El 22 de este mes se cumplieron 100 días del conflicto de la coordinadora nacional de trabajadores de la educación y la Secretaría de gobernación.
Hasta este momento no hay ninguna solución por parte del gobierno en el tema educativo. La situación es la misma: un completo desbarajuste en Oaxaca por la incapacidad negociadora de Osorio Chong.
Como no hay ningún control sobre los maestro, quiere decir que tampoco hay autoridad. Ante la debilidad del gobierno federal, la abusiva coordinadora pidió mucho más de lo que esperaba y le concedieron todo. Al darse cuenta de que las autoridades son mucho más flexible que la lámpara de Aladino, ahora quieren otro paquete de deseos, y para lograrlo, han vuelto a apretar mucho más las tuercas contra Oaxaca y su niñez. ¡La situación no es más que el absoluto desgobierno!
La sección 22 reconoce que son como el salitre, que con sus marchas, plantones, cierre de escuelas, etcétera, penetran a todas partes y destruyen hasta los cimientos. Es por eso que muchos de los maestros se sienten, aunque no lo digan, alejados de los valores éticos y morales, aunque casi siempre habla de tener un “sindicalismo de servicio”, cuando en realidad ninguna persona medianamente cuerda entiende qué es lo que quieren decir con ese enunciado, porque el sindicato nunca ha ofrecido cursos ni talleres para la formación de docentes.
Su principal objetivo es echar abajo la reforma educativa; de aceptarla, tendrían que reinventarse a sí mismos y para eso ya es muy tarde. Casi todos saben que están carcomidos por dentro porque son salitre.
Si aceptan la reforma, saben que deberán embarcarse en los principios de la ética, la democracia, la transparencia, la rendición de cuentas, entre otros valores que en realidad carecen. Pero sobre todo, saben que estos valores los llevarán a realizar actividades en favor de la educación de los niños y los jóvenes. Este es el punto donde los maestros están en grandes dificultades. Como en ellos escasean los valores, nunca podrán llevar a la práctica lo que exige la reforma.
Para navegar en ella necesitan cambiar, y eso saben no lo van a lograr. Primeramente porque ellos manejan los antivalores: la corrupción, la intolerancia, la intriga, la conveniencia personal, la imposición, el control, el chantaje, y la mentira, entre otros.
No dudo que dentro de los integrantes de la coordinadora de la 22, se encuentren personas honestas y honradas que actúen basadas en la verdad, la justicia, y que no mientan ni roben. Tampoco dudo que haya los que tengan un buen grado de cultura, ideas claras, sentido común, equilibrio mental, etcétera.
Saben que de echarse a andar la reforma, muchos se quedarían fuera. La reforma educativa significa empezar de cero y nadie de ellos quiere empezar con una mentalidad nueva. Nadie quiere dejar su discurso lastimero: que son víctimas del estado o de los padres de familia o de los empresarios. De tanto repetirlo por todos los rincones de la ciudad, han llegado a creer que en realidad son víctimas hasta de su familia.
La mayoría de ellos se niega la posibilidad de ponerse de pie para caminar su verdadero futuro, pero se quedan en el conformismo. ¿Y saben por qué? Porque prefieren poner su alma, su cuerpo, su vida entera en manos de sus líderes sindicales. Ellos son su verdadero dios.
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