Conforme se acerca el día, crecen la inquietud, las dudas y las aseveraciones. “El 21 de diciembre de 2012 se acabará el mundo”, dicen algunos, con una convicción casi religiosa; otros sólo ven con incredulidad el planteamiento. Expertos e investigadores se han empeñado en desmentir tales versiones; sostienen que se trata de “un chisme sin sustento”, porque en realidad el calendario maya jamás pronosticó un apocalipsis, ni mucho menos la desaparición del mundo.
En medio de esta ola de especulaciones, hay quien de alguna forma saca provecho de las leyendas y los augurios, particularmente los integrantes del sector turismo en Yucatán y a nivel nacional.
Con motivo de las profecías mayas y las versiones de la supuesta conclusión del mundo, la Secretaría de Turismo del gobierno del estado, los hoteleros, los guías de turistas y los restauranteros han hecho de esas creencias una posibilidad de explotación adicional.
Para esto, ya se habla de diferentes “actos esotéricos” en las legendarias zonas mayas de Chichén Itzá y Uxmal, ambas ubicadas en los extremos; la primera considerada una de las siete maravillas del mundo moderno, enclavada en el oriente de la entidad; la otra, en el sur de Yucatán, cercana a la llamada “Ruta Puuc”, que abarca varios vestigios y zonas mayas consideradas también como una ruta de explotación turística en el territorio estatal.
El último banquete
También, ocho de los mejores chefs de México y del mundo, encabezados por René Redzepi, llamado “el príncipe de Dinamarca”, considerado como el mejor cocinero del planeta, prepararán “La Cena del Fin del Mundo” en Yucatán.
Los cocineros provenientes de diversas partes del orbe servirán a comensales de varias nacionalidades platillos en los que los ingredientes de la cocina indígena maya se harán presentes en fusiones de alta cocina mundial, esto se llevará a cabo en el convento franciscano del pueblo mágico de Izamal, construido por los religiosos en el Siglo XVI.
El chef Luis Felipe Barocio Castro, uno de los principales voceros de este espectáculo culinario, explicó que el acto es considerado único en el país, ya que reúne no sólo a los chefs más reconocidos —como Alessandro Porcelli, organizador del Cook It Raw; y Curtis Duffy, uno de los mejores de Chicago, o Enrique Olvera, ícono de México— sino porque la reunión de talla internacional representa lo que el llama “el súmmum de la investigación y exploración gastronómica hacia un nuevo siglo de cambio y renovación, tal y como se pregona en la filosofía maya”.
También se señala que podría organizarce una cena en el recién inaugurado Museo del Mundo Maya, en la carretera Mérida-Progreso, en donde se servirían exquisitos platillos para quienes adquieran boletos de 5 mil pesos por persona.
La ciudad del fin del mundo
Las versiones sobre el fin del mundo han dado pie a muchas especulaciones, como el asentamiento de italianos en la población de Xul, Oxkutzcab, una comisaría ubicada a 110 kilómetros de Mérida, al sur del estado, en donde en una extensión de 842 hectáreas se levantan viviendas preparadas ex profeso para contener los embates de la naturaleza.
EL UNIVERSAL dio a conocer en 2010 el establecimiento de esos extranjeros que desde 1994 adquirieron una superficie boscosa donde empezaron a levantar más de 42 viviendas y a hilvanar una serie de acciones para desarrollar una economía autosustentable.
Xul en lengua maya significa “El final del camino” y posiblemente por eso se ha pensando que los italianos buscaron el sitio, pensando en contar a futuro con una zona donde resguardarse. Ahí han hecho bodegas granaleras, zahurdas, siembras de maíz y frutales, cuentan con sistema de fotoceldas y de sistema de agua.
Tienen un lago artificial y en el centro una estatua de Atenea. Las viviendas, todas ellas de color amarillo, cuentan con paredes de aproximadamente 60 centímetros de grosor y a decir de pobladores de Xul que han trabajado en el sitio, en medio de las paredes hay llantas empotradas que permitirán aislar el calor o el exceso de frío.
Están edificadas a 50 centímetros de altura, pensando en inundaciones y ahí, han trabajado durante los últimos cinco años, la mayoría de los habitantes de la pequeña comisaría y sus alrededores.
Los italianos también han contado con la colaboración de yucatecos para edificar este proyecto conforme a la ley, pues incluyó desde la compra y regularización de las tierras, hasta su naturalización como mexicanos, según confirmó el Instituto Nacional de Migración (INM), quien ha realizado varias inspecciones al lugar.
También han creado una agrupación civil de protección a la flora y fauna, ya que en el lugar hay mucha vegetación que ellos se han comprometido a cuidar y mantener.
El terreno donde ahora tienen su “ciudad” los italianos naturalizados mexicanos la han sido bautizada como “Las Águilas” y fue propiedad de Mateo Granados, quien lo usaba como rancho hasta que fue adquirido por 3 millones de pesos. Colinda con terrenos de Santa Rita, Kaxil-Kiuic, y Xconbenhaltún, poblaciones aledañas a Xul, Oxkutzcab, Yucatán.
Versiones diversas han surgido sobre este asentamiento, como la del campesino Alberto Béh, cuyo predio está a un lado de la cerca del conjunto habitacional. Comentó que fue testigo de la construcción de las casas en “Las Águilas” y que notó datos particulares. “No sé qué religión practiquen, pero a algunos de los que ahí van los he visto orar hincados junto a los árboles, además de que tienen un hombre que es como su guía”, mencionó Alberto Béh.
Mencionó que un día llegó al lugar un hombre al que mencionaban como “científico”, quien ordenó a los albañiles elaborar varios dados con el mismo material con el que colocaron los gruesos techos de las casas, pues la intención era someterlos a pruebas de calor para verificar su resistencia al fuego abrasador.
El habitante afirmó que se hicieron pruebas con los dados, como de 20 o 25 centímetros por lado, y hasta que soportaron más de una hora en el fuego se procedió con la construcción de las casas.
En “Las Águilas” todo es lujo, aseguró quien hizo trabajos de plomería en el conjunto, y ahora están en proceso de perforar pozos para proveer agua a las casas; construyen un jardín botánico y plantación con muestras de árboles de la región.
Historiadores niegan augurio
Estudiosos e investigadores de la cultura maya lamentaron que se hayan utilizando las supuestas profecías y el calendario maya para augurar el “fin del mundo”.
“Es lamentable que en los medios de comunicación pseudo científicos difundan el fin del mundo tomando en cuenta supuestas profecías y el calendario maya”, señaló el historiador y astrónomo Marte Trejo Sandoval. Sostuvo que en ninguna estela o en el calendario se profetiza tal evento para el próximo 21 de diciembre de este año.
Expresó que los mayas fueron grandes astrónomos y que sus ciudades fueron construidas para observar y estudiar el movimiento de los astros del cielo. Dijo que también empleaban esta ciencia para conocer lo que vendría a largo plazo.
“La astronomía jugaba un papel primordial para conocer los tiempos para que (los mayas) sembraran y los proyectos para sus cosechas, así como para medir los ciclos de los planetas, pero no hay registro de que interpretaran el fin del mundo, no existía esa concepción apocalíptica en esta civilización”, precisó Trejo.
“La conocida ‘cuenta larga’ del calendario maya inició hace 5 mil 125 años, y finaliza este año 2012, para darle entrada a otro nuevo año. No se trata de la extinción de la humanidad como algunos se han empeñado en difundir”, indicó.
Importancia astronómica
La cuenta empezó en el cuarto ajau y octavo kumkú, medidas de tiempo maya que es interpretado como el momento donde “el señor nos da alimento”, y es considerado el punto de partida de todo el estudio astronómico que regía a esta civilización.
Se cree que esa fecha se estableció porque fue el momento en que se “empezó a sembrar bien” y se acentuaron las grandes ciudades mayas. El cuarto ajau y octavo kumkú sería el equivalente a la fecha de génesis, es decir, la de antes y después de Cristo para occidente.
“Las ciudades de los mayas estaban alineadas en relación al movimiento del cielo, sus edificios apuntaban al Sol o a las estrellas que se movían. Los mayas utilizaban herramientas exactas incluso para observar los equinoccios”, explicó.
“En algunos códices se aprecian imágenes de personas con redes, y al principio se interpretaba que los mayas se dedicaban al tejido, cuando en verdad dichas redes son el equivalente a las retículas que emplean los astrónomos actuales, para obtener las posiciones exactas de los astros”.
“Sólo la élite maya accedía a los conocimientos astronómicos, que empleaban para dominar a los pueblos y a clases sociales inferiores”, dijo.
El Univversal