo dentro del Pacto por México para realizar las reformas constitucionales más profundas desde las realizadas por el presidente Miguel de la Madrid y el presidente Carlos Salinas de Gortari en el ciclo 1982-1994.
A partir del control de la mayoría calificada en el Congreso –primero con el PRI, luego con el PRIAN y después con el PRIANREDE–, los gobiernos neoliberales de De la Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón Hinojosa y los Chicago boys de Hacienda y finalmente Enrique Peña Nieto con el Pacto por México realizaron nada menos que 496 reformas constitucionales –el 65.8% del total de 754 realizadas en 101 años de la Constitución– para desmantelar el Estado constitucional populista de la Revolución Mexicana y consolidar el Estado neoliberal salinista.
De la Madrid inauguró el ciclo de la reforma del Estado para atarle las manos en favor de los empresarios, Salinas de Gortari desapareció el Estado social y constitucionalizó el Estado de mercado, Zedillo metió al Estado mexicano en la lógica salinista de la globalización y el bloque Peña-PRIANREDE realizó nada menos que 156 reformas constitucionales dentro del Pacto por México –el 20% del total histórico– para potenciar tres de las grandes decisiones neoliberales: la apertura energética al sector privado, el INE panista con Lorenzo Córdova Vianello para contener el impulso del populismo lopezobradorista y la consolidación de los organismos autónomos del Estado como un funcionariato ajeno a la sociedad, funcional al Estado neoliberal y casta dorada para contener al Estado social.
La lucha política por el Estado siempre fue por el control de la dirección política de la sociedad. Como oscilaciones hacia arriba y hacia abajo, de la Constitución de 1917 al Pacto por México de 2018, el control legislativo por parte del PRI funcionó a través de la mayoría calificada –dos terceras partes para modificar la Constitución sin negociaciones opositoras– que pudo lograr la alianza y colaboracionismo del PAN y del PRD ya en modo neoliberal.
En el período de 1946 a 2018, el PRI hizo hasta pactos con el Diablo para conseguir la mayoría calificada legislativa de dos terceras partes de las curules, sobre todo en el período de declinación como partido mayoritario: De la Madrid ganó la presidencia con el 71%, Salinas apenas con el 50%, Zedillo con el 49% y Peña Nieto con el 38% y gracias al apoyo del Partido Verde.
Durante los sexenios panistas de Fox y Calderón, el PRI perdió la mayoría absoluta de legisladores, pero fue partido bisagra en mayorías panistas. Con el 42% de las curules en 2012, Peña Nieto pactó la segunda gran revolución neoliberal con los votos del PAN en la figura del presidente panista de la Cámara Ricardo Anaya Cortés y del PRD entonces controlado por el enfoque neoliberal de Jesús Ortega y Jesús Zambrano y la capacidad operativa del perredista también en modo neoliberal Guadalupe Acosta Naranjo, hoy principal aliado de las élites conservadoras encabezadas por Lorenzo Córdova Vianello y Claudio Décimo González.
En ese contexto, la mayoría calificada refleja una disputa por la nación entre el proyecto neoliberal de mercado de la oposición conservadora y el proyecto popular lopezobradorista.
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Política para dummies: la política es lo que está detrás de la política.
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