El sargento estadunidense Robert Bales, acusado de asesinar el pasado 11 de marzo a 17 civiles afganos en las cercanías de Kandahar (sur), perpetró la matanza en dos tandas, según detalles de la investigación revelados por la cadena CNN.
Los investigadores militares que llevan el caso creen que Bales, de 38 años, cometió la masacre en dos episodios. “Creemos que fue a una aldea, regresó (a su base) y se fue a una segunda aldea”, reveló un funcionario a condición del anonimato.
Bales fue acusado formalmente el viernes de 17 cargos de homicidio premeditado por la matanza, que incluyó varios niños, asesinados a tiros junto a sus familias mientras dormían en sus viviendas, cercanas a la guarnición militar
Los líderes tribales de Kandahar dicen que los fallecidos no son 17, sino 16 civiles.
El abogado de Bales, John Henry Browne, ha asegurado que su cliente no recuerda todo lo que pasó en la noche de la matanza y se espera que en su defensa aluda al estrés postraumático como parte de su estrategia.
Bales cumplía su cuarta misión en el extranjero. Era la primera en Afganistán, pero fue asignado a otras tres en Irak, donde resultó herido en un pie y sufrió un traumatismo cerebral.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha dicho que su gobierno investigará hasta las últimas consecuencias la matanza, que calificó de “vergonzosa e inaceptable”.
Previo a la matanza, soldados de EU habían quemado ejemplares del Corán en Afganistán, lo que causó una oleada de protestas, aunque Washington no piensa cambiar su estrategia y mantendrá el calendario de la retirada del país de Asia central, fijado para 2014.
Según el gobierno de Kandahar, feudo de la guerrilla del Talibán, el Pentágono entregó en el despacho del gobernador local 2.3 millones de afganis (46 mil dólares) a cada familia de los muertos y 500 mil afganis (10 mil 300 dólares) para los heridos, ante la presencia de jefes de tribu.
Preguntados por la prensa internacional, los responsables locales no quisieron confirmar la información. Tampoco quiso referirse al caso en Kabul un vocero de la ISAF, la fuerza de la alianza militar occidental (OTAN), ya que, dijo, “la política de la ISAF consiste en no entregar dinero por pérdidas debidas a los combates, vinculadas a los combates o a necesidades operativas”.
Pero agregó que “individualmente, los ejércitos pueden participar en una forma de compensación coherente respecto a las normas culturales en vigor en Afganistán”.
Ayer también se supo que en Kandahar diez policías y soldados, uno de ellos de la OTAN, murieron al estallar una mina casera.
Agencias