La historia política de Italia es apasionante. Desde el Imperio Romano, plagada de intrigas, vendettas y traiciones. En los idus de marzo del año 44 A.C. un grupo de senadores que pretendían recuperar el poder decisorio del Senado convocaron a Cesar para supuestamente dialogar con él. Ya en una sala del Teatro de Pompeyo, mientras Cesar leía un “pliego petitorio” que le habían entregado, Tulio Cimber tiró de su túnica; en ese momento, encabezados por Marco Junio Bruto, se lanzaron contra él, asesinándolo de 23 puñaladas. Sus últimas palabras, inmortalizadas por Shakespeare, fueron “¿Et tu, Brute? -¿Tú también, Bruto? Bruto era hijo de Servilia, la más destacada amante de Cesar, quien lo amaba y protegía como a un hijo; cuenta la historia que tras la batalla de Farsalia, Cesar lo protegió y condujo su carrera política, la cual culminó asesinándole.
Siendo Roma la sede de la representación de Dios en la tierra, el devenir de las luchas al interior de la Iglesia Católica son intensas y relevantes, de siempre y hasta la actualidad los Papas han jugado un papel fundamental en las decisiones políticas. En el Renacimiento, con la llegada en 1492 al Trono de San Pedro de Rodrigo Borgia, que adopta el nombre de Alejandro VI, se ilustra la conflictiva relación entre la iglesia como Institución y las esferas del poder secular. El siglo pasado, tres Papas jugaron un papel fundamental en la recomposición de la geopolítica mundial. Controvertido es el rol que se asigna a Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial; hay quienes le atribuyen una actitud pasiva frente a los crímenes del nazismo e incluso una negociación con Hitler para proteger al Estado Vaticano; en contraparte se han dado a conocer actas y documentos de la Santa Sede que revelan la intensa labor realizada por Eugenio Pacelli en favor de refugiados y víctimas, en especial del pueblo judío.
La muerte intempestiva de Juan Pablo I –Albino Luciani- el 28 de septiembre de 1978, a sólo 33 días de su elección, sigue siendo hasta la fecha un suceso discutible. A sus 65, amaneció sin vida y con una sonrisa, que de acuerdo a los estudiosos no se correspondía con el dolor que debía haberle causado el “infarto agudo al miocardio” que la versión oficial reconoce como causa de su deceso; entre las numerosa teorías de su muerte destacan las que le atribuyen su envenenamiento a la CIA y lo mismo a la KGB; aunque las más recurrentes y sólidas apuntan a la mafia y sacerdotes masones con enorme influencia que controlaban el lavado de dinero a través del Banco del Vaticano. Su sucesor, Juan Pablo II –Karol Wojtyla- fue clave en la caída del modelo soviético; determinante fue su visita en junio de 1979 durante nueve días a su natal Polonia. En octubre de ese mismo año, denunció ante la ONU la violación de los Derechos Humanos de creyentes católicos en los países del bloque soviético; paradójicamente Juan Pablo II fue el mejor aliado de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Ya en los momentos actuales, el Papa Francisco está teniendo un activismo político de la mayor relevancia. Dos hechos –entre otros- dan cuenta de ello, su papel en la reactivación de las relaciones EEUU – Cuba y los Acuerdos de Paz en Colombia; habrá que ver cómo le va en su encuentro con el fascista Trump con quien se reunirá muy pronto.
Ya en el terreno de política real –aunque la anterior también lo es- la lucha por el poder se refleja en los 41 Primeros Ministros –algunos repitiendo- que ha tenido de 1945 a la fecha. Por lo que se advierte, grupos, partidos y personajes, se han valido de todas y sin medida, las buenas y las malas artes de política para disputar y hacerse del poder. Tres personajes me parecen de lo más relevantes, por el papel que han jugado y sus contrastantes destinos. Las crónicas narran “la mañana del 9 de mayo de 1978 el cuerpo sin vida de Aldo Moro fue encontrado en la cajuela de un Renault-4 rojo, estacionado en la vía Caetani en el centro de Roma, a medio camino de las sedes de los partidos Comunista y Demócrata Cristiano, los más firmes opositores a negociar con las Brigadas Rojas sus secuestradores”. En tres minutos, el 16 de marzo un comando ejecutó con precisión a las cinco escoltas de Moro, se apoderó de dos portafolios que portaba y lo secuestraron. Las negociaciones para liberarlo estuvieron marcadas por los intereses de los partidos y actores; el 29 de abril –Moro- envió desesperadas cartas a sus “compañeros de partido” para que convocaran un Consejo Nacional que aprobara la negociación; el 3 de mayo, Giulio Andreotti, Primer Ministro, “su amigo” formado a su diestra reiteró la negativa a negociar; dos días después se recibió el noveno y último comunicado en que se anunciaba la condena a muerte de Moro, la reivindicación de las Brigadas Rojas y la acusación al gobierno de incurrir en un Crimen de Estado.
Silvio Berlusconi es un polémico empresario multimillonario atraído por el afrodisiaco de la política que ha marcado a Italia. Dueño de las tres principales cadenas de televisión, del Grupo Editorial Mondadori, de periódicos y revistas, estudios y salas de cine, cadenas de almacenes y hasta hace poco del Club de futbol Milán, fue dos veces Primer Ministro; uno de sus periodos fue el más largo, de 2001 a 2006; concluidos y aún defenestrado no ha dejado hasta la fecha de ser un actor relevante; negociador nato, ha sabido sortear sus peores momentos que lo han llevado de la cima a los tribunales; con gran oportunismo ha librado la cárcel, incluso amparándose en su edad; de él un periodista acuñó una frase que lo dibuja “al no poder ganar decidió no perder”; su fama también deriva de sus incontables lances amorosos, celebres son sus fiestas Bunga- Bunga que celebraba en su mansión de Arcore; donde bellísimas doncellas vestidas lo mismo de monjas o de Obama, bailaban sensualmente hasta quedar desnudas; una de ellas, menor de edad, conocida como “Ruby rompe corazones” lo condujo a su mayor conflicto jurídico-político; como bien lo apunta un teórico “el sexo y la política son una combinación muy peligrosa y explosiva”.
Así llegamos al momento actual con Matteo Renzi. A medio año de la derrota de sus iniciativas que lo obligaron a renunciar como Primer Ministro y desafiando a quienes ya lo daban por muerto –políticamente- Renzi está de vuelta; el 4 de diciembre pasado, en una jugada muy arriesgada, Renzi convocó a un referéndum para aprobar la mayor Reforma Constitucional de la historia moderna de Italia desde 1948, que implicaba cambios fundamentales en la organización política de ese país, que alcanzaba a 46 de los 138 artículos de la Constitución, pretendía entre otros cambios modificar drásticamente el papel del Senado, limitando sus competencias y reducirlo de 315 a 100 senadores; como es de suponerse los mismos partidos, incluyendo soterradamente miembros del suyo, hicieron campaña en contra; Matteo Renzi, nacido en Florencia, el feudo donde Maquiavelo escribió “El Príncipe” ha regresado por la puerta grande; celebradas las internas del Partido Democrático, sus militantes han decidido “que lo mejor para avanzar es volver hacia atrás”; más de dos millones le volvieron a confiar el liderazgo del partido por una inmensa mayoría –el 70%- y la posibilidad de retornar al cargo de Primer Ministro, por ahora confiado a su amigo Paolo Gentiloni; de inmediato se ha especulado convocar a elecciones anticipadas en octubre de este año, sin esperar a que la crisis y la parálisis del gobierno se alargue hasta 2018.
Como se advertirá, la veleidosa política ha permitido que Mateo Renzi esté de regreso.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh